Nazanin Amirian es una escritora e investigadora iraní afincada en Barcelona. Uno de sus últimos libros publicados -Irak, Afganistán, Irán: 40 respuestas al conflicto del Oriente Próximo, Lengua de Trapo, mayo 2007- contiene, con sus propias palabras, «un montón de información alternativa a las perversas mentiras de los los yanquis & company». En una reciente […]
Nazanin Amirian es una escritora e investigadora iraní afincada en Barcelona. Uno de sus últimos libros publicados -Irak, Afganistán, Irán: 40 respuestas al conflicto del Oriente Próximo, Lengua de Trapo, mayo 2007- contiene, con sus propias palabras, «un montón de información alternativa a las perversas mentiras de los los yanquis & company».
En una reciente columna publicada en Público -«Afganistán: ¿Por qué nos mienten?»-, preguntaba usted cómo era posible entender que la mayor coalición militar de la historia de la humanidad, compuesta por unas cuarenta naciones, equipada con las armas más destructivas y avanzadas jamás fabricadas, no haya podido controlar Afganistán tras ocho años de asedio. Déjeme devolverle la pregunta: ¿por qué Afganistán no ha sido controlada en su opinión?
Afganistán, hasta 1978, era una zona de influencia de Rusia, Irán, Pakistán y China. Es a partir de esta fecha y con la agresión militar de los Muyahedines, promovidos en un primer momento por EEUU, sus aliados occidentales y Arabia Saudí, cuando la zona acoge de forma violenta a estos nuevos actores. Actualmente, estas fuerzas se neutralizan mutuamente, ninguna consigue controlar Afganistán. Las alianzas se presentan frágiles, como, por ejemplo, la de Pakistán o la de Hamid Karzai con EEUU. El presidente afgano, colocado en el poder por Washington, busca ahora apoyos en Teherán y en Moscú. Es por ello que el gobierno de Ahmadineyad, cuatro días después de las elecciones afganas y sin que hasta la fecha se hayan contado todas las urnas, felicita a Karzai por su reelección. EEUU, que no perdona su traición, ni ineficacia, planea crear el puesto de Primer ministro para limitar su poder, hasta encontrar un recambio viable para destituirlo. Estas discrepancias ya se manifestaron en la investidura de Obama, a la que Karzai no fue invitado: su lugar fue ocupado por sus adversarios: Abdullah (el candidato en las elecciones presidenciales y empleado del Banco Mundial), Ghani, y Khalilzad (un oportunista afgano-estadounidense, representante de EEUU ante la ONU). Ese mismo día, Moscú aprovechó el enfado de Karzai para ofrecerle un suculento paquete de armamentos, a pesar de ser consciente de que Kabul no puede comparar armas a nadie que no sean OTAN.
Comentando las elecciones afganas, Tariq Alí ha señalado que Hamid Karzai gobierna un escuálido narco estado, y que Wali Karzai, su hermano, el hombre más rico del país, saca beneficio de los tráficos de armas y droga y de la presencia de la OTAN, que los dos candidatos rivales de Karzai, que en su momento formaron parte del gobierno, «son dos payasos anhelantes de que Washington abandone a Karzai y los ponga a prueba a ellos» y que el propio Karzai está coaligado con religiosos fundamentalistas ultra reaccionarios del Irán occidental, «a los que ha prometido cinco carteras en el gobierno y la aprobación de una ley encaminada a legalizar la violación sexual en el seno del matrimonio». ¿Está de acuerdo con este análisis y con estas valoraciones? ¿Puede cambiar algo la situación tras las elecciones afganas?
EEUU intenta instalar en este país un gobierno centralista fuerte, capaz de establecer seguridad para que pueda construir el gasoducto Turkmanistán-Afganistán-Pakistán, e instalar sus bases militares sin sobresaltos. Karzai ha sido incapaz de ello, por lo que han lanzado a Abdulah Abdulah, empleado del Banco Mundial y un veterano fundamentalista Muyahed. EEUU pretende preparar el terreno para un gobierno de coalición compuesto por los señores de guerra (los Muyahedines) y los talibanes afeitados y barbudos. Aun así, por los motivos arriba mencionados -el choque de intereses entre los actores del escenario- ninguna fórmula que no sea la eliminación de unos a favor de otros podrá poner fin a las diversas guerras que están sucediendo en el país centroasiático.
Apunta usted en el artículo al que hacía referencia que el que algunos miles de talibanes sin tanques, ni aviones, hayan puesto en ridículo a 100.000 soldados veteranos y a medio millón de militares pakistaníes, es sólo un pretexto para justificar el envío de más tropas, cumpliendo el deseo del presidente Obama. ¿Sólo un pretexto dice usted? ¿Cuál es entonces el deseo del presidente Obama?
Si el objetivo de Obama y sus aliados es controlar Afganistán, por intereses geoestratégicos y energéticos, y piensan que la única vía de hacerlo es el envío de más tropas para ganar la batalla a sus rivales rusos, iraníes y chinos, necesita como pretexto exagerar la potencia de los talibanes, ya que ante la opinión publica parecería «inmoral» (más allá de la legalidad internacional) invadir un país, bombardearlo y matar a cientos de miles de personas por intereses económicos. Necesita envolver su proyecto para esta zona en un halo de heroicidad («salvar el mundo del peligro de unos terroristas sin escrúpulos») y apelar a la necesidad de seguridad para todos. Es el mismo truco que emplearon en el caso de Irak. Empezaron con que Saddam era un dictador (por lo tanto, su peligro sólo afectaba a sus propios ciudadanos) y siguieron con que tenía armas mortíferas y ántrax que llegaban a EEUU, o que sus misiles alcanzaban Londres, etc., para inculcar a los ciudadanos occidentales la dimensión planetaria de la amenaza y el peligro de Irak, y con ello poder intervenir. Pasa lo mismo con los talibanes: en la primera fase dijeron que su barbaridad afecta sólo a la población del país; luego, para poder invadir y ocupar el país, les implican en los atentados del 11-S, que al fin y al cabo sería un atentado contra UN país, y ahora dicen que son un peligro para la humanidad ya que desde Pakistán pueden hacerse con las armas nucleares. ¿Se acuerda que Hilary Clinton, hace mes y medio, decía que los Taliban estaban cerca de Islam Abad? Ni en los dibujos animados se puede ilustrar una batalla entre unos desarrapados armados con rifles de fabricación casera y cientos de miles de soldados con aviones de ultima generación, bombas, misiles, radares, etc. ….¡y que encima pierdan!
Usted sostiene que el verdadero escenario apunta a que la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), fundada por China y Rusia en 2001, está apretando a la OTAN para que abandone su zona de influencia tradicional. ¿Cree usted entonces que hay intereses comunes de China y Rusia en esta situación? ¿Cómo aprietan Rusia y China a la OTAN para que abandone el escenario afgano? ¿Pueden Rusia y China enfrentarse a la OTAN?
El nacimiento de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) ha sido uno de los acontecimientos más importantes después de la Guerra del Golfo Pérsico en la zona, pues cuestiona la nueva doctrina internacional unilateralista auspiciada por los Estados Unidos. La OCS está compuesta por China, Rusia, las cuatro repúblicas de Asia central -Tayikistán, Kazajstán y Kirkizistán y Uzbekistán-, y cuenta con India, Irán y Pakistán como miembros observadores, y con la perspectiva de integración de Brasil y Venezuela. O sea, más de la mitad de la población del planeta. Su objetivo es promocionar la cooperación y desarrollo común de los países miembros. En esta línea, incluyeron en su agenda el mantenimiento de la paz y la estabilidad en la región e incluso constituyeron la Estructura Regional Antiterrorista (RATS) con sede en Tashkent, capital de Uzbekistán.
La existencia de esta Organización ofrece un nuevo enfoque sobre las cuestiones de seguridad y esto, evidentemente, determina la presencia de la OTAN en territorio afgano. Rusia y China pretenden desalojar a las tropas de la OTAN con la firme intención de recuperar lo que siempre fue su tradicional esfera de influencia. Así, la OCS exigió en 2004 un calendario de retirada las fuerzas armadas norteamericanas de la región.
En el mes de mayo del 2005, el presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, dirigente del estado más fuerte de la región, que hasta este momento había jugado a dos bandas con Moscú y Washington, tuvo que enfrentarse a unos graves disturbios armados organizados por el ilegal partido islámico de Hizb-ut-Tahrir, que según Karimov, recibe ayuda de Washington, Afganistán y Pakistán. Por ello señaló a Washington como responsable de la intentona para desalojarle del poder, y por ello exigió el inmediato desmantelamiento de la base estadounidense de Janabad, para cuyo cumplimiento dio un plazo de seis meses.
Pero Karimov era un aliado de Israel y Estados Unidos firme, muy firme.
Efectivamente. Karimov dejaba atrás su alianza con Israel y EEUU, aquella que en 1997 les llevó a ser los tres únicos países del mundo que, en el seno de las Naciones Unidas, se opusieron al levantamiento del bloqueo a Cuba. Ahora se acerca a la Federación Rusa y a cambio Uzbekistán recibe garantías de seguridad y cooperación militar y se facilita su ingreso en el mercado libre de la Comunidad Económica Euroasiática (CEEA), compuesta por Rusia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán y Tayikistán.
La postura del residente uzbeko fue aplaudida por China, con el que firmó un pacto estratégico sobre cuestiones de «seguridad mutua frente a amenazas externas, como fuerzas separatistas y movimientos guerrilleros supranacionales», así como con un acuerdo para la construcción de un gasoducto por valor de 600 millones dólares.
La reacción de la Administración USA no se dejó esperar. En su viaje a Kazajstán -segunda ex república de la URSS en extensión después Rusia-, la secretaria de Estado norteamericana solicitó al presidente del país, Nursultán Nazarbaev, la autorización para construir un oleoducto que conectara los campos de petróleo de este país con el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhán. A la secretaria de Estado no se le escapaba que en unos años Kazajstán podrá llegar a producir más de 2,5 millones de barriles al día.
A pesar de que las compañías estadounidenses ya han adquirido 75% del campo petrolífero de Tengiz, China se compromete a pagar 4,2 billones de dólares por la empresa Petrokazajstán, que controla 550 millones de barriles.
Desde Kirguizistán, la suerte de la base militar de Manás está incierta. EEUU ha conseguido renovar el permiso de la permanencia de las tropas de la OTAN en esta estratégica base aérea, pero en cualquier momento la situación puede cambiar.
Rusia necesita controlar las reservas energéticas de la zona para recuperar su estatus como superpotencia en la región y para convertirse en la columna del movimiento de países No-OPEP en el escenario del oro negro. El valor estratégico de Rusia no procede de sus recursos petrolíferos (dispone tan sólo del 5% de las reservas mundiales de petróleo) sino de su geografía: ejerce control sobre los oleoductos que se dirigen hacia Europa Central a través de la vía segura del Mar Báltico, frente a la inestabilidad de las que atraviesan el Mar Negro y el estrecho del Bósforo. A demás, Rusia es propietaria de la primera reserva del gas del planeta -el 32% de las reservas conocidas-, y la principal suministradora de gas de los países europeos.
China estudia la construcción de un oleoducto que saldría de Kazajstán, atravesaría su país y terminaría en el Pacífico, mirando a mercados de Japón y Corea.
En cuanto a Rusia, China y la OTAN
Respecto a alianza ruso-china es cierto que son unas relaciones muy complejas. China y Rusia, dentro del OCS, realizaron unas maniobras militares bautizadas como «Misión de Paz 2007», en el Chelyabinsk ruso y en Xinjiang china, con el fin de consolidar su alianza y demostrar su capacidad de reacción conjunta. Están unidas en expulsar a la OTAN de Asia Central.
¿Quién alimenta militar y políticamente a los talibanes? ¿Cuáles cree usted que son sus finalidades esenciales?
La prensa española presenta como talibán a todos los opositores al gobierno de Karzai y a la presencia de la OTAN en Afganistán. Sin embrago, los talibanes, como un grupo de fundamentalistas pashtunes apoyados por Pakistán y Arabia Saudí, no son más que una de las decenas de agrupaciones armadas que operan en este país. Más allá de sus nombres, si damos una respuesta a la pregunta de «¿A quien beneficia el caos en Afganistán?», encontraremos a Estados mentores de dichas organizaciones. Rusia, China e Irán pretenden que la OTAN salga de la zona. Y ya que no lo va a hacer por las buenas tras su fracaso de encontrar a Bin Laden(¡), les van a empantanar el terreno para que se hundan allí. Y cuánto más soldados envíen, mejor.
Para que se vea hasta qué punto un país como China es perjudicado por la presencia de la OTAN en esta región, echemos la mirada atrás, cuando el tsunami arrasó Indonesia. Pues, bajo el pretexto de ayuda a la población, Washington construyó una base militar en la provincia de Aceh, próxima al estrecho de Malacca, ruta que transporta el petróleo que sale del Océano Índico rumbo a China. El paso siguiente en el intento de bloquear a China ha sido llevar la guerra de Afganistán a Pakistán, donde Pekín había construido el puerto de Gwandar, en la provincia estratégica de Baluchistán, que además le permitía conducir el petróleo iraní, con el que China se abastece en el 40% de sus necesidades de crudo, cruzando Baluchistán, región donde operan los separatistas y extremistas islámicos de Jondol.lah (Soldados de Dios) de etnia Baluch, financiados por EEUU, para hacerse con el control del puerto de Gwandar.
En este escenario, la India tampoco permitirá que Afganistán vuelva a las manos de los pashtunes (Taliban) propakistaníes, con los que Obama pretende negociar, afirmando que son los «taliban moderados».
El plan de Obama de aumentar sus tropas en Afganistán -ruta obligada de trazar el gasoducto de Turkmenistán- Pakistán, hace aguas. El motivo: el sabotaje -realizado por… ¿patriotas, seguidores del destituido Musharraf, de islamistas pashtunes?- a los vehículos que transportan ayuda logística a sus militares en Afganistán desde el paso del Khyber en Pakistán, que está cortado desde febrero. Por ello el Presidente norteamericano busca alternativas: utilizar la ruta de Irán, pedir la cooperación de Uzbekistán previo permiso de Moscú, o hacerse con el control militar de Pakistán. A pesar de que los convoyes de la OTAN ya transitan por las carreteras iraníes (¡sí, ha leído bien!) con bandera alemana, la desconfianza mutua enturbia la perspectiva.
En cuanto a la ruta rusa, EEUU teme las exigencias de Moscú a cambio: la no ampliación de la OTAN hacia Georgia y Ucrania y la no instalación de escudos antimisiles en Europa del Este.
Queda la tercera opción: aplastar toda la resistencia en Pakistán, auspiciando un régimen dictatorial, o balcanizarlo bajo el pretexto de «federalizarlo», que de paso sería un regalo a la India por su contribución en retener el ascenso de China. Planes que se ponen a prueba en Baluchistán, una vasta tierra poca poblada, repleta de petróleo, gas y minas de esmeralda, además de compartir fronteras con Irán y el mar Arábigo. En esas aguas, por las que pasa el 30% del petróleo del mundo, China ha reconstruido el puerto Gwadar, enojando a la India que vigila un océano que lleva su nombre. Controlar este enclave permitiría a Obama, además, paralizar la construcción del gasoducto de Paz que conduciría el gas iraní hacía Pakistán e India, para sustituirlo con el oleoducto Caspio-Afganistán-Pakistán, anulando las rutas de hidrocarburo ruso-iraníes, un sueño que se convierte en pesadilla por la rotunda oposición de dichas potencias. Rogozin, el enviado ruso ante la OTAN, ya lo advirtió: «mientras más acercan sus bases a nosotros, más fácil nos es atacarlas». Los iraníes piensan lo mismo.
La Administración Obama, apunta usted también, ha llevado el conflicto a Pakistán para controlar la provincia de Baluchistán. Este territorio es rico en gas natural, colinda con Irán y el Mar Arábigo, por cuyas aguas pasa el 30% del petróleo mundial decía. Hacerse con este enclave, vuelvo a citarla, «permitiría a la OTAN paralizar la construcción del gasoducto que conduciría el gas iraní hacía Pakistán e India, para sustituirlo con el gaseoducto Caspio-Afganistán-Pakistán, anulando las rutas ruso-iraníes que inyectan energía a la economía china». Pero ¿esa estrategia no es una estrategia de altísima tensión? ¿No puede provocar el desmembramiento y descontrol de Pakistán, además de la resistencia enérgica de Rusia y China, ampliándose el conflicto con derivadas insospechadas?
Tenga en cuenta que las superpotencias dejarán de serlo, en primer lugar, si no se abastecen con energía y, en segundo lugar, si permiten que sus rivales y enemigos tengan control sobre ellas y las rutas de su tránsito. Mientras Rusia tenga en su territorio la llave del oleoducto que lleva el gas a Ucrania y Alemania, como ejemplo, podrá usarla como un arma para pervivir y jugar en el escenario mundial. La guerra en el Cáucaso, en Irak, la crisis con Irán, el conflicto con Venezuela, con Bolivia…..o sea, los principales guerras del mundo, están motivadas por la energía. ¿Los costes y riesgos de esta tensión? El cambio de las fronteras, la remodelación de los mapas y la redistribución de las zonas de influencia.
Asia Central y Oriente Medio, en menos de treinta años, han sido el territorio más afectado por los cambios en sus escenarios políticos, principalmente porque el 65% de las reservas del gas y petróleo del mundo está ubicadas allí. Le doy algunos ejemplos de ello: además de la caída de la URSS y de la revolución iraní y la toma del poder por los islamistas anticomunistas, hay que sumar en Afganistán el derrocamiento del gobierno marxista, los golpes de Estado en Pakistán, la ocupación del Golfo Pérsico bajo el pretexto de salvar a Kuwait, para más tarde invadir y ocupar Irak, el giro a la derecha en la política exterior de la India (de hecho, acabar con el movimiento de los No Alineados)… Estos son algunos de los cambios producidos en esta región, inimaginables hace 40 años.
Le sorprende que haya planes para cambiar el mapa de Pakistán. ¡Pero si en 1971 le sacaron de sus entrañas un territorio para llamarle Bangladesh y declarar así su independencia!
No piense usted en términos de una guerra mundial clásica desarrollada en Europa. Las potencias han aprendido a resolver sus discrepancias fuera de sus propias fronteras: en Yugoslavia, Irán, Irak, Afganistán, Somalia (le remito sobre este último país a un artículo que escribí sobre los piratas somalíes).
En el escenario que usted dibuja, ¿cuál es el papel de Israel? ¿No juega en este sangriento partido?
Sí, claro que juega su papel. Las firmas de petróleo israelíes así como sus empresas de armas, han invadido Asia Central. Lo mismo ha hecho Turquía.
Israel ha estado presente en la guerra de Irak, y es quien atiza el fuego de guerra contra Irán (a pesar de la desgana de Obama)…
Su papel es primordial en la construcción de oleoducto Baku-Tiflis-Ceyhan (Azerbaiyán-Georgia y Turquía), tres países integrados en la OTAN y aliados de Israel, que une el mar Caspio con el Mediterráneo oriental, rodeando Rusia.
En Azerbaiyán, país que abastece el 25% de las necesidades energéticas del país hebreo, así como en Turquía, Israel participa de paso en el negocio de la vigilancia de las rutas de petróleo por las amenazas de distintas guerrillas, militarizando estos corredores. El proyecto de construir un oleoducto submarino que una el puerto Ceyhan de Turquía con el de Ashkelon de Israel, aparte de cubrir las necesidades de este país, le permitirá reexportarlo a los demás países de Asia (India, Lejano Oriente) , quitándole el mercado a Rusia, Irán y Arabia.
Y en cuanto a Irán, ¿puede respirar tranquila? ¿Está fuera del punto de mira?
¡No! Irán se enfrenta con tres enemigos que persiguen diferentes objetivos: EEUU y sus aliados occidentales que están detrás de la segunda reserva del gas y del petróleo del mundo, además de querer controlar el país por su posición geoestratégica; Israel que, ante la presencia de un Irán fuerte en la región, no puede ser la fuerza hegemónica, sin olvidar que es además Irán quien impide que Israel construya un oleoducto desde Irak hasta el puerto de Hifa en su país (de aquí la enorme presión a Obama para que le permita bombardear Irán). Por último, están los países árabes (Egipto, Arabia y Jordania) muy molestos por la influencia de un Irán (persa-chiita) en sus zonas de influencia tradicional, los espacios árabes-sunnitas que ellos controlaban, como Palestina, Siria, o los países del Golfo Pérsico.
La doctrina Dual Containment Policy, la «doble contención», elaborada por Henry Kissinger postulaba contener el crecimiento económico y militar, así como el desarrollo social de Irak e Irán, mediante una política de desgaste equitativo y paralelo y evitar así que ninguno de los dos terminara cuestionando la hegemonía y el liderazgo de su verdadero baluarte en la región, Israel, impidiendo que se rebelaran contra su política expansionista. Con la guerra Iran-Irak, ambos países nos destruimos mutuamente; luego, desde 1991 hasta ahora, han terminado por enviar a Irak a la Edad de Piedra. Ahora toca contener a Irán.
Por lo demás, ¿qué papel juegan potencias occidentales como Gran Bretaña y Alemania en este conflicto que no dirigen?
EEUU, sin el apoyo de Alemania, Gran Bretaña y Francia, no podía ni puede permanecer en Afganistán. Lo que pasa es que al menos Alemania y Francia, que colaboran con Washington porque necesitan hacerse con estas fuentes de energía, no enlazan su suerte con la de EEUU, justamente porque energéticamente están atrapados por Rusia. Están en medio y juegan su papel maniobrando.
España se ampara para su permanencia en que la intervención en Afganistán se hizo bajo el paraguas de la ONU. ¿Cuál es en su opinión el papel de España en esta situación? ¿Qué hace un país como España en un lugar como éste?
Primero: España es miembro de la OTAN y, como tal, está obligado a someterse a los mandos de esta organización militar.
Segundo: su permanencia en Afganistán -¡ahora, además, con entusiasmo!- es causa de la devoción ciega e inexplicable que siente el presidente Zapatero por Obama.
También hay que tener en cuenta que España a cambio recibirá recompensas e incentivos. Imagínese que hoy abandonara Afganistán. ¿Cuál sería la reacción de EEUU, Alemania o Francia? ¿Qué medidas tomarían contra el gobierno socialista? Dada la falta de confianza en si mismo que desprende el gobierno del señor Zapatero, prefiere no tener agitaciones exteriores para poder atender la ofensiva interna imparable del Partido Popular.
Hasta que no haya una opinión pública contraria a la permanencia de España en el país afgano, el gobierno no revisará su postura.
El mes de mayo de 2009, recordaba también Tariq Alí, Graham Fuller, el antiguo jefe de la CIA en Kabul, publicó un análisis sobre la crisis de la región. Fuller ha afirmado que Obama «se ha adentrado por el mismo sendero recorrido por George Bush y que llevó al fracaso en Pakistán», que el uso de la fuerza no traerá la victoria y que los talibanes son todos étnicamente pashtunes y que es una fantasía pensar que se pueda sellar la frontera entre Pakistán y Afganistán». ¿Tan caótica es la situación?
Pakistán es, al igual que Israel, un Estado creado con criterios religiosos y no en torno a un grupo étnico. ¡Son Estados imposibles!
No pueden sellar estas fronteras ya que los pashtunes y los baluches están en ambos lados, por lo que la Administración Obama con la expresión AF-Pak pretende remodelar estos dos países: primero borrar sus fronteras, para luego crear un Baluchistán y un Pashtunistán; el resto permanecería (o no) bajo la denominación de Afganistán y Pakistán. …Y esto es sólo para empezar.
Nota final de N.A sobre sobre la cumbre del Caspio en la que se ha excluida la presencia de Irán
La primera crisis de la política exterior del régimen tras las elecciones. Irán no ha sido invitado a la cumbre de los países ribereños del Mar Caspio, a pesar de los acuerdos previos que exige la presencia de todos los miembros. Es un atentado contra los interese nacionales de Irán, en parte por la mala gestión y la peor imagen que da la República Islámica en el mundo, sobre todo tras las elecciones presidenciales y el Golpe de Estado de los militares en favor de Ahmadineyad, la masiva detención de los ex ministros y altos cargos del régimen y los defensores del reformismo.
Es un advertencia a Irán y un nuevo bloque anti iraní en la escena internacional.
Este lago, antes de la caída de la URSS, pertenecía a Irán y la Unión Soviética. Hoy las fronteras marítimas de este mar interior lindan con Azerbaiyán, Kazajistán, Turkmenistán, Irán y Rusia. La región del Caspio es una de las más ricas en petróleo y gas del mundo y las disputas sobre la parte que corresponde a cada uno siguen sin resolverse.
El polémico proyecto de Turkmenistán de construir un gasoducto sobre el lecho marino para poder exportar gas a Europa a través del proyecto Nabbuco es otro ingrediente que irrita a Irán, y también a Rusia.