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Contra Allende… y contra todo signo de esperanza

Fuentes: Rebelión

El mejor homenaje a Salvador Allende y a los mártires de la dictadura militar instaurada en Chile tras el golpe de Estado de 1973, es demandar el desmonte de las bases militares imperialistas instaladas en América Latina, que son una afrenta a la soberanía. En mayo del año 2014, el gobierno de Estados Unidos dio […]

El mejor homenaje a Salvador Allende y a los mártires de la dictadura militar instaurada en Chile tras el golpe de Estado de 1973, es demandar el desmonte de las bases militares imperialistas instaladas en América Latina, que son una afrenta a la soberanía.

En mayo del año 2014, el gobierno de Estados Unidos dio a conocer, entre otros documentos, el que revela que el 19 de agosto de 1970 el Grupo de Revisión Especial, dirigido por Henry Kissinger, asesor de seguridad de Richard Nixon, solicitó elaborar un plan de acción para prevenir la victoria de Salvador Allende en las elecciones de septiembre en Chile o decidir eventuales movimientos en caso de un triunfo electoral.

Los documentos desclasificados el año pasado sirven para constatar lo sabido: Henry Kissinger, Richard Nixon y otros funcionarios estadounidenses tuvieron un papel de importancia en el golpe de Estado contra el gobierno constitucional de Chile el 11 de septiembre de 1973.

Hoy, es preciso convertir en clamor global la condena a las tropelías del poder hegemónico y desmontar el proyecto de «golpes suaves» contra los gobiernos progresistas de América Latina.

A pesar de la reapertura de las relaciones diplomáticas, Estados Unidos mantiene el bloqueo económico contra Cuba, lo cual indica que no ha cesado el asedio a Cuba. Los gobiernos de Ecuador y Bolivia son objeto permanente de guerra económica y el poder imperialista financia a grupos internos dedicados a la conspiración. Las acciones contra los gobiernos de Brasil y Argentina, se realizan muchas veces de manera encubierta, pero no por ello dejan de ser constantes. En Nicaragua y El Salvador, los grupos de ultraderecha son apoyados por los sectores de poder con oficinas en Washington.

Venezuela, según revela el exagente Edward Snowden, se encuentra entre los 6 objetivos «objetivos prioritarios a largo plazo» de la Agencia para Seguridad Nacional, NSA, clasificación que comparte con China, Rusia, Corea del Norte, Irán e Irak.

GROSERA PRESENCIA MILITAR

La fundación Heritage sitúa en 74 el número de bases militares estadounidenses en América Latina, mientras algunos analistas lo estiman en 71 (43 en Centroamérica y 28 en Suramérica).

Estas instalaciones son bases en la forma tradicional (con personal permanente y con instalaciones para uso constante) y los llamados sitios de operaciones avanzadas, «lilypads» o FOL (Foward Operating Location), instalaciones con menor cantidad de personal, aparentemente temporales y que pueden convertirse en puntos de partida para operaciones en situaciones de crisis o de guerras.

Las FOL pueden ser operadas por personal civil (hay que decir mercenario). Dado que los requisitos legales para su instalación son casi inexistentes, sirven para encubrir estructuras de inteligencia, espionaje con diversos fines, movimiento de recursos y otros elementos necesarios para la labor conspirativa.

En muchos países de América Latina, el Comando Sur ha financiado la construcción de instalaciones militares, y se dice que no serán centros de operación de militares yanquis (Isla Saona en República Dominicana, y varios cuarteles en el territorio colombiano). ¿Quién podría creerlo o tendría condiciones para constatarlo?

En los países de las Antillas Menores dominados por Europa, hay bases militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN. Por lo menos 9 bases militares de la OTAN, están repartidas en zonas de Antigua y Barbuda, la Guayana Francesa, Jamaica, Guadalupe, Martinica, Granada y Trinidad y Tobago.

¿Qué es la OTAN si no el organismo que coordina la relación de subordinación de las potencias europeas a Estados Unidos en el marco de las aventuras bélicas que los estrategas presentan como necesarias para salvar la paz, la democracia, la libertad y otros elementos que en la palabrería imperialista son puras zarandajas?

En los últimos dos años, Estados Unidos ha aumentado significativamente su personal militar en Perú, Honduras y Paraguay. ¿Para qué, si no para dirigir con mayor facilidad el proceso de reagrupamiento de la ultraderecha que auspicia el imperialismo?

CONSPIRACIÓN EN PIE

El asedio contra Venezuela, que crece y se diversifica en cada coyuntura, busca detener el proceso político a nivel nacional y conspira contra la integración continental, pues involucra a gobiernos de ultraderecha como el de Colombia.

No hay que esperar la desclasificación de documentos de la CIA, de la NSA o del Departamento de Estado para saber que Estados Unidos trató de evitar el triunfo electoral de Hugo Chávez, patrocinó el fallido golpe en su contra en el año 2002 y buscó por todos los medios obstaculizar el desarrollo de su liderazgo.

Henry Kissinger con 92 años y George Bush con 91, son figuras con todo un historial de conspiración contra el avance político en América y el resto del mundo. Estaban en plena actividad cuando prestaron su colaboración a los golpistas chilenos en 1973; pero no son los únicos elementos del pasado que constituyen una amenaza en el presente.

La amenaza es estructural es el orden imperialista cuyos estrategas saben que está en peligro de colapsar bajo la fuerza en despliegue de los pueblos.

Temen la apertura de las grandes alamedas que sentenció Salvador Allende y perciben que Hugo Chávez sigue haciéndose presente a través de millones de hombres y mujeres que exigen respeto a la dignidad de esta América y al derecho de los pueblos a construir un mundo de justicia y equidad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.