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Nuevo embajador en París

Cuidado: Gros Espiell provoca amnesia…

Fuentes: Comcosur

Con anterioridad a la designación del socialista Reinaldo Gargano como su Canciller, el presidente electo uruguayo Tabaré Vázquez, había manejado el nombre de Héctor Gros Espiell para volver a ocupar el cargo que desempeñó entre 1990 y 1993 durante el gobierno del Partido Nacional presidido por Luis Alberto Lacalle. Una fuerte movida interna del Partido […]

Con anterioridad a la designación del socialista Reinaldo Gargano como su Canciller, el presidente electo uruguayo Tabaré Vázquez, había manejado el nombre de Héctor Gros Espiell para volver a ocupar el cargo que desempeñó entre 1990 y 1993 durante el gobierno del Partido Nacional presidido por Luis Alberto Lacalle. Una fuerte movida interna del Partido Socialista (al que Vázquez pertenece), impidió que el hecho se consumara e impuso a Gargano en ese cargo.

Pero antes de ofrecerle la embajada en París, Vázquez le había ofrecido a Gros la representación ante la ONU, y el ex canciller la rechazó. Ese rechazo se entiende perfectamente si se conocen plenamente todos los antecedentes del futuro embajador «progresista» en la ciudad luz. La cantidad de honorables títulos de que hace gala Gros Espiell y la multitud de prestigiosos cargos en los que se ha desempeñado, se pueden encontrar facilmente en cualquier buscador, y resulta abrumadora. Sin embargo, en ninguna de sus biografías o curriculums oficiales se menciona su asesoría al autócrata peruano Alberto Fujimori.

Junto con el brasileño João Clemente Baena Soares, Gros Espiell avaló en nombre de la OEA el autogolpe de Fujimori y las irregulares elecciones peruanas de 1992. Poco después, fue contratado por el autócrata para que encontrara las chicanas jurídicas necesarias para que Perú pudiera recusar la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Según varias pruebas documentales presentadas durante las posteriores investigaciones que el Congreso peruano realizó sobre estos asuntos, Gros Espiell fue contratado a instancias de Vladimiro Montesinos, el siniestro y corrupto jefe de Inteligencia de Fujimori.

En uno de los «vladiaudios» (nombre que dieron los peruanos a la serie de grabaciones que Montesinos hizo secretamente a las personas con las que se entrevistaba), se escucha la voz de una persona no identificada recordándole al asesor de Fujimori que se  aproxima la asamblea de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y Perú tiene varios casos pendientes con ese organismo. Montesinos responde fuerte y claro: (la solución) «está viniendo, está viniendo, lo estoy haciendo llamar al viejito, este Gros, para que nos apoye. Lo voy a llamar ahora para que esté llegando. Va a llegar el 30 acá (Lima) y hay que mandarlo allá (San José de Costa Rica), el viejito es buena gente porque cobra su pasaje y por cada venida 5 mil, 7 mil dólares»…

Por estos desempeños, el flamante embajador uruguayo en Francia está «mal visto» en varios ámbitos internacionales, y de ahí que rechazara el cargo en la ONU. En los ámbitos nacionales, al parecer no sucede esto. Resulta por lo menos curioso que ningún medio de comunicación uruguayo se haya referido al «episodio peruano» de la vida de Gros Espiell, a pesar de haberse ocupado del tema hace poco más de tres años, cuando el parlamento peruano investigó a Montesinos. Esas notas periodísticas todavía están en la «World Wide Web», pero todo indica que aquí nadie vuelve a leer lo que escribió.

Recién cuando los uruguayos residentes en Francia (a quienes el soberbio Gros Espiell ignoró olímpicamente en su anterior pasaje por Lutecia) lanzaron su campaña de correos electrónicos destinada a que Tabaré Vázquez revea su decisión (algo bastante difícil, conociendo la personalidad del futuro presidente uruguayo), algunos medios comenzaron a mencionar el oscuro pasado de Gros, el mercenario, pero sin abundar demasiado, no sea cosa que alguien se enoje…