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Perú

Dos miradas, dos conductas, EEUU y Cuba

Fuentes: Rebelión

Mientras Donald Trump se preocupa por enviar soldados para disolver las manifestaciones que se procesan en distintas ciudades de su país en rechazo al racismo y a su política belicista; Miguel Díaz Canel se empeña en enviar una Brigada de Trabajadores de la Salud de Cuba al Perú para combatir la epidemia del Coronavirus.

Dos miradas y dos conductas. Dos maneras de ver el mundo y sus problemas. Para el hombre de la Casa Blanca, una es la necesidad de preservar un Poder que responde a los intereses de las grandes corporaciones. Para Cuba, y su gobierno, la tarea internacional, es otra: hay que salvar a la humanidad de un flagelo que cuesta centenares de miles de vida, y millones de pérdidas en todos los rincones del Planeta.

Para el diario “El Comercio” –puesto en la disyuntiva- lo mejor es escoger la primera opción. Por eso cierra los ojos y no da la bienvenida a la Brigada Henri Reeve que un avión de la FAP llega a nuestra tierra para tendernos la mano y ayudarnos en los momentos más duros de la crisis; y más bien remueve rescoldos de odio para denigrar la noble misión de los médicos cubanos.

Una larga nota se ocupa del asunto: “El mundo oculto de los médicos cubanos”, dice como quien se apresta a reseñar indescriptibles tragedias.  Pero la realidad contrasta con tan detestable empeño, y el Decano de la Prensa Nacional no tiene otra opción sino subrayar dos elementos por cierto inocultables: “Un programa que ha tenido éxito en el mundo”, dice. Y añade: “Las misiones médicas,  han  tenido éxito en numerosos países”.

No hay nada oculto en las Brigadas Médicas Cubanas. Ellas operan con un sólo propósito. Ayudar en distintos confines del planeta a pueblos que sufren estragos derivados de catástrofes. Así se acreditan sus servicios en 58 países que han visitado en cumplimiento de tan elevada misión.

Aquí estuvieron antes en tres ocasiones: la hecatombe del 31 de mayo de 1970, el terremoto de Pisco, en el 2007; y las graves inundaciones que afectaron a los pueblos del norte del país en marzo del 2017. ¿Se registró alguna queja por sus servicios? ¿Alguien hizo una denuncia contra sus acciones? ¿Hubo cargos que se alzaron para minar su escrupuloso comportamiento profesional y médico? No. Nada. Ninguna queja,  ni denuncias. Ningún cargo contra una Brigada que cumplió con su deber internacionalista, ese que les enseñó Fidel con su propio ejemplo.

¿Qué elementos trae entonces el Diario del Odio –como le llamaban antes- para denigrar a Cuba y a su Brigada Humanitaria?. Algunos que le fuera proporcionados por una entidad que funciona en los Estados Unidos creada a la sombra de USAID: la asociación “Cuban Prisioners Defenders”,  engendro financiado por los servicios secretos norteamericanos, esos que desde hace más de sesenta años anhelan doblegar a Cuba mediante el bloqueo genocida, el terror desenfrenado y la agresión constante.

Alude así a supuestos “casos” aislados, tres o cuatro presuntos “desertores” que le habrían proporcionado a la agencia imperialista “informes” referidos a las condiciones en las que se integran los cubanos a las Brigadas Solidarias, y a las peripecias que, presuntamente, habrían sufrido en el cumplimiento de sus deberes.

Así dicen que Cuba “explota” a sus médicos y “los hace trabajar” cobrando sumas de dinero que van al Estado Cubano. Cabe preguntarse en torno al tema apenas dos cosas: ¿Cuánto le cuesta a un joven peruano seguir la carrera de medicina y especializarse en ella? ¿Y cuánto, al joven que es cubano y estudia en su país? En el primer caso, la suma se eleva por encima de los 300 mil soles. Al segundo, no le cuesta nada. Cuba le paga los estudios desde la Guardería Infantil hasta la Universidad ¿Notan la diferencia?.

Cuba ofrece a sus graduados en medicina, la posibilidad de servir al mundo. Y ellos lo aceptan ¿Está mal eso?. Cuba obtiene, por esa vía, recursos suficientes para sufragar los estudios de muchos otros médicos que vendrán en el futuro a servir a Cuba y a la humanidad  entera ¿Es reprochable eso?.

El Comercio dice que esos trabajadores de la salud están en un país “controlados”, que viven bajo una suerte de “toque de queda”, que no pueden establecer vínculos duraderos con los nacionales del lugar donde laboran, que “los vigilan”. Y añade “trabajan en los lugares de mayor peligro”.

Eso último, explica todo. En efecto, trabajan en los lugares de peligro, en aquellos sitios en los que ha habido catástrofes, aluviones, terremotos; o en otros donde hay violencia. Por eso los cuidan, los protegen, los aseguran para que no sufran los efectos del ámbito en el que desarrollar sus labores. ¿Alguien cree, por ejemplo, que Iquitos –donde irán ahora- es una ciudad segura, exenta de peligros, y que allí, nadie corre riesgos?  Los trabajadores cubanos irán allá a arriesgarse ¿Será necesario cuidarlos? ¿Ud. qué opina, respetado lector?

¿Hubo desertores en el pasado? Si. Los hubo. De tres mil que trabajaron en Brasil, desertaron 60, encantados por la belleza del país, y encandilados por contratos y dólares que les fueran ofrecidos. ¿Eso, descalifica a Cuba? Claro que no, porque hoy mismo esos calificados profesionales han sido nuevamente contratados por el régimen de Bolsonaro y trabajan con la condición de hacerlo en nombre de Cuba. A la que ellos volverán sin duda alguna.

Hoy, para el Perú, la primera opción, la de Trump y El Comercio, se encarna en dos empresas USA –“Praxair” y “Air Products” que monopolizan el mercado de gas y lo venden a precios criminales. La segunda, está en los profesionales de la salud de la Patria de Martí, que viven con nosotros (fin)