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Cronopiando

¿Consultores o con…sultanes en la República Dominicana?

Fuentes: Rebelión

Un estado que haya sido condenado reiteradamente por practicar la tortura, la más aberrante de todas las lacras humanas, no está en capacidad de dar clases de ética a nadie. Una justicia que vulnere sus propias leyes para poner en libertad a ciertos asesinos, empleados de Estado, mientras busca como instrumentar nuevos procesos a condenados […]

Un estado que haya sido condenado reiteradamente por practicar la tortura, la más aberrante de todas las lacras humanas, no está en capacidad de dar clases de ética a nadie.

Una justicia que vulnere sus propias leyes para poner en libertad a ciertos asesinos, empleados de Estado, mientras busca como instrumentar nuevos procesos a condenados que ya cumplieron sentencia y no son de su agrado, no parece que pueda ser referente jurídico para nadie.

Y sin embargo, el estado y la justicia española, ejercen desde hace años como consultores de países y sistemas judiciales del llamado «tercer mundo».

También en República Dominicana, ese estado condenado por Amnistía Internacional y la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas asesora en materia penal y financia en parte los esfuerzos dominicanos por hacer de su justicia una institución.

Y como si fueran incapaces, por desidia, negligencia o simple generosidad, de aplicar tan doctos saberes en su propio estado, esos consultores llegados al Caribe, a veces sin las obligadas referencias, sin una hoja de servicios previa que explique sus memorias, se dan a la tarea de regalar sus sopesadas teorías y respuestas a sus desprovistos homónimos criollos.

Y lo mismo podría decirse de la Unión Europea, en idénticos afanes, y sus muchos consultores dispersos por República Dominicana y otras patrias del patio.

Pero no es lo peor la paradoja, y que estados que vulneran las leyes cuando gustan, las propias y las ajenas, que practican la tortura y suicidan a sus presos, que discriminan a los emigrantes y recortan las libertades públicas, se presenten en América Latina como salvaguardas de la moral y el orden.

Lo peor es que, además, su ignorancia siempre aparece acompañada de la peor de sus posibles compañías: la arrogancia. Y así van y vienen por las islas que tutelan los tantos consultores solicitando, incluso, el reconocimiento a sus labores antes de, mejor, esperar a que les llegue.

¿Consultores o con…sultanes?

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