Desde los grandes medios de comunicación, se viene creando muchas dudas sobre la fortaleza del movimiento popular en general, y del movimiento indígena en particular. Como siempre, se empezó ocultando las movilizaciones en provincias, sacando tomas interesadas de grupos menores y callando las acciones de gran participación, así como enfocando la atención casi exclusivamente en […]
Desde los grandes medios de comunicación, se viene creando muchas dudas sobre la fortaleza del movimiento popular en general, y del movimiento indígena en particular. Como siempre, se empezó ocultando las movilizaciones en provincias, sacando tomas interesadas de grupos menores y callando las acciones de gran participación, así como enfocando la atención casi exclusivamente en el llamado al levantamiento indígena, para más tarde revelar posiciones divergentes y hablar de crisis, división o terminación de anhelos populares. Ello ha estado matizado con el falso supuesto de que quién decide la caída o permanencia de un gobierno son los socialcristianos y la embajada yanqui, sin importar el accionar social.
Si bien es cierto que no existió un levantamiento en los términos de una acción de grandes proporciones, cercanas a una presencia insurreccional de los pueblos del Ecuador, no es menos cierto que importantes sectores se movilizaron y que, en casos como el de las organizaciones del Frente Popular, vienen manteniendo un proceso continuo de reuniones y acciones que hablan de su vitalidad. En el caso de la CONAIE, la presencia en provincias de la Sierra no fue poca, pero es cierto que se evidencia un punto de inflexión que en nada anula ni su historia ni su rol en los momentos actuales. Salir de ese momento, con más fortaleza, no dependerá de declaraciones mediante las cuales algunas personalidades, muchas mestizas, pretenden resolver sus propios problemas de representatividad endilgándolos al movimiento, sino que será el resultado de un amplio debate anunciado por los propios dirigentes de la CONAIE para realizar desde dentro un balance de lo actuado en los últimos años, redefinir su direccionalidad y asumir los avances y problemas de manera que permitan recuperar el alto posicionamiento del movimiento indígena dentro de la lucha emancipadora de los pueblos y los trabajadores del Ecuador.
Un momento de inflexión en un movimiento social no es algo nuevo. La historia de la lucha por la emancipación de la humanidad está llena de zigzags y dificultades, pero la tendencia a la creciente participación popular y de las nacionalidades en la definición de los destinos del país es innegable más allá de la coyuntura. Claro, siempre hay los que desean aprovechar el momento para iniciar el retroceso y acomodarse a la sombra del poder. De allí que ataques a los «etnicistas» van acompañados de propuestas que aislarían al movimiento indígena o que hablen de «emepedización» cuando quieren sostener que los indígenas deben dejar de lado posiciones radicales, pasen a la pasividad y el conformismo. Quienes así hablan, vale la pena recordarlo, son frecuentemente los mismos que en otro momento sostenían que la CONAIE y Pachakutik debían abrirse campo en la Costa hablando con Yoice Ginnatta y compañía.
Todo lo que afecte la unidad de los sectores populares favorece a los «dueños del país». Todo lo que signifique incrementar los acercamientos entre las fuerzas populares, favorecerá a los pobres y a los pueblos del Ecuador. No hay otra alternativa, de nada sirve buscar «terceras vías» que siempre acaban en el patio trasero de los oligarcas. La unidad de las organizaciones entre sí y con sus bases será la garantía para poder avanzar en un proyecto común expresado en el Programa de Gobierno firmado a inicios de año y en las luchas que cada día nos encuentran cobijados bajo intereses comunes de las mayorías.
La realidad de las organizaciones populares, su historia y la manera como en la lucha han salido de monentos de quiebre anteriores, no nos permite caer en el pesimismo promovido por la prensa de los oligarcas ni caer en divisionismos. El debate sincero y sobre temas políticos claves como el poder y la unidad, nos permitirán ir más rápido sobre una senda que tenemos todos marcada y que se resume en soberanía, interculturalidad, trabajo, participación alternativa y fin del mercantilismo que condena a la dictadura del mercado incluso a los derechos básicos y la vida natural.
Edgar Isch es ex Ministro de Medio Ambiente de Ecuador