Perú ha pasado de ser uno de los primeros en el mundo en decretar la cuarentena a ocupar el primer lugar en muertos por millón de habitantes y en el que peor ha manejado la crisis pandémica. Según la propia ex jefa Comando Covid 19 y Ministra de Salud, Pilar Mazzetti, no serían 17 mil sino 43 mil los muertos. A confesión de parte relevo de pruebas.
Y lo que es peor, los hospitales siguen colapsados, el personal de salud abandonado, recién en un solo día más murieron 196 peruanos y los contagiados bordean el medio millón. Es decir que la curva y la meseta que el gobierno puso como argumento para levantar la cuarentena hace más de un mes no existen. Por eso es que hay algunos expertos que pronostican que Perú podría llegar a los 100,000 fallecidos para fin de año. A esto hay que agregar que serían más de 2 millones los desocupados hasta junio (INEI) y 260 mil los despedidos por suspensiones perfectas (Hildedrant en sus Trece, 31/07/20).
En medio de este dramático y contradictorio escenario es que el Congreso de la República con 54 votos en contra, 37 a favor (Fujimoristas, Somos Perú y Partido Morado), y 34 abstenciones, le negó la confianza al gabinete Cateriano por no plantear en su discurso el plan para enfrentar la crisis pandémica.
Claro está en que en la negación de la confianza por parte de los congresistas también hay un cálculo político por los intereses económicos creados que representan cada bancada parlamentaria. Entre estos, pues, el del vínculo de varias bancadas a universidades privadas que no alcanzaron la certificación de la SUNEDU y por tanto tendrían que cerrar en un par de años. Además, toda esta crisis se da a menos de un año de las elecciones presidenciales.
Pero el cálculo de Vizcarra también es claro. Y es por eso que se está “agarrando” de la “reforma universitaria”, para de nuevo confrontar con el Congreso, con el fin (como señalamos en la nota anterior Gabinete de guerra contra los trabajadores), de distraer a la población de su bancarrota política para enfrentar la pandemia simplemente porque hasta ahora el gobierno no tiene un verdadero Plan, ni diagnóstico de la dimensión del virus y porque en medio de esta tragedia su única política fue aplicar medidas para complacer a la CONFIEP, las Mineras y los banqueros con el “Reactiva Perú” (favoreciendo con el 71% de los fondos gubernamentales para afrontar la crisis a grandes empresas, incluidas algunas vinculadas al Lavajato) y las suspensiones perfectas.
Es más. Todo este tiempo la industria farmacéutica dominada por el grupo Intercorp de Rodríguez Pastors, las Clínicas Privadas y los banqueros, han hecho una acumulación de ganancias espectaculares con el beneplácito del propio gobierno.
Este escenario de crisis tendría algunas tendencias a desarrollarse como una nueva amenaza de disolución del Congreso (Vizcarra todavía tiene una popularidad superior al 50% y el apoyo de los militares, los banqueros, mineros y la CONFIEP), o un nuevo gabinete de consenso con los partidos congresales con una repartija de ministerios y pactos bajo la mesa (lo cual es lo más probable). La vacancia de Vizcarra por los casos de corrupción que lo involucran como el de los amigos del Club de Tenis, Miriam Morales, y el fracaso de su política contra la pandemia, etc. es poco probable ya que el Ejecutivo todavía tiene popularidad, el apoyo de los militares y sigue manejando el Poder judicial, que puede usar contra la oposición, que también tiene rabo de paja.
Es así como pareciera que a partir de ahora se apertura un escenario de mayor confrontación con el Congreso con el fin de, como señalamos líneas arriba, distraer a la población de las razones estructurales de la crisis por la que estamos transitando y que está vinculada al régimen político, social y sanitario capitalista.
Por su lado, la cúpula de la CGTP, a llamando a varias marchas, pero que, sin preparación ni coordinación, han terminado en un vergonzoso fracaso, produciendo la desmoralización de las bases y el envalentonamiento del gobierno pro patronal (ex Ministros en Minería, Trabajo, etc.), que viene aplicando tres paquetazos antipopulares. El apoyo de la burocracia sindical se basaba en la “lucha contra la corrupción” y la mafia aprofujimorista. No obstante, hoy la bancada fujimorista votó a favor del gabinete Cateriano.
Esta posición campista a favor de Vizcarra es la que también asumió toda la izquierda reformista (e incluso algunos grupos que se reclaman revolucionarios), apoyando las prisiones preventivas, referéndum, reformas y el Cierra del Congreso, reforzando así los rasgos bonapartistas del vizcarrismo y los decretos supremos aprobados contra los intereses de los trabajadores y el pueblo.
En este sentido también se encuentra la posición de la congresista del Frente Amplio (FA), Rocío Silvasantiesteban, al plantear que Pilar Mazzetti podría “ser una buena premier” (LR, 04/08/20). Nada menos que la ex ministra de Alan García y Alejandro Toledo y la ex jefa del Comando Covid 19 que miró para otro lado, cuando el personal de salud y la FENUTSA, se acercaba a ella para plantearle sus demandas de EPPs, mascarillas, equipos médicos, etc. Y aunque algunos de sus militantes señalan que no es la posición oficial del partido, pues, hay que recordar que el centroizquierdista FA apoyó también al Ministro de Salud Víctor Zamora, cuando el personal de salud pedía “su cabeza”, candidateó a una mujer que recibió el premio “Mujer coraje” de la esposa de Donald Trump en la Casa Blanca, etc. demostrando que el FA es un callejón sin salida.
Por estas razones, el sindicalismo combativo, que ha comenzado a articularse en la Coordinadora Unitaria necesita desarrollar su organización y fuerza para imponer su demanda democrática, el respeto al derecho al trabajo y vida dignas dando a la vez una salida a la crisis pandémica y económica.
A la misma vez urge el desarrollo de un partido político con independencia política como clase.