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Paraguay

De la catástrofe a la prosperidad: Turbulento desafío

Fuentes: Rebelión

Hace unos años, recibí de regalo el libro «Pensando el mundo desde Bolivia». Pollo Arnella, Secretario General de la Juventud Comunista Paraguaya, me lo había traído de su travesía por Bolivia. El libro llegaba a mis manos pintarrajeado y subrayado ordenadamente por una militante del MAS. Y era el resultado de un ciclo de seminarios […]

Hace unos años, recibí de regalo el libro «Pensando el mundo desde Bolivia». Pollo Arnella, Secretario General de la Juventud Comunista Paraguaya, me lo había traído de su travesía por Bolivia. El libro llegaba a mis manos pintarrajeado y subrayado ordenadamente por una militante del MAS. Y era el resultado de un ciclo de seminarios y charlas en espacios académicos, fabriles y comunitarios, con la participación de referentes intelectuales como Samir Amin, Slavoj Zizek, Boaventura de Sousa, Ana Esther Ceceña, Enrique Dussel, Jorge Veraza, entre otros. El vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, había estado directamente involucrado en todo el ciclo, desde su concepción y desarrollo hasta la edición de este libro que sistematizó todo ese rico proceso de intercambio y que, como muestra de las «malvadas» intenciones subversivas, fue distribuido gratuitamente en el seno del pueblo boliviano y de sus organizaciones.

Slavoj Zizek, filósofo esloveno (ex – yugoslavo, como él mismo refiere cuando habla de su «ex país») y militante anticapitalista, en su intervención recordaba una anécdota según la cual, en el intercambio de telegramas durante la Primera Guerra Mundial, entre los cuarteles de Alemania y Austria, los alemanes primeramente dieron el mensaje: «aquí en la parte del frente la situación es seria, pero no es catastrófica»; a lo que los austriacos respondieron: «acá la situación es catastrófica, pero no es seria».

Esta anécdota me recuerda a nosotros. Tener a Horacio Cartes como Presidente del Paraguay es catastrófico. Lamentablemente, se nos dificulta asumir seriamente esta situación.

La mezquindad, el racismo, la homofobia, la mafia y su narcopolítica, el despotismo y la total sumisión a los dictados del capital imperialista logran su síntesis en Cartes y en las cúpulas colorada y liberal que gobiernan nuestro país. ¡Toda la degradación concentrada en posiciones de poder y de dirección, al frente de las instituciones de nuestra República!

Memoria del futuro

Es el título que le da el filósofo y militante argentino Néstor Kohan a una serie de «video-clases» en las que pretende conectar las raíces de las luchas revolucionarias (y sus respectivas y orgánicas teorías) con los desafíos del siglo XXI y las complejidades que hoy reclama este nuevo tiempo. Memoria del futuro.

En el caso paraguayo, hablar de memoria del futuro nos obliga a identificar un gigantesco error estratégico que cometimos los sectores democráticos, progresistas y revolucionarios desde 1989 a esta parte: no saldar cuentas con nuestro pasado reciente juzgando y castigando a torturadores y usurpadores de bienes y tierras públicas.

El Juicio y Castigo a estos crímenes es un paso ineludible para avanzar en la construcción de una sociedad democrática. Necesitamos demostrar en la práctica lo que vamos a tolerar y lo que no vamos a tolerar como sociedad.

Para que la historia no se repita -decía Eduardo Galeano- hay que recordar a la impunidad, que premia al delito y estimula al delincuente. Y cuando el delincuente es el Estado, que viola, roba, tortura y mata sin rendir cuentas a nadie, se emite desde el poder una luz verde que autoriza a la sociedad entera a violar, robar, torturar y matar. Y la democracia paga, a la corta o a la larga, las consecuencias [1] .  

La tiranía militar fascista construyó un sentido degradante en las relaciones sociales de nuestro pueblo, naturalizando la corrupción, el saqueo del Estado, la entrega de nuestra soberanía y la criminalización, represión y aniquilación de la disidencia, entre otras muchas secuelas que siguen atormentándonos, como la propuesta cultural y educativa mediocre que combate a la creación, a la invención y a toda lectura crítica de la realidad.

Las batallas que libramos hoy están sujetadas por el hilo de la historia y por un proyecto que se pretende democrático y que se construye como proceso. Por eso el Juicio y Castigo es ineludible y no puede seguir esperando. Nuestra práctica debe ser ejemplar no solo por su consecuencia directa en el presente, sino también como legado nuestro a las futuras generaciones.

Horacio Cartes y las cúpulas colorada y liberal, son la expresión más elocuente de esa deuda pendiente que necesariamente debemos asumir y resolver entre todos los sectores democráticos, progresistas, populares y revolucionarios.

El progresivo endeudamiento de nuestro país que beneficia principalmente al sistema financiero -y cuyas consecuencias pagarán hasta nuestros nietos- es parte de la línea promovida por los EEUU, ya desde mediados de los años ’50 a través de Alfredo Stroessner y su camarilla de delincuentes. Es este proyecto de saqueo el que se extiende hasta Cartes y las cúpulas colorada y liberal, y que es reforzado con tanta firmeza con su política de privatización, militarización, represión y saqueo.

La lucha por el Juicio y Castigo debe ser central y práctica. Este es un primer punto para anotar y debatir en el marco de la seriedad que la catástrofe reclama.

¡Es el capitalismo!

El dramaturgo alemán Bertolt Brecht decía que «el capitalismo es un caballero al que no lo gusta que lo llamen por su nombre», porque la intención del mismo es significar la universalización y naturalización de su dominio, como si el trabajo y la vida estuviesen condenados eternamente a estar sometidos al capital.

Crisis financiera, económica, energética, climática, alimentaria, política, cultural, militar y tecnológica se entrecruzan y sintetizan en una crisis civilizatoria, o sea, en una profunda crisis de la manera de ver al mundo y de vivir en él.

Resulta ser que, revolviendo un poco nuestra realidad, encontramos que los poderes y las instituciones del Estado están en crisis, al igual que la iglesia, el sistema educativo, la empresa privada, la empresa pública, los partidos políticos, el sindicalismo, el movimiento campesino, la familia está en crisis. En ese marco debemos ubicar a la famosa crisis de representatividad, que para ser mejor entendida debe a su vez, estar ubicada en la crisis de las representaciones de la sociedad.

El capital imperialista promueve el caos, la división de los pueblos y la guerra, con la ilusión de «controlar» ese mismo caos y generar condiciones que le permitan profundizar el saqueo y el delirante consumo, envuelto por la tentación del lucro, como piedra angular de su modelo de «bienestar y plenitud» que mercantiliza la vida en general, trastocando y reduciendo la concepción de humanidad.

No exageramos cuando decimos que el proyecto capitalista es de muerte, hambre y guerra.

Esta profunda crisis civilizatoria la debemos estudiar, tenerla en cuenta permanentemente para tentar una salida superadora desde una perspectiva humanista en nuestro país. Este es un segundo punto central para abordar seriamente nuestra «situación catastrófica».

¿Desde dónde sostienen su poder?

La Masacre de Curuguaty, del pasado 15 de junio de 2012 es una clara demostración de cómo y desde dónde sostienen su poder las familias que dirigen la vida política, económica y cultural de nuestro país. El territorio conocido como Marina Cue, del Departamento de Canindeju -escenario de la Masacre- forma parte de esas casi nueve millones de hectáreas que fueron entregadas a terceros en total violación con los estatutos agrarios que estuvieron vigentes entre 1954 y 2003 [2] .

El Golpe de Estado, disfrazado grotescamente de «Juicio Político» al Presidente constitucional Fernando Lugo es otra muestra de cómo (y desde dónde) sostiene su poder la oligarquía.

No existen garantías para procesos judiciales, ni para los derechos laborales, no existen garantías para el respeto al medio ambiente, ni para la creación de proyectos cooperativos, en general, no existen garantías. El poder en nuestro país se sostiene desde la ilegalidad.

Ya las leyes vigentes, por lo menos varias de ellas, son discutibles por representar la defensa de un orden de cosas injusto. Como si eso fuera poco, los beneficiados con esas leyes, los poderosos, violan la legalidad que ellos mismos crearon, para asegurarse el dominio y aplastar cualquier proyecto que disienta y oponga resistencia a este caótico y perverso orden dominante.

La base de acumulación que tiene la economía en nuestro país está sustentada por el narcotráfico (y diferentes tipos de tráfico ilegal, instalados y profundizados, mayoritariamente, durante el régimen stronista), desde donde fundamentalmente se erige el sistema financiero; el contrabando a gran escala, la ganadería y la agroexportación asentadas en millones de hectáreas malhabidas.

Los miles de luchadoras y luchadores imputados, perseguidos, refugiados en otros países y encarcelados, los centenares de asesinados por luchar contra esta oligarquía mafiosa que «ordena» nuestras relaciones sociales de producción, son criminalizados por los Medios masivos de comunicación, acusados y condenados totalmente por fuera de las garantías que exige nuestra legislación en materia penal. Los fiscales y jueces, día tras día violan las leyes y condenan sin pruebas ni debidos procesos.

Cómo organizarnos para derrotar a un poder que defiende su dominio fundamentalmente desde la ilegalidad y con el uso de la violencia, que incluye al asesinato selectivo, obligando a los sectores populares explotados y excluidos, a ceñirse estrictamente a la legalidad juzgada por ellos, es otra gran pregunta que debemos abordar en la construcción de un proyecto serio que pretenda disputar poder desde una perspectiva superadora y humanista.

Tierra, cielo y agua

«Tenés que pensar en el colega del Departamento de Estado más allá o por fuera de las categorías de maldad o bondad»-me decía el economista Jorge Beinstein. El tipo trabaja para solucionar la convivencia de 340 millones de personas. En los EEUU, más de 40 millones de personas se quedaron sin trabajo, casa ni auto y viven de los bonos de alimentos que mensualmente reparte el Estado. Cuando este científico del Departamento de Estado se para frente al mapa del Paraguay, encuentra más de 406 mil kilómetros cuadrados con fertilidad de suelo, abundantes recursos hídrico-energéticos, agua potable subterránea, importante cantidad y diversidad de minerales, ausencia de zonas montañosas y de accidentes climáticos importantes, cielo abierto en perfectas condiciones para el monitoreo satelital y ubicación geopolítica estratégica entre dos potencias como Brasil y Argentina. Y entonces pregunta cuánta gente vive ahí. La respuesta es de unas seis millones quinientos mil. Concluye que no es mercado. Claro, si en ese territorio viviesen 30 o 40 millones de personas sí sería mercado, pero seis o siete millones de personas no hace una importante diferencia en términos de consumo mercantil, atendiendo la ventaja comparativa relacionada a la potencialidad territorial. La principal tarea para este científico norteamericano sería entonces, muy probablemente, pensar en cómo descampar lo más rápido posible todo ese territorio para aprovechar todas sus riquezas en beneficio de «su» civilización.

El espacio no da para profundizar mucho en la complejidad de la crisis civilizatoria promovida por la cosmovisión burguesa y por su modo de producción capitalista, lo cual es, como lo dije, fundamental para entender cómo y hacia donde enfocamos nuestras estrategias superadoras. Al mismo tiempo, lo que el capital imperialista pretende del Paraguay, debe ser analizado a la luz de esta crisis, asumiendo que el mundo burgués que levanta las banderas del contrato y las garantías como base de la modernidad, hoy ya no existe, y sobre todo no existe o se ha embrutecido mucho más aún en nuestro país.

Una hipótesis atendible es que el capital imperialista capitaneado por los norteamericanos (y en alta tensión con otros capitalismos que vienen profundizándose) busque asentar con más fortaleza un enclave en nuestro territorio, con un paraíso fiscal en zonas urbanas, corredores para el narcotráfico en zonas fronterizas, monocultivo a gran escala en el campo. Para esto requiere descampar, expulsar población, por lo que la privatización del sistema penitenciario, la promoción de la migración y la generación de condiciones subjetivas para operar asesinatos selectivos y masacres, es muy probable que formen parte de su proyecto, en nombre de la «civilización moderna».

El -nada nuevo- rumbo de Cartes, se inscribe en este proyecto mayor y es el brazo ejecutor actual del imperialismo en nuestro país. No en balde se lo llama antinacional y antipopular.

Aunque esté por demás decirlo, conviene anotar este tema como central a la hora de analizar qué tan catastrófica es esta situación y cuán serio debe su abordaje si se pretende superador.

Diversidad de luchas

Muchos concejales municipales del campo popular, en diferentes distritos del país, han desarrollado proyectos de ley para mejorar las condiciones de vida en sus respectivas localidades. El resultado no es el mejor. Si bien la condición minoritaria de nuestras representaciones legislativas en las Juntas Municipales puede explicar esta situación, creo que la explicación fundamental radica en el progresivo quiebre del sistema republicano en el Paraguay, con su consecuente y alarmante ausencia de garantías para aprobar y para hacer cumplir las leyes.

Organizaciones de derechos humanos, sindicatos, movimientos campesinos, movimientos estudiantiles, comisiones vecinales, movimientos culturales, movimientos de niñas/os y adolescentes, movimientos juveniles, movimientos ecologistas, movimientos defensores de la libertad de opción sexual, entre otros, presentan cotidianamente planes, proyectos y propuestas a las instituciones responsables de interlocutar y aplicar políticas públicas para cada uno de estos sectores. Un balance de esta relación nos demostrará que el carácter oligárquico-mafioso del Estado en el Paraguay es una realidad lacerante. Nada o muy poco es lo que se consigue y por lo general, mediado por la coima, el tráfico de influencias o las presiones de masas.

La bancada del Frente Guasu viene realizando una gran labor legislativa presentando proyectos y dando un debate permanente sobre todo en la Cámara de Senadores, pero también en la Cámara de Diputados. Solo que ese recinto legislativo está igual de podrido que los otros dos poderes de este Estado y entonces, la ardua labor de nuestros compañeros se marginaliza en medio de tanto hedor.

La falta de acuerdo para el juicio político a una parte de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), la creación de la multibancada, el retroceso para la explotación del Cerro León, la interpelación y censura al Ministro de la SICOM Fabricio Caligaris, el rechazo del proyecto de ley de protección a las inversiones, el nombramiento de Insfrán como ministro de la CSJ, el nombramiento de Bachetta en vez de González Daher en el Jurado de Enjuiciamiento, sin embargo son algunas derrotas institucionales del cartismo en el terreno legislativo.

Si bien, las contradicciones intraoligárquicas expresadas hoy en la ingobernabilidad que padece Cartes, producto del descontento popular y de las disputas internas en el Partido Colorado, son de gran importancia y pueden ser (y deben y están siendo) aprovechadas por los sectores democráticos, el trabajo de base para consolidar el reagrupamiento, la unidad y la dirección del movimiento de masas es fundamental, porque las contradicciones intraoligárquicas se resolverán de manera pacífica o violenta, y sobre todo, se resolverán en contra de los intereses del pueblo, siempre.

Cartes, junto con las cúpulas colorada y liberal han logrado un altísimo nivel de descontento en nuestro pueblo. Y ese descontento se viene expresando con acciones directas en las calles, frente a los ministerios, con permanentes escraches frente a la casa de Cartes y de varios parlamentarios y jueces corruptos, con ocupaciones de tierras, con cierres de rutas, con largas marchas, con confrontaciones directas a las fumigaciones ilegales, con huelgas en diferentes empresas y con una Huelga General, que puede repetirse por primera vez en la historia durante un mismo gobierno.

Contra las privatizaciones y el Terrorismo de Estado, por tierra y trabajo

Una veintena de organizaciones sociales y políticas realizaron un proceso para constituir nuevamente aquella herramienta que generó la última gran victoria del movimiento de masas en las calles, en el año 2002, evitando la promulgación de las leyes de privatización y «antiterrorista»: el Congreso Democrático del Pueblo (CDP). Contra las privatizaciones y el Terrorismo de Estado, por tierra y trabajo, es su consigna.

Desde el 18 de mayo comienza la lucha prolongada nacional por la derogación de las leyes de APP y de militarización. Existe una gran movilización en todo el país en torno a su organización.

En este marco, el Frente Guasu y otras fuerzas democráticas se están preparando para disputar las elecciones municipales de noviembre próximo, buscando reforzar la fuerza en los distritos disputando poder al proyecto de saqueo y represión sostenido por un gobierno que a su vez es servil a los dictados del capital imperialista.

Sin embargo, mientras el tejido social-organizativo siga siendo débil en nuestro pueblo, será muy difícil tener resultados electorales buenos. Cuando el pueblo logre consolidar su estructura organizativa con una dirección clara y unitaria, con una capacidad de autogestión y de movilización permanente, será mucho más factible sostener y profundizar conquistas en la batalla electoral.

No es menor el total control que tiene el poder oligárquico sobre el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE). El Frente Guasu está trabajando sobre un proyecto de modificación del Código Electoral. Sabemos que la movilización y la presión buscando transparencia y garantías para las elecciones es lo que puede generar mejores condiciones para los proyectos populares de cambio.

A la vez, el abordaje riguroso de la lucha electoral para disputar con posibilidades contra un enemigo que tiene el control y un mayor poder en sus manos, es fundamental. Si logramos elaborar nuestros propios padrones, si logramos veedores capacitados en cada mesa de votación, si modificamos el código electoral, podremos tener más chances.

Todos estos condicionantes podrán desarrollarse favorablemente si tenemos fortaleza organizada y consciente en las bases. Debemos ser muy conscientes de esta situación para que nuestro abordaje asegure un avance en nuestra lucha política, más allá de las derrotas y/o victorias electorales que podamos tener.

El gran militante revolucionario Antonio Gramsci, tomó muchas reflexiones y categorías de otro gran militante revolucionario, Vladimir Lenin. El Partido de nuevo tipo por ejemplo, debe ser pensado en el seno de cada pueblo, de las clases explotadas y excluidas, con el objetivo de derrotar al poder dominante y fundar un nuevo poder dirigido por las mayorías. El partido fuerte de nuevo tipo se construye con un proyecto integral que dispute y supere en la práctica concreta al proyecto vigente, en todos los terrenos. Disputar en el terreno científico laboratorial y académico, disputar en el cine y las artes, en la cultura, en el terreno deportivo, disputar en el terreno militar, en el terreno de los derechos humanos, en el terreno electoral.

La forma en que vemos al mundo y en qué vivimos en él es lo que está en disputa. O en otras palabras, enfrentamos una disputa de sentido. Nuestro gran desafío es asimilarla de manera masiva, como decía un compañero cubano, sin prisa pero sin pausa, y a la vez entender que requiere de una práctica sumamente ética y coherente que confronte contra toda esa vieja política podrida y mezquina.

Existen pequeños y grandes avances que no han logrado encontrarse en su totalidad para compartir experiencias y ensayar trabajos prácticos unitarios. El Congreso Democrático del Pueblo es una expresión de ese esfuerzo, donde muchas experiencias, esfuerzos y luchas se vienen encontrando y complementando, pero es todavía inacabado e insuficiente, en proceso de desarrollo y crecimiento.

Los pronósticos son sumamente difíciles de realizar en una coyuntura tan movida como imprevisible. Lo que es imposible evitar es la creciente violencia, producto de las crisis de las que hablamos. Lastimosamente serán tiempos duros, violentos, caóticos, que a su vez generarán respuestas diversas, algunas heroicas y hermosas, otras viles y horribles.

De la capacidad que tengamos para asumir y articular el estudio y la organización, la disciplina y la creatividad, con la humildad, coraje y la voluntad unitaria que esta realidad catastrófica requiere, dependerá nuestra victoria en esta disputa de proyectos antagónicos. Nosotros seguiremos apostando a la vida y a los pueblos.

Lo cierto es que el nuestro, el pueblo paraguayo viene sumando experiencias y avanzando en la claridad e identificación de sus problemas y de los responsables. Y eso genera muchas esperanzas para que los escombros sean trasformados con mucha imaginación para construir juntos, esa nueva sociedad tan necesaria que permita el libre desarrollo de las potencialidades de cada mujer y de cada hombre, de cada niño y de cada niña que vive en nuestro país.

Notas:

[1] Eduardo Galeano. Memorias y Desmemorias.

[2] Tomo IV del Informe Final de la Comisión de Verdad y Justicia.

Najeeb Amado. Secretario General Adjunto del Frente Guasu. Miembro del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo. Miembro de la Sociedad de Economía Política del Paraguay.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.