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El blairismo

Fuentes: Rebelión

Estos días estamos asistiendo a una multitud de artículos sobre los diez años de Blair en el gobierno del Reino Unido, tras su renuncia a la presidencia por la fuerte contestación que tiene dentro de su partido y en la sociedad británica. En la mayoría de estos artículos, se desmenuza su labor a lo largo […]

Estos días estamos asistiendo a una multitud de artículos sobre los diez años de Blair en el gobierno del Reino Unido, tras su renuncia a la presidencia por la fuerte contestación que tiene dentro de su partido y en la sociedad británica.

En la mayoría de estos artículos, se desmenuza su labor a lo largo de su mandato, con sus aspectos positivos y negativos, como la paz en el Ulster, la guerra de Iraq, etc. No tengo intención de entrar en estos aspectos, pues ya lo han hecho otros. Mi intención es analizar los planteamientos de Blair desde otros puntos de vista y como una cosa son los discursos y literatura política que ha usado y otra cual ha sido su práctica política real.

Blair me interesa porque encarna lo que se ha denominado el Nuevo Laborismo y otros lo denominan Tercera Vía. En esencia es intentar superar los esquemas de la socialdemocracia y adaptarlos a los nuevos tiempos de la globalización capitalista.

Lo que intenta el blairismo es crear un nuevo movimiento con amplia base social, que sea multiclasista y con una fuerte presencia en todo el mundo, con un bagaje ideológico ligero y que sea capaz de adaptarse rápidamente a los cambios que se producen así como a las modas. Intenta reconciliar lo irreconciliable y saltarse como no existentes las clases sociales e ideológicas y cree en la capacidad y encantos de su propio creador, Tony Blair.

¿Cuáles serían las características del Nuevo Laborismo?

La economía es la base de todo desarrollo, se busca la máxima riqueza, siendo la condición indispensable para poder desarrollar una política social eficaz.

Su objetivo fundamental es ocupar el centro político del pensamiento. Al hacerse con el centro, lo que intenta es que este se impregne de los valores de la izquierda y así alejarla del conservadurismo.

En su teoría hace especial hincapié en la lucha por la justicia social, combatiendo la pobreza y que las clases pudientes sean solidarias. Plantea fundamentalmente combatir la pobreza infantil por considerarla como la peor pobreza.

Plantea la inversión en los servicios públicos, sobre todo en educación y sanidad, pero con la condición de que sufran profundas reformas y sobre todo busca la eficacia. Lo que importa más, es quien sirve mejor los intereses de la población.

Lleva a cabo una política exterior activista utilizando el principio de que hay que usar la fuerza cuando fracasan las estrategias de negociación, es lo que se denomina intervencionismo liberal. Su política exterior consiste en mezclar poder duro y poder blando y en fortalecer las alianzas con Estados Unidos y la Unión Europea para afrontar los desafíos supranacionales.

Me centraré fundamentalmente en dos aspectos: la economía y su política exterior.

Para el blairismo, la economía es el alma de su proyecto. Su objetivo es enterrar el legado del thacherismo que había llevado al Reino Unido a ser el país más desigual y menos cohesionado de toda la Unión Europea. Podemos decir que a pesar de todos estos propósitos, Blair ha sido un neoconservador más en política económica.

En términos macroeconómicos, podemos decir que su balance es positivo, consiguiendo un crecimiento sostenido, mayor empleo, inversión en educación, infraestructuras, etc. A pesar de todo esto, los servicios sociales no han vuelto a obtener la eficiencia de la que disponían antes de 1989 con la llegada de Margaret Thacher.

El blairismo implantó un salario mínimo obligatorio, un estatuto de independencia del Banco de Inglaterra, la asunción de algunos protocolos sociales de la Unión Europea. En sus diez años, la renta per cápita del Reino Unido ha superado a la de Alemania y Francia.

Sin embargo, a pesar de estos avances, hay aspectos muy oscuros y preocupantes, sirvan de ejemplo, que el precio medio de la vivienda ha pasado de 106.000 euros a 253.000 euros. La población reclusa ha pasado de 61,114 presos a más de 80.000. La enseñanza se ha privatizado con un aumento del 40%, y un fuerte deterioro del sector público. El número de cámaras de vigilancia ha tenido un crecimiento espectacular al pasar de las 100.000 a más de cuatro millones en la actualidad.

La realidad económica británica bajo el mandato de Blair es que ha crecido la desigualdad social entre ricos y pobres hasta el punto de hacerla irreconocible entre muchos laboristas. Una cosa es la literatura de su política económica y otra la realidad de su practica, de ahí que en el fondo, la política aplicada por Blair no es otra cosa que la aplicación del neoliberalismo puro y duro.

El objetivo del blairismo es la conquista de las clases medias que si bien al principio fue su mayor logro político, como consecuencia de la aplicación de su política económica se la han vuelto en contra porque sus resultados prácticos nos muestra que solo se favorece a las elites británicas

Ahora, nos pretenden actualizarnos hablándonos de sociedades abiertas con altos impuestos y con equilibrios presupuestarios para no hipotecar el futuro de las nuevas generaciones con la deuda pública, con inversiones en I+D+I, con la lucha contra el cambio climático, etc………..

Blair intento hacer una política exterior autónoma, destacando en sus inicios por su europeismo pero con el tiempo no se ha demostrado esto, pues no ha sido capaz de defender el proyecto europeo entre los británicos y ha ido obstaculizando cualquier avance que se vaya dando en la Unión Europea. Pero donde más ha incidido Blair es en torpedear cualquier avance social en Europa. Su actuación en el devenir de la Constitución ha sido un continuo poner obstáculos, lo que refleja la carencia real de una política social en contraposición de su literatura política inicial.

Que decir de Irak y Afganistán. Destacar como encabezó a los euroescépticos, poniéndose al servicio de la neoconservadora administración republicana.

Podemos decir ya con seguridad que tanto Iraq como Afganistán son un completo fracaso, el mayor desastre de la política exterior británica desde la crisis del Suez en 1956.

Blair creía que con su encanto podría influir en la política de los Estados Unidos, mediante una labor de pasillos en privado, al tiempo que evita cualquier discrepancia pública. Esto demuestra el endiosamiento de este personaje, donde su discurso político es uno y su práctica es ora. Con su llamada modernidad solo ha servido fielmente a los intereses más retrógrados de los neoconservadores.

Esperemos que con la salida de Blair, desaparezca el blairismo como un mal recuerdo de un personaje engreído hasta el cinismo y conseguir que la socialdemocracia encuentre nuevos puntos de referencia para el progresismo en este huracán neoliberal que nos toca vivir.