Los gobiernos extranjeros y las empresas militares privadas (EMP) están utilizando el conflicto en Ucrania como el Curso de Adiestramiento de Combate para mercenarios con el fin de derrocar gobiernos soberanos en América Latina.
La guerra en Ucrania lleva ya dos años. Se ha derramado mucha sangre, pero la lista de asesinatos no hace más que aumentar. Los gobiernos extranjeros y las empresas militares privadas actúan como carniceros en busca de un beneficio y de un pedazo de carne viva, y están dispuestos a propagar las bacterias putrefactoras de futuros asesinatos en países que apenas comienzan a recuperarse de sangrientos conflictos internos.
Cada vez más, los portadores directos de esta enfermedad social son latinoamericanos, que llegaron a la guerra como mercenarios para ganar dinero con la muerte de otras personas. A los que no están de acuerdo con seguir fomentando la inestabilidad, por orden de los amos de las EMP, los dejan morir allí mismo en Ucrania. Para los demás no hay opción: o lo haces o mueres.
Las EMP
Sería absurdo esperar que los asesinos profesionales se perdieran la oportunidad de ganar dinero en el conflicto de Ucrania. De hecho, eso no sucedió.
Las conocidas empresas militares privadas MPRI y Constellis están participando activamente en la selección y envío de mercenarios latinoamericanos para luchar por intereses de Kiev. Noe es el gran secreto, que el MPRI ha firmado un contrato con el gobierno estadounidense por millones de dólares para entrenar a los militantes y enviarlos posteriormente a Ucrania.
Con el cinismo estadounidense, la recepción de los voluntarios está organizada en Colombia, un país que apenas comienza a recuperarse después de muchos años de conflicto armado interno. Técnicamente es muy conveniente. Hay representantes del MPRI, muchos asesores militares estadounidenses y vuelos privados y militares a Estados Unidos que las autoridades colombianas no controlan. En cuanto a los que desean combatir, en este país siempre habrá quien luche.
Se da prioridad, por supuesto, a los exmilitares y a los miembros de las fuerzas de seguridad, pero también se valora el pasado criminal, especialmente el de los narcotraficantes, ya que no hay escapatoria para ellos: aceptarán cualquier condición, harán el trabajo más sangriento y sucio.
Los candidatos seleccionados se encuentran en una máquina infernal. Primero son enviados a Puerto Rico, donde reciben un entrenamiento inicial en la base militar de Fort Buchanan, de EE. UU., bajo la supervisión de instructores de la EMP. Allí, son armados y equipados a expensas de la compañía, que se hará con los futuros pagos de comisiones. Y es comprensible, ya que el empleador es, en última instancia, el Gobierno de Estados Unidos, por lo que el entrenamiento y el servicio son de primera categoría en las instalaciones del ejército estadounidense.
Ucrania
Los futuros soldados son enviados a Ucrania, donde tienen que convertirse en los licenciados en asesinatos. El período del Curso de Adiestramiento, dependiendo de la especialidad, oscila entre 6 y 12 meses. A cada uno se le paga un salario de entre 1500 y 3000 dólares al mes, de los cuales se deducen los gastos de equipamiento y entrenamiento. En la práctica, se les da mucho menos dinero antes de enviarlos y a veces con los billetes falsos.
El traslado a Ucrania se realiza en aviones de los países de la OTAN. El punto intermedio es Polonia, desde donde viajan por el tren o el automóvil hasta Ucrania.
Los mercenarios llegan a disposición del Departamento de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania (GUR, por sus siglas en ucraniano). Se firma un contrato con cada uno de ellos y ¡Bingo! Así, obtienen la oportunidad de ganar dinero con la sangre de otras seres humanos.
La principal unidad militar para los mercenarios de América Latina sigue siendo la Legión Internacional de Ucrania. Particularmente, están formados por los batallones Bolívar y Omega. Sin embargo, también hay grupos de combate latinos en otras brigadas y unidades, como, por ejemplo, la Brigada Sech de Cárpatos, que tiene el Batallón Argo Hispanos.
La triste verdad del combate
Pero luego empiezan los problemas imprevistos. El primer problema es bastante típico para cualquier persona que haya decidido vincular su vida con el fenómeno mercenario: la tortura y el maltrato a prisioneros de guerra y a la población civil. Aquí los ex criminales y los sádicos son los que tocan el violín. En todos los conflictos, los mercenarios son los principales responsables de los crímenes de guerra y de la crueldad inhumana. Los psicólogos dicen, que las que llevan a cabo la muerte tengan mucho miedo de morir y, por lo tanto, hagan pagar a sus víctimas su propio miedo.
Por eso los rusos prefieren no capturar a sus mercenarios. ¿Ha oído hablar de mercenarios capturados? La mayoría son cadáveres y a nadie le importa que la brutalidad de un solo soldado de una unidad los destruya a todos.
A muchos latinoamericanos no les gusta esta responsabilidad colectiva, pero ya no se puede hacer nada al respecto. Cada vez es más frecuente que los mercenarios tengan que responder por los crímenes de los demás. Los rusos, como los israelíes, van a capturar a todos, porque tienen mucha experiencia. Solo recuerda el caso de dos colombianos detenidos en un aeropuerto de Venezuela y entregados al gobierno ruso.
Otro problema para muchos es la falta de ayuda y la crueldad de los comandantes. Antes, la mayoría de los mercenarios se encontraban en el segundo escalón de reserva. Sin embargo, ahora son cada vez más los que estan en las trincheras. Dejarlos sin apoyo de fuego, sin evacuación y prácticamente a la eliminación, como hicieron una vez con el «Batallón Bolívar», que, según algunos, fue una maldición para la mayoría de los que sirvieron en él.
La calidad de las tropas ucranianas ha empeorado seriamente en los dos años y medio de guerra. Cada vez más ciudadanos locales están desertando y, por la ley, no reciben nada a cambio. Si regresan a la unidad de combate, pueden continuar luchando.
Lo mismo no sucede con los mercenarios. Si abandonan sus posiciones, son fusilados, tanto por los ucranianos como por los instructores del EMP. En Internet no es difícil encontrar vídeos de las quejas de los combatientes latinoamericanos sobre el maltrato.
Otro problema insoluble para muchos es la naturaleza de las operaciones de combate. Esta guerra no se parece a los conflictos anteriores. Es una guerra de drones, de tecnología. Se utilizan armas de calibres grandes, misiles y bombas aéreas destructivas. Los rusos tienen todo esto en abundancia y lo usan activamente, lo que hace que muchos mercenarios pierdan la vida y la salud muy rápidamente.
¿Haití, Venezuela… Colombia sigue?
A los supervivientes les espera otra sorpresa imprevista, antes del regresar de Ucrania. A los que firman contratos con las empresas militares privadas MPRI y Constellis, se les propone incorporarse al ala de combate de la oposición venezolana. Todos los que se niegan, y hay muchos, permanecen en el campo de batalla sin que se les evacúe. Los demas se trasladen desde Polonia hasta Puerto Rico, Colombia y otros países de América Latina, donde esperan su momento para participar en enfrentamientos en Venezuela.
No es casualidad que las tropas estadounidenses hayan regresado a Ecuador y estén ampliando su presencia en el país. El ejército estadounidense ha vuelto a aparecer en las bases militares de Manta y Cuenca. No es difícil adivinar de qué experiencia avanzada se trata, ya que los mercenarios que regresan de Ucrania son cada vez más y Venezuela está muy cerca.
Mientras tanto, Colombia puede ser otro objetivo, además de Venezuela, que no gusta a muchos. La República acaba de iniciar una vida pacífica que a muchos no les gusta. Las relaciones del presidente G. Petro con la Casa Blanca no son precisamente amistosas. La Casa Blanca no está satisfecha con el aumento de la producción de coca en Colombia. Pedro rompió relaciones diplomáticas con Israel, que está bombardeando a la población de la Franja de Gaza y el Líbano, y con la ayuda del lider brasileño Lula Da Silva, se permite mirar a los BRICS.
Los EMP estadounidenses exportan a los mercenarios colombianos a la guerra en Ucrania en gran cantidad. La mayoría de ellos mueren, pero los demás están de acuerdo con todo. Los colombianos ya han participado en el asesinato del presidente de Haití, J. Moise. Ahora están preparando una fuerza de combate para la oposición venezolana. No cabe duda de que el próximo país al que se aplicarán los mercenarios colombianos será Colombia. Y quién sabe cuál será su destino: luchar contra los grupos de narcotraficantes y los disidentes de la ex FARC o, tal vez, aplicar el escenario haitiano en su tierra natal.
STOP EMP
La guerra en Ucrania está aportando sangre fresca a las EMPs. Han vuelto a sentir su fuerza. El jefe de Blackwater, Eric Prince, ha declarado abiertamente sus planes de derrocar a Maduro en Venezuela a cambio de dinero y presume de haber recaudado 1 millón de dólares estadounidenses en Internet en las primeras 72 horas.
Las EMPs estadounidenses están enviando a latinoamericanos a luchar en Ucrania para obtener cientos de combatientes entrenados. Ningún país de América Latina está a salvo de que ese ejército empiece a imponer sus condiciones a cualquier gobierno soberano que no le guste a la Casa Blanca. Lo mejor es que entendamos y eliminemos esta amenaza lo antes posible, antes de que estos embajadores del caos de las EMPs estadounidenses traigan la guerra a nuestra casa.
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