Recomiendo:
2

Perú

El derecho de representación política

Fuentes: Rebelión

El actual sistema político, es segregacionista. Los sectores sociales de mayor pobreza, en estado minusválido, son obligados a competir en una carrera electoral, con atletas dopados económicamente.

El modelo de república de 1821, es ya obsoleto, tras doscientos años de ejercicio antidemocrático. La democracia representativa, sobre la base de partidos políticos, es repudiada. No representa a los sectores mayoritarios, sino a cúpulas mayormente mafiosas.

Al hablar de sistema político, me estoy refiriendo a la organización administrativa de la república y su funcionamiento: Órganos de gobierno, órganos ejecutivos de las decisiones de gobierno o, administración pública y, órganos electorales que, en conjunto, constituyen el estado o, aparato administrativo de la sociedad peruana. Este estado, es altamente discriminatorio desde sus orígenes.

Durante todo este tiempo, se ha venido utilizando la falacia política de hablar de estado, como sinónimo de país, sociedad, pueblo, patria y, nación, con la cual, los dominadores sociales confunden a los dominados, víctimas de esta estafa semántica. Pero no es lo mismo hablar de la defensa de los intereses de la sociedad, cuando en realidad, se trata de intereses de la dominación.

El proyecto de la vía interoceánica fue declarado de interés nacional, pero los interesados solo eran, la empresa corruptora O´Debrecht y el corrupto presidente Toledo, hoy en la cárcel por recibir un porcentaje del precio sobrevalorado de dicho proyecto. Lo mismo sucede con los proyectos de irrigación sufragados con nuestros tributos y, muchas otras disposiciones legislativas, en nombre de las cuales nos estafan. Todo esto, porque en el poder de decisión solo están representados los sectores dominantes.

Hace dos siglos, al lograse la independencia del virreinato, se optó por el modelo republicano siguiendo pautas europeas. Por ejemplo, la separación de poderes, (doctrina de Montesquieu) es copia de extranjera, ajena a nuestra realidad, como muchas otras pautas europeas, establecidas en las primeras constituciones de la república peruana. Las poblaciones autóctonas, dueños originarios del territorio nacional, no tenían derecho a estar representadas en ningún cargo público, como hasta ahora.

En cambio, Hipólito Unanue, habiendo sido representante del virrey en las conferencias con San Martín, para un alto al fuego, habiendo sido del campo enemigo, nacido en Arica, estuvo como diputado representando a Puno, en el primer Congreso Constituyente de la república. Incluso extranjeros como José Joaquín Olmedo, nacido en Guayaquil que pertenecía a la Gran Colombia, vino a Lima en 1822 y fue designado diputado en el Congreso Constituyente, en representación también de la provincia de Puno.

Más aun, el oficial realista José La Mar, que habiendo nacido en el Virreinato de Santa Fe, no solo fue designado diputado por Huaylas, sino también, primer presidente constitucional del Perú. Pero hay muchas otras suplantaciones a lo largo de la república que, en 200 años, nunca ha sido representativa de todos los sectores de la sociedad peruana.

Hasta hoy nos rige, la constitución neoliberal que nos dejó el presidente Fujimori, cuya nacionalidad japonesa fue denunciada por la revista Caretas y otros medios. Pero a lo que voy, es que, siendo el sistema político republicano vigente, segregacionista e irracional, lo que correspondería es corregirlo. Es aquí, donde podríamos poner el dedo en la llaga, en favor de nuestra plataforma política, levantando la bandera del derecho a la representación política para todos los sectores sociales del Perú.

¿Tienen derecho a un cupo representativo en los órganos de gobierno, nacional, regional y local, los indígenas de la selva? Ni en su propio suelo. ¿Y el campesinado, que constituye la mayor fuerza laboral del país? Según el último censo del 2017, los indígenas originarios de los andes, constituyen el 25% de la población. ¿Tienen estos, derecho a la representatividad política en todos los niveles? ¿Y los de origen quechua que son más del 50%, frente a los de lengua castellana que son el 43%?

No hay partido político que asuma la defensa del derecho a la representatividad política de los diversos sectores demográficos porque sería ir contra su exclusividad electoral. Pues entonces, levantemos la bandera de una democracia representativa de todos los sectores demográficos, a través de sus entidades propias y, no solamente a través de partidos políticos, muchos de los cuales son extraños en el interior del país y sus candidaturas no son representativas de la población local.

Ni qué decir de los sectores laborales. Los colegios profesionales son más representativos que algunos partidos políticos, como sucede con algunas organizaciones gremiales nacionales. ¿Por qué, negarles el derecho de representatividad política? Se supone que allí, están los mejores especialistas en cada área de gobierno ministerial, ¿Por qué no enarbolar un gabinete ministerial, proveniente de los sectores especializados?

Tenemos que atrevernos a revolucionar el estado actual de nuestra situación política. El continuismo conservador mantiene las injusticias bi centenarias, en beneficio de las clases dominantes y nos convierte en cómplices. Así como defendemos los derechos humanos individuales, con mayor razón, deberíamos defender los derechos humanos colectivos.

Una nueva democracia, debe levantarse desde abajo. Centralizar y verticalizar el poder es antidemocrático. Un sistema horizontal no solo es democrático sino de justicia social y desarrollo compartido equitativamente. Es hora de plantear innovaciones necesarias para nuestro país. Los derechos ciudadanos enarbolados por los revolucionarios franceses en 1789, cambiaron el mundo, acabando con el absolutismo monárquico.

Podemos acabar con el absolutismo republicano que segrega políticamente a los sectores populares. Una representatividad territorial y una laboral, desde la base de nuestra sociedad, en los órganos de gobierno de todo nivel, puede abrirnos las puertas a un nuevo ciclo en la historia de la humanidad, con un sistema de vida más equitativo.

Si movilizamos una corriente doctrinaria en este sentido, la izquierda podría recuperarse y expandirse ampliamente, con apoyo popular. “No hay mal que, por bien, no venga”. Convirtamos la crisis en expansión de ideas. Generar condiciones anímicas sobre la base de sustentabilidad de propuestas racionales, puede ser una opción para el crecimiento de nuestras filas. Salvo mejor parecer.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.