Recomiendo:
0

Cuando se trata de cumplir con lo prometido

Fuentes: La República

En el curso de la semana pasada dos acontecimientos importantes tuvieron como escenario la acción política de la izquierda: la reunión del Consejo de Ministros donde se produjo un cruce de opiniones entre el Presidente de la República y el Ministro de Economía y la reunión del Plenario Nacional del Frente Amplio, máximo organismo de […]

En el curso de la semana pasada dos acontecimientos importantes tuvieron como escenario la acción política de la izquierda: la reunión del Consejo de Ministros donde se produjo un cruce de opiniones entre el Presidente de la República y el Ministro de Economía y la reunión del Plenario Nacional del Frente Amplio, máximo organismo de conducción de la fuerza política.
Creo que en ambas instancias estuvieron en juegos decisiones importantes. Y también contraposición de opiniones que son fundamentales para determinar si la acción de gobierno del FA-EP-NM se afirma en sus realizaciones de signo popular y democrático o cede ante los obstáculos y no consigue sustanciar su proyecto de cambio.

     Dos concepciones distintas en el Consejo de Ministros.

En su reunión habitual de gobierno, el lunes 29 se reunió el Gabinete convocado por el Presidente de la República. Lo que sigue parte de atenernos a versiones detalladas publicadas por la prensa posteriormente y que no han sido desmentidas.
En el curso de la reunión, el Ministro de Economía Danilo Astori, que repartió una versión del proyecto de Presupuesto del Poder Ejecutivo, anunció que no había logrado una fórmula que le permitiera alcanzar el 4.5% del PBI en el curso de los cinco años de vigencia de la Ley.
En ese momento intervino el Presidente de la República para señalar que el porcentaje anunciado para los gastos de educación había sido una promesa de la campaña y que estaba decidido a cumplirla.
El Dr. Vázquez apoyó su propuesta, desde el punto de vista técnico, con una fórmula elaborada por el economista Carlos Viera, de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.
Ante la determinación del Presidente, el Ministro Astori expresó que dentro del presupuesto deben respetarse determinados «topes» que surgen del acuerdo al que llegaron el gobierno y el Fondo Monetario Internacional y que no se pueden modificar» (en esos términos, nunca desmentidos, lo informa Búsqueda en su última edición)
Digamos de paso que la propuesta aportada el economista Carlos Viera es coherente con lo que él escribió y sostuvo públicamente en las deliberaciones del Congreso «Héctor Rodríguez de diciembre del 2003. Y que en definitiva fue lo que el Congreso resolvió.
De todos modos, lo decisivo es que el Presidente de la República respalda esa visión. Y lo hace apelando a un argumento claro y directo pero inusual en las prácticas de los gobiernos anteriores que este país ha sufrido.

«Es una promesa de la campaña, estamos absolutamente decididos a cumplirla».

El diferendo entonces es trascendente.
Para el M. de Economía, se trata de respetar los acuerdos con el FMI. Vázquez recuerda que fue una promesa preelectoral y por eso hay que cumplirla.
El trámite tuvo otros episodios, pero quiero detenerme por un instante a reflexionar sobre esto.
Cuando los frenteamplistas decidimos «respetar los compromisos externos» lo hicimos condicionando ese cumplimiento a que «no imposibilitara el cumplimiento de los compromisos contraídos con la sociedad», la llamada «deuda interna».
La idea de que no pagaremos con el hambre o con la imposibilidad del desarrollo de un país productivo se aprobó en aquella oportunidad. Y sobre esos postulados se desarrolló la campaña electoral. Ese compromiso es el que Vázquez está absolutamente comprometido a cumplir.
En un mundo atiborrado de promesas incumplidas. En una América Latina donde han tendido a proliferar los gobiernos «obedientes», que cumplen sin chistar las indicaciones del FMI, para perjuicio de los intereses de sus pueblos y sobre todo de los más pobres, en este continente, es poco frecuente una concepción de la democracia que, en el momento de decidir algo tan trascendente como un presupuesto nacional por 5 años, ponga encima de la mesa, nada más ni nada menos, que los compromisos contraídos con la ciudadanía.
¿Cuanto hace que esa lógica de respeto al ciudadano no formaba parte de la ‘cultura de gobierno’ en Uruguay?
Cuando asumió como Presidente en 1985, Sanguinetti desconoció los acuerdos de la CONAPRO, donde estaban casi todos los temas claves para una verdadera transición hacia la democracia.
Lo primero que hizo Lacalle cuando asumió fue un tremendo ajuste fiscal olvidando que en su campaña se había comprometido a bajar los impuestos y el precio de los combustibles. Incumplimientos similares, y no solo en el terreno económico, tuvieron las dos últimas administraciones del P. Colorado.

               El Plenario Nacional del Frente Amplio

Cuando todavía no habían terminado de extinguirse las variadas interpretaciones sobre el encontronazo del lunes 29, el pasado sábado se reunió por primera vez desde que el FA asumió el gobierno su Plenario Nacional.
El organismo, integrado por más de 150 personas, tiene una composición y un estilo de debates profundamente democrático. No hay otro partido en el país capaz de habilitar una asamblea de este tipo para discutir cuestiones políticas y de gobierno.
El FA lo hizo. Todas las voces se oyeron. La de los partidos que quisieron hablar y, sobre todo se oyeron las voces de un sector que tiene alrededor de la mitad de los integrantes del organismo que vienen mandatados por los organismo de base del FA: las Coordinadoras y Departamentales que agrupan a los comités de base locales.
Estos representantes de las bases son ciudadanos que participan de la actividad política como militantes. No son profesionales. No viven de la política. Son docentes, obreros, jubilados, profesionales o comerciantes. Militan porque están convencidos.
Ese Plenario discutió la crisis del Presupuesto, la cuestión de la deuda y de la Carta de Intención, la política que se impulsa a través del equipo económico, el proyecto de ley sindical a estudio en el Parlamento, los informes de los mandos militares sobre el emplazamiento de yacimientos conteniendo restos de ciudadanos desaparecidos y varios otros temas.

El Plenario junto con la Declaración General votó, en el segundo punto, un par de incisos que nosotros propusimos: (Pese a ese sombrío panorama) y a los obstáculos interpuestos por fuerzas e intereses sociales y económicos conservadores, intransigentes ante las demandas de justicia social y aferrados a un modelo de país injusto, dependiente y subordinado… Obstáculos que nacen también de la sobrevivencia de concepciones que justifican la impunidad y la doctrina de la seguridad nacional…

         Son posibles o no son posibles los cambios

Nos pareció importante incorporar a la discusión la cuestión de los obstáculos que enfrenta nuestro gobierno para lograr la realización de su programa, de lo prometido al pueblo antes de las elecciones.
Veamos, un acuerdo con el FMI puede ser visto como formando parte de una realidad inmodificable a la cual nuestra acción política debe adaptarse. Y así como no podemos hacer planes para gobernar más allá de los límites de nuestra geografía, no estamos en condiciones de intentar otros caminos que aquellos que nos imponen el FMI y, más en general, las reglas del capitalismo globalizado representadas por la OMC, el BM, y demás.
Una acción de gobierno tal como nos proponemos realizar, implica no adaptarnos sino vencer esos y otros obstáculos, como el de la impunidad.
Partimos de la base que no todo está determinado por los acuerdos económicos con los organismos externos. Ni admitimos la lógica de «las verdades posibles» en materia de violaciones a los derechos humanos.
Por el contrario, tenemos y debemos ampliar los espacios de lucha por más soberanía y por evadir el dogal asfixiante de las imposiciones externas inherentes al neoliberalismo, teóricamente caduco pero con gran poder, especialmente en esta fase de expansión agresiva de los intereses del Imperio.
Y si esto no fuera así. Si el techo ya nos fue fijado desde afuera y de antemano… En ese caso no tendría razón el Presidente de la República. Ni nuestro Congreso del año 2003 ni las aspiraciones expresadas por las mayorías que acompañaron al FA el 31 de octubre. Y toda nuestra campaña prometiendo cambios de fondo hubiera sido una indisimulable equivocación.