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Corea del Norte tal como es

Fuentes: RIA "Novosti"

El anuncio de la dirección norcoreana de que la República Popular Democrática de Corea posee armas nucleares consideradas como instrumento de disuasión de EE UU, fue interpretado más tranquilamente de lo que se podría pensar. Se crea la impresión de que en general el mundo estaba dispuesto a recibir este anuncio e incluso lo acogió […]

El anuncio de la dirección norcoreana de que la República Popular Democrática de Corea posee armas nucleares consideradas como instrumento de disuasión de EE UU, fue interpretado más tranquilamente de lo que se podría pensar. Se crea la impresión de que en general el mundo estaba dispuesto a recibir este anuncio e incluso lo acogió con cierto alivio: «!por fin!…» Naturalmente, se expresó, como de costumbre, el pesar, pero no más. Lo que asombra es que, al parecer, a nadie preocupa ni asusta si posee realmente la Corea del Norte el arma nuclear o sus habitantes siguen creando hábilmente la confusión máxima en torno a su programa nuclear. Dicho en otros términos, la política en la Península de Corea se torna cada vez más virtual. A continuación, serán aclarados los peligros que encierra este fenómeno.

Desde luego, después de la declaración emitida por Pyongyang, el Tratado de No Proliferación del Arma Nuclear que está a punto de expirar, se acercó más aún al umbral de la muerte clínica. Pero no se debe desanimarse al ver que de improviso cierto acuerdo haya dejado de ser actual. Hace mucho que EE UU, nuestro principal partner estratégico, nos da el ejemplo de justa actitud pragmática hacia el Derecho Internacional: han de ser respetados solamente aquellos acuerdos que corresponden a los intereses estratégicos. Y, además, sólo entonces, cuando esto obedece a los intereses corrientes de la seguridad nacional. Cuando EE UU necesitó preterir la existencia de la ONU para derrocar el régimen de Sadam Husein, pues lo hizo. Ahora que hace falta salir del pantano iraquí cada vez más costoso, EE UU recordó la ONU y postuló la necesidad de fortalecer la solidaridad transatlántica casi caída en olvido. Hay que aprender a los clásicos del género, máxime que los enfoques norteamericanos han demostrado ya su eficiencia.

Naturalmente, el Tratado de No Proliferación del Arma Nuclear es un instrumento excelente habiendo asegurado que Jibuti no posee aún el arma nuclear. Sin embargo, quienes podían, querían y, lo que es principal, necesitaban realmente tener el arma nuclear, la crearon a pesar del Tratado.

La República Popular Democrática de Corea tenía cuatro componentes imprescindibles para crear el arma nuclear: las consideraciones políticas, la necesidad militar, la voluntad política y la existencia de la base industrial. En lo que respecta a esta última, ya es hora de cesar todas las conversaciones sobre Corea del Norte como país atrasado que atraviesa la fase preindustrial de su desarrollo. Está bien que Corea del Sur produce teléfonos celulares y

DVD-players. Pero Corea del Norte exporta cohetes… Claro que se puede contar cuentos de que la República Popular Democrática de Corea comprara armas nucleares en la ex Unión Soviética, pero esto incumbe más bien al ámbito de la propaganda de política exterior. La realidad es que la RPDC es un Estado industrializado cuya dirección sabe lo que quiere y consigue sus objetivos.

Además, es evidente que para Corea del Norte el arma nuclear es un medio defensivo, destinado exclusivamente a prevenir el posible golpe de parte de

EE UU. Pero el modo de calificar tal política -chantaje nuclear o disuasión nuclear- depende de la actitud personal de cada uno hacia Kim Jong Il y la cultura política norcoreana que, lamentablemente, adolece de defectos. Dejemos al cargo de conciencia de los politólogos las deliberaciones de que el régimen totalitario dotado del arma nuclear sería más peligroso que el régimen no totalitario que creara el arma nuclear al margen del Tratado de No Proliferación.

Pues, seamos objetivos: si Israel, la India y Paquistán tienen derecho a estar fuera del Tratado de No Proliferación y poseer el arma nuclear, ¿por qué no podrá hacerlo Corea del Norte? En resumidas cuentas, Pyongyang tiene no menos, si no más razones para poseer el arma nuclear desde el punto de vista de su seguridad, que los países mencionados. Procede señalar que solamente con respecto a Corea del Norte, la única superpotencia que formalmente está en estado de armisticio temporal, hizo declaraciones sobre la posibilidad de asestar un golpe contra las instalaciones militares y la infraestructura nuclear y la necesidad de cambiar el régimen político de ese país.

Procede preguntar: ¿qué hay de malo en Corea del Norte para Rusia? ¿No nos gusta el régimen político de ese Estado? De ser así, ¿no comenzamos nosotros, como neófitos democráticos, tratar a Corea del Norte como nos tratan EE UU y los países europeos, es decir, enseñarnos el modo de vivir?

Vamos a analizar el efecto real que tuvo la declaración de Pyongyang. ¿Habrá aumentado o reducido la probabilidad de una guerra en la Península de Corea? Me atreveré a decir que la ha reducido. Pues, ningún político norteamericano ni de sus aliados quiere recibir en respuesta (con la probabilidad del 10%) sea una bomba nuclear sucia de escasa potencia transportada al objetivo por un portador anticuado de baja precisión. Resulta que con su anuncio Pyongyang, lejos de disminuir la estabilidad regional, la aumentó e independientemente de si tiene o no la verdadera bomba atómica o sólo su maqueta de plexiglás a escala de 1:100.

Procede señalar que EE UU y otros Estados del bloque occidental son culpables de haber fomentado persistentemente en la conciencia de Pyongyang la sensación de aislamiento y éste pudiera decidir con plena razón que el anuncio de la existencia del arma nuclear sería el único medio de prevenir la guerra. La moraleja es que no hay que arrinconar a la rata para evitar que le muerda. Esto han de tomar en consideración quienes se preparan a todo tren para la colisión militar con Irán.

Ahora volveremos a la realidad virtual en la Península de Corea. Parece que luchando contra la proliferación nuclear en Asia del Este, nosotros – me refiero a Rusia – hemos pasado por alto un proceso mucho más importante y complicado. El proceso de reunificación tácita de las dos Coreas y aparición en Asia del Este de un nuevo jugador muy fuerte.

Ya va siendo hora de concienciar el futuro desarrollo de las relaciones económicas y políticas en el área cuando inesperadamente se nos presente una realidad nueva. A propósito ¿no se crea, tal vez, la sensación de que el anuncio de Corea del Norte de que posee el arma nuclear sería un as de triunfo más en el regateo secreto en torno a la reunificación? El que Corea del Norte se atreviera a ponerlo en juego precisamente ahora (y Ud. debe reconocer que no hay causas evidentes algunas de recurrir a las acciones tan bruscas) patentiza que el regateo entra en su fase final. Así que en lugar de deplorar la suerte trágica del Tratado de No Proliferación del Arma Nuclear, los participantes de las negociaciones sextipartitas tendrán que prepararse para coexistir con el Estado que reúna las posibilidades económicas del Sur con el potencial militar del Norte. Procede señalar que el arma nuclear no estará de más, ni mucho menos, para asegurar el estatuto del nuevo Estado y hará perder a alguien la costumbre de tratar despectivamente a los coreanos, tanto del Norte como del Sur. Pues a veces se creaba la impresión de que algunos participantes de las llamadas negociaciones sextipartitas en torno al programa nuclear de la RPDC las interpretaban no como instrumento de crear un modelo de seguridad en Asia del Norte y del Este, sino un medio de ganar tiempo. Y esperar que el régimen norcoreano se hunda a consecuencia de los problemas interiores o bien que EE UU recurra a un ataque-relámpago para destituir a un gobernante totalitario más. Por esta razón precisamente Occidente comentaba con placer las noticias sobre la fuga de norcoreanos a otros países, sobre el hambre o los escándalos en el seno de la familia de Kim Jong Il. Pero tras los detalles no vieron lo principal. Naturalmente, Rusia puede atenerse, como antes, a este magnífico «mainstream». Pero es probable que a este respecto haya la posibilidad de adelantarse a los demás. Máxime que los dirigentes rusos figuran entre pocos que vieron con sus propios ojos a Kim Jong Il y probablemente éste les proporcionó la información verídica. Mientras haya la posibilidad, estaría bien recordar los proyectos económicos que Rusia ofrecía para estimular el diálogo «Norte-Sur».

Ya es hora de comenzar a reanimarlos conforme a las nuevas realidades históricas. Esto será mucho más eficiente que deplorar la trágica suerte del Tratado de No Proliferación.