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Grecia

Crónica de un país intervenido

Fuentes: verba-volant

Texto escrito en agosto de 2012 por un trabajador de la Enseñanza, miembro de ESE, Unión Sindical Libertaria de Grecia, y enviado a verba-volant por los compañeros de ESE. El texto sirvió de base para un acto organizado por la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad (CAS) en Pontevedra, Galicia, el 31 de agosto de 2012. […]

Texto escrito en agosto de 2012 por un trabajador de la Enseñanza, miembro de ESE, Unión Sindical Libertaria de Grecia, y enviado a verba-volant por los compañeros de ESE. El texto sirvió de base para un acto organizado por la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad (CAS) en Pontevedra, Galicia, el 31 de agosto de 2012.

Breve cronología de hechos

1. Todo empezó en los últimos meses de 2009 y los primeros de 2010. El recientemente electo gobierno «socialista» de Giorgos Papandreu aprueba diferentes rondas de recortes en el sector público y una serie de medidas antiobreras, a la par que pide a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional un préstamo financiero, para atajar, supuestamente, el problema de la excesiva deuda pública y «rescatar al país de la bancarrota».

Las primeras medidas atacan fundamentalmente al sector público y van acompañadas de ataques desde el gobierno y desde los medios de comunicación a los funcionarios por su «pereza» e «inoperancia». Asistimos a una prolongada propaganda contra todo lo público, con argumentos del tipo «sobran funcionarios», «los funcionarios no dan golpe», «la administración griega tiene muchos más funcionarios que cualquier otro país civilizado y moderno», etc. Esto último es falso, claro: Grecia tenía, en el 2009, un 22% de funcionarios sobre el total de trabajadores, más que Luxemburgo, Portugal, España, Italia, Gran Bretaña, Alemania, Canadá o Estados Unidos, pero menos que Suecia, Finlandia, Noruega, Bélgica, Dinamarca, Francia y Holanda.

Evidentemente, estas medidas no afectan sólo a los funcionarios. Aparte del recorte de las pagas extras de los funcionarios y de la congelación de sus sueldos durante al menos tres años, se aprueba la disminución de las pagas extras y del pago de horas extras en el sector privado, el aumento de la edad de jubilación de las mujeres hasta los 65 años, recortes en las pensiones, la subida del IVA (primero del 19% al 21%, y luego del 21% al 23%), el incremento de los impuestos sobre la gasolina, el tabaco y el alcohol y el aumento del cupo de despidos.

El descontento popular contra todo esto es enorme y la reacción en la calle es inmediata. Empieza el primer ciclo de movilizaciones, que culmina con la huelga general del 5 de mayo de 2010. La participación es elevadísima. En Atenas, los manifestantes están decididos a rodear el Parlamento e invadirlo para que no se vote el memorándum que vincula a Grecia con el FMI. La represión policial es brutal. La muerte de 3 trabajadores en el incendio de una sucursal bancaria en el transcurso de la manifestación supone un duro golpe para la lucha, la cual queda estancada.

2. Después del verano de 2010 la situación empeora para el pueblo griego. La rabia y la indignación van en aumento y se abre un segundo ciclo de movilizaciones. Octava huelga general el 8 de diciembre, con un gran seguimiento. El punto culminante llega con el denominado movimiento de los indignados y las grandes manifestaciones de junio de 2011. Las plazas y calles de Atenas y de otras muchas ciudades griegas se llenan de gente protestando y manifestándose. En las huelgas del 15 y 28-29 de junio se producen duros enfrentamientos en la plaza Síntagma de Atenas, frente al Parlamento. La violencia policial es enorme. El segundo «rescate» y el plan de ajuste a medio plazo son aprobados.

3. Después del verano de 2011, se anuncian nuevas medidas, entre las cuales se incluyen:

– Envío de 30.000 funcionarios a una «reserva» laboral previa al despido o la jubilación.

– Nuevos recortes en las pensiones y en los salarios públicos.

Impuesto a la propiedad inmobiliaria (impuesto inmobiliario extraordinario), que se pagará a través de la factura de la luz; a quienes no pueden pagarlo o se niegan a hacerlo se les corta la luz, contra lo cual la desobediencia civil, algunos sindicatos y algunas asambleas de barrio organizan reenganches del suministro.

– Obligación de pagar impuestos a quienes ganen más de 5.000 euros anuales (antes de la reforma eran 8.000).

Se convoca una nueva huelga de 48 horas para el 19 y 20 de octubre. La participación es altísima, pero en el segundo día se producen lamentables enfrentamientos entre los dos grandes bloques de manifestantes (KKE-PAME por un lado, el resto por otro lado). Hay un muerto por los gases lacrimógenos de la Policía.

4. En noviembre de 2011 se produce la renuncia del primer ministro Papandreu y el nombramiento en su lugar de un tecnócrata, Papadimos. Se prepara un segundo memorándum: nueva petición de rescate y nuevas medidas antiobreras. El memorándum se vota finalmente el 12 de febrero en el Parlamento, mientras que miles de personas se manifiestan en el centro de Atenas. Se producen duros enfrentamientos con la Policía y una docena de edificios son incendiados.

Entre las medidas aprobadas se establece:

– la reducción del salario mínimo en un 22% (de 741 a 586 euros brutos, 489 netos); para los jóvenes menores de 25 años, la reducción es del 30% (hasta 527 euros brutos, 440 netos).

– la congelación del salario mínimo hasta el 2015; también se congela la antigüedad hasta que el paro no baje al 10%.

– la aprobación de despidos y prejubilaciones en el sector público: 15.000 asalariados de la función pública serán colocados en reserva laboral, recibiendo el 60% de su salario de base, antes de ser despedidos al año, o a los dos años para quienes estén cerca de la edad de jubilación; se hará lo mismo con unos 150.000 funcionarios hasta el 2015.

– recortes en materia de pensiones.

– la abolición de la estabilidad laboral y de las normativas laborales existentes en los bancos y las compañías públicas o con un porcentaje de participación pública, lo que incluye, entre otras, a la Compañía de Electricidad Nacional, Hellenic Petroleum (la mayor refinería del país), la radio televisión pública, el transporte público de Atenas (autobuses, metro, tren de cercanías, tranvía y trolebús), la compañía postal, la compañía de lotería y apuestas, la compañía de abastecimiento de agua de Atenas, etc.

– la reducción del 5% de la cotización empresarial a la seguridad social.

– un duro golpe a los convenios colectivos y al sindicalismo.

– el aumento del IVA en alimentos, medicamentos, asistencia sanitaria, energía eléctrica, abastecimiento de agua, transporte público, gas natural, etc.

5. Se llega así a las elecciones del 6 de mayo de 2012 y a la segunda vuelta electoral del 17 de junio, con los resultados ya conocidos. A pesar de todas las protestas, del agravamiento de la situación, y a pesar de que no se vislumbra luz en el túnel, de toda la rabia desatada, de toda la indignación mostrada contra políticos y partidos, la triste realidad es que una parte importante de la población sigue prefiriendo depositar su confianza en políticos y partidos en vez de organizarse de forma autónoma para luchar por mejorar sus vidas y su futuro. El nuevo gobierno tiene preparado ya un nuevo paquete de medidas, que incluye, entre otros, recortes en gastos sanitarios y farmacéuticos, despidos de funcionarios públicos, cierre o fusión de centros docentes, empresas públicas y organismos estatales, privatización de servicios públicos y abolición de las pagas extra.

Consecuencias y realidades sociales

Las medidas tomadas en Grecia a raiz de la crisis, brevemente señaladas en el resumen anterior, se han ido imponiendo poco a poco, pero sin parar, bajo diferentes excusas. En general, se presentan como «medidas inevitables para salvar a la nación» o «males menores si no queremos vernos abocados al caos». Por supuesto, ni las medidas son tan inevitables ni los males son tan menores. Después de casi tres años, no se ve ni se adivina ninguna mejoría de ningún tipo. Al contrario, la situación es cada vez peor para la gente de la calle, y la injusticia y la desigualdad son mayores que nunca. Los griegos son testigos de cómo sus condiciones de vida y de trabajo son pisoteadas para mayor gloria de la patronal, los tiburones de las finanzas y los especuladores.

El paro se ha disparado. Las últimas estadísticas disponibles, las de mayo, muestran un 23% de desempleo: algo más de 1.100.000 de parados, 300.000 más que en mayo de 2011 (sobre una población de unos 11 millones). Entre los jóvenes menores de 25 años el paro es del 54%. En enero de 2010, el paro era del 11,3% (unos 550.000 parados) y el paro juvenil era del 30%. Los números hablan por sí solos.

Entre los que trabajan, las pérdidas salariales son muy fuertes. Se calcula que con las medidas tomadas los trabajadores no especializados llegan a perder hasta tres sueldos al año y los trabajadores sujetos a convenios sectoriales pierden en algunos casos hasta la mitad del sueldo mensual. Antes de la crisis se hablaba de lo difícil que era sobrevivir con 700 euros al mes. Ahora ya andamos por los 500…

En el mundo laboral se observa un aumento de la ya de por sí bastante alta precariedad y una enorme pérdida de derechos. Se ha extendido la flexibilidad laboral. Ha habido (y aún hay) muchos casos de reducción obligada de la jornada (con la consiguiente reducción del sueldo, claro). Los convenios colectivos se están debilitando y se allana el ya abierto camino de la firma de convenios empresariales o individuales. Los convenios colectivos de miles de trabajadores se han desvanecido o están en el aire, pues o están caducados o lo estarán obligatoriamente en un plazo de un año, con lo que ellos se ven obligados a renegociar, a nivel individual o de empresa, el descenso de sus sueldos hasta los niveles más bajos. Muchos ya lo han hecho.

Además, se aprecia un aumento del trabajo sin asegurar y hay muchos trabajadores (miles) que tardan meses en cobrar. Los retrasos o impagos de salario es un fenómeno cada vez más habitual. Hay estadísticas que mencionan que una de cada cuatro empresas paga con al menos tres meses de retraso y sólo una de cada diez paga a su debido momento. La amenaza es triple: puede que te echen a la calle y te quedes sin nada (cada vez son mayores las exigencias para tener derecho al subsidio de paro); puede que te hagan trabajar solo media jornada y que el sueldo no te llegue para vivir; y puede que no te paguen o tarden meses en hacerlo.

A estos problemas hay que añadir el aumento del impuesto sobre la renta y la carestía de la vida. Los precios van en continuo aumento y esto se hace notar especialmente en productos y servicios de primera necesidad, como la comida o el transporte. Un claro fracaso de la lógica neoliberal: bajan los sueldos y suben los precios. La socorrida reducción del coste de la mano de obra no parece dar buenos resultados…

Hay que señalar también que numerosos negocios familiares y pequeñas empresas no han podido seguir adelante y han cerrado y que las pensiones han sido fuertemente atacadas con sucesivos recortes, provocando descenso de hasta el 40%.

Como consecuencia, nos encontramos en una situación en la que, mientras los oligopolios y las grandes compañías se frotan las manos, muchas familias y muchas personas no llegan a fin de mes, o lo hacen a duras penas. En muchos hogares se las ven y se las desean para pagar los impuestos, la calefacción, las facturas de la luz y del agua y la hipoteca o el alquiler de la casa. Para salir adelante, la gente reduce los gastos en alimentación, prescinde de la calefacción en invierno o pide préstamos a amigos o familiares. El aumento de la pobreza, la indigencia y el hambre son notorios. Cada vez son más los griegos que acuden a solicitar los servicios de asociaciones caritativas o de ONG especializadas en atención a los pobres (hasta hace unos meses la mayoría eran inmigrantes). Recientemente, un informe del servicio estadístico estatal hablaba de 424.000 hogares sin ningún tipo de ingreso. También han aumentado la delincuencia y la violencia y vemos que son cada vez más los griegos que intentan buscarse la vida en otro país.

Además, la drástica reducción de los presupuestos de inversión pública ha tenido efectos desastrosos en sectores como la educación, la asistencia social y la sanidad, donde se observa un grave empeoramiento de la atención sanitaria y un deterioro generalizado de los niveles de salud.

Un balance:

Resumiendo, vemos que las medidas que se han tomado y se siguen tomando a raíz de la crisis económica reducen el valor de nuestra fuerza de trabajo, de forma directa en unos casos (disminución del salario mínimo y del subsidio de paro), de forma indirecta en otros (recortes en gasto público, privatización de bienes y servicios públicos, liquidación de los convenios colectivos, etc.), pero siempre siguiendo propuestas que la patronal griega puso sobre la mesa mucho antes de la crisis, en aras de una vigorización de la competitividad. Con dichas medidas, la patronal sale ganando, ya que tendrá a su disposición una mano de obra más barata, sindicatos debilitados y trabajadores más disciplinados y atemorizados por la amenaza del paro. No en vano una buena parte de la famosa deuda se encuentra en manos de bancos griegos y empresas griegas. Con el pretexto de la crisis, los trabajadores se ven obligados a pagar la quiebra de los bancos y la burbuja de los préstamos hipotecarios.

En este sentido, para los trabajadores cualquier dilema que se plantee con el objeto de «salvar al país» es un falso dilema. La cuestión no es cómo hacer que el país salga de la crisis, sino cómo pueden los trabajadores hacer frente a la versión de gestión de la crisis que han elegido los patrones. Ya sea en euros, ya sea en dracmas, la explotación es la misma. Lo que nos debe preocupar es cómo construir, empezando desde cero, un movimiento sindical obrero que pueda frenar la ofensiva que sufrimos como trabajadores. Es imposible que todos los griegos salgamos de la crisis. No tenemos los mismos intereses que los empresarios griegos, quienes aumentan sus ganancias aprovechándose de las medidas y los recortes. Al contrario, tenemos los mismos intereses que los trabajadores inmigrantes sin papeles, a quienes de forma conjunta los partidos partidarios del memorándum y l extrema Derecha muestran como el gran problema de la sociedad griega.

También debe quedar claro que el parlamentarismo no puede solucionar ningún problema real de los trabajadores. Al contrario, crea la falsa ilusión de que todos juntos, trabajadores y empresarios, podemos unidos encontrar una solución para «salvar al país» (que es como decir la rentabilidad capitalista). Si no cambia la verdadera relación de fuerzas en la sociedad entre los patrones y el mundo del trabajo, sea cual sea el gobierno que tengamos, la política continuará funcionando en provecho de los empresarios. Como trabajadores tenemos cosas más útiles de las que ocuparnos que de la lucha parlamentaria: creación de sindicatos combativos autónomos, organización de huelgas en los centros de trabajo, expansión de las asambleas de barrio, formación de comités antifascistas, creación de estructuras sociales de solidaridad y de apoyo mutuo.

La crisis en la Sanidad

Ya hemos señalado que se ha producido un gran deterioro del nivel de la sanidad en Grecia como consecuencia de la crisis y de las políticas seguidas durante estos dos últimos años y medio. A ello hay que sumar la más que preocupante situación de la sanidad griega, uno de los sectores en los que más incidencia han tenido los recortes.

1. Hay estudios que hablan de un aumento de los problemas psicosociales y de un incremento de los suicidios de hasta el 40%. Algunos casos han sido muy sonados, como el suicidio de Dimitris Jrístulas, un farmacéutico jubilado quien, antes de pegarse un tiro en pleno centro de Atenas el 5 de abril de 2012, dejó una nota en la que decía: «Soy jubilado. No puedo vivir en estas condiciones. Me niego a buscar comida en la basura. Por eso he decidido poner fin a mi vida».

2. Asimismo, el acceso a los servicios de salud ha empeorado, sobre todo entre los grupos de población más vulnerables (inmigrantes, asalariados, ancianos con bajas pensiones, niños de familias pobres, etc.). Más concretamente:

– Se han reducido los presupuestos de los hospitales públicos. A algunos incluso se les está obligando a cerrar. En consecuencia, hay falta de personal y escasez de suministros médicos.

– Las listas de espera son más largas que nunca. Hay quienes llegan a sobornar al personal médico para saltárselas.

– Se han impuesto precios desorbitados a muchos servicios y pruebas médicas. Por ejemplo, un análisis de sangre u orina cuesta entre 80 y 100 euros.

– Se han agravado problemas tradicionales como el hacinamiento (se ven camas incluso en los pasillos) o la corrupción (el famoso «sobrecillo», que algunos médicos exigen a los pacientes para atenderlos).

– Se han recortado también los presupuestos para el IKA, la aseguradora que ofrecía asistencia primaria y médicos de cabecera a gran parte de los pensionistas y asalariados del sector privado, y eso hace que mucha gente se dirija directamente a urgencias para ser atendida.

– Ha habido drásticas reducciones en los sueldos de los médicos y del personal sanitario en general. Los retrasos e impagos son la norma, no la excepción.

– Se han eliminado muchos proyectos de asistencia social y en las áreas de salud mental y educación especial.

Contra todos estos problemas, no son pocas las acciones que se llevan a cabo, desde paros laborales y ocupaciones de oficinas hasta la creación de servicios sociales de atención médica (los denominados «consultorios sociales»).

Por ejemplo, en febrero de 2012, trabajadores de los sectores de salud mental y educación especial ocuparon el ministerio de Sanidad en Atenas durante quince días, con reivindicaciones como las siguientes:

– que se retiren todos los planes de abolición de los servicios sociales de bienestar del ministerio.

– que no se despida a ningún compañero con el pretexto del traslado o de la eliminación de unidades de servicio.

– que no se detengan los planes del gobierno para el desmantelamiento del sistema de sanidad y bienestar público.

– que se retiren las reducciones salariales.

– que no se apruebe la nueva Ley General de Sanidad.

– que se garantice que el pueblo en sufrimiento siga teniendo servicios médicos y farmacéuticos gratuitos.

– que los trabajadores den su propia respuesta a la crisis.

– que se vaya el gobierno ilegítimo y sus memorándum.

Cabe destacar también la ocupación del hospital de Kilkís, pequeña ciudad del noreste de Grecia, en febrero de 2012. En sus comunicados, los trabajadores del hospital denunciaban la política del gobierno en materia sanitaria y enlazaban sus reivindicaciones con las del pueblo griego en general, poniendo de relieve la necesidad de una lucha conjunta de las capas medias y bajas de la sociedad contra el feroz ataque neoliberal. La ocupación no pretendía simplemente protestar contra los retrasos en el pago de sueldos y contra la falta de material y personal, hechos ya de por sí muy graves, por cuanto les obligaban a desempeñar su trabajo en condiciones muy difíciles. Se quería ir más allá, haciendo funcionar el hospital al margen de la administración. La experiencia duró unas tres semanas, dejando bien claro que para que las luchas sean más exitosas es necesario un grado de organización, coordinacion, combatividad y eficacia más alto.

En cuanto a los «consultorios sociales», el más destacado es el de Tesalónica, que surgió a partir del equipo médico que asistió a los inmigrantes que protagonizaron una huelga de hambre en reivindicación de sus derechos en febrero de 2011, pero se han creado también en otras ciudades, acompañados de «farmacias sociales». En estas iniciativas, médicos, enfermeros y otros trabajadores de la salud ofrecen de forma voluntaria sus servicios a cualquier persona que los necesite, griegos y extranjeros, parados y trabajadores, asegurados y sin asegurar. Tienen que hacer frente a una multitud de dificultades, pero están consiguiendo hacer realidad formas de solidaridad que constituyen unos magníficos ejemplos de relaciones humanas y sociales no supeditadas a la lógica del mercado y del beneficio.

Para finalizar, es muy revelador el comunicado emitido a principios de agosto por el colegio de médicos de Atenas, en el que se advierte que las nuevas medidas que se pretenden imponer nos conducirán a una crisis humanitaria, con la posibilidad de que se produzcan estallidos sociales descontrolados. Para el cuidado de la salud se exigirá a la ciudadanía un esfuerzo económico desproporcionado e inevitablemente los sectores sociales más desfavorecidos quedarán abandonados a su suerte.

Fuente: http://verba-volant.info/es/grecia-cronica-de-un-pais-intervenido/