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El G8 de Génova seis años después

Fuentes: Rebelión

En el verano de 2001 se celebró en Génova la reunión del G8 (los países más industrializados del mundo más Rusia). Durante las multitudinarias protestas un manifestante, Carlo Giuliani, fue asesinado por las fuerzas del orden y centenares de otros manifestantes fueron agredidos, golpeados y detenidos. Según Amnistía Internacional en aquellos días «se verificó la […]

En el verano de 2001 se celebró en Génova la reunión del G8 (los países más industrializados del mundo más Rusia). Durante las multitudinarias protestas un manifestante, Carlo Giuliani, fue asesinado por las fuerzas del orden y centenares de otros manifestantes fueron agredidos, golpeados y detenidos. Según Amnistía Internacional en aquellos días «se verificó la más grande suspensión de los derechos democráticos en un país occidental desde el fin de la segunda guerra mundial».
En 2005 se inició en Génova el juicio contra 28 policías que en la noche del 21 de julio de 2001 irrumpieron en la escuela Armando Diaz, donde estaban durmiendo un centenar de manifestantes, y llevaron a cabo una «carnicería a la mexicana», según declaró en el proceso Michelangelo Fournier, un alto dirigente encargado de la seguridad durante el G8.
Los acusados tienen que defenderse de acusaciones muy graves: violencias hacia los manifestantes, falsedad, calumnias, fabricación de pruebas falsas (dos artefactos explosivos «molotov» puestos ahí por los mismos policías para justificar la feroz actuación).
A través de las declaraciones de los manifestantes y por las imágenes que se difundieron se pudo ver que los actos de protesta, incluso de los famosos black blocs, no eran nada comparados con la brutalidad de las numerosas fuerzas del orden desplegadas por el gobierno de derecha del neo electo Berlusconi.
Comisión parlamentaria de investigación
En el programa electoral del centro-izquierda, que conquistó el poder en Italia en año pasado, figuraba expresamente la institución de una comisión parlamentaria de investigación sobre lo ocurrido en Génova en 2001.
En estos momentos sólo el Partido de la Refundación Comunista se empeña en seguir pidiendo que se esclarezcan las responsabilidades políticas de los dirigentes al mando de las fuerzas del orden. Por ejemplo, el entonces vicepresidente del gobierno, Gianfranco Fini, se encontraba en la central operativa de la policía, se supone impartiendo ordenes o simplemente aprobando con su presencia los desmanes que se estaban realizando.
En la coalición de gobierno de Romano Prodi hay partidos que, alineándose con lo que pide la derecha, no están muy entusiasmados con la idea de poner en tela de juicio la actuación de la policía. Se limitan en decir que si hubo algunas «manzanas podridas» es justo que se castiguen pero que confían plenamente en los valores e ideales que inspiran las fuerzas del orden en Italia.
Prueba de esto es que el jefe de la policía, Gianni De Gennaro, sustituido recientemente por su número dos, Antonio Manganelli, no tendrá que responder de lo ocurrido en Génova ya que ha obtenido un encargo muy importante dentro del ministerio del Interior y se baraja su nombre como nuevo jefe de los servicios de inteligencia italianos.
Primera indemnización
La juez Angela Latella ha condenado al ministerio del Interior italiano a indemnizar con 24.300 euros a Rita Sieni de 44 años, miembro de un movimiento pacifista, por los golpes recibidos en las brutales e indiscriminadas cargas de la policía durante las protestas en contra del G8. A la «peligrosa» señora se le provocó la ruptura de la mandíbula, varios traumas y lesiones en todo el cuerpo.
Se espera que sean muchas las personas que presenten sus denuncias para poder obtener así una indemnización por parte de un estado que en lugar de garantizar su derecho constitucional a manifestar les golpeó sin piedad.
Hay que confiar así mismo en que los policías incriminados sean condenados a penas muy severas.
Responsabilidad política
Queda por ver si los vértices policiales y los políticos en el gobierno en aquellos años serán condenados o si por el contrario todo se limitará a castigar a algunas «manzanas podridas».
El periódico italiano La Repubblica ha publicado las grabaciones de las conversaciones telefónicas entre los policias presentes en Génova. De ellas desprende un desprecio total y absoluto hacia los manifestantes (llegan a llamarlos «malditas garrapatas» o a alegrarse de la muerte de Giuliani) y una sensación de total impunidad que los mandos tuvieron que promover o por lo menos tolerar.
La voluntad política de aplastar las protestas en contra del G8 quedó patente en el número de efectivos desplegados en Génova: 15.000 hombres de todos los cuerpos (policía, carabineros, policía penitenciaria, policía financiaria y hasta los guardas forestales) dotados de medios económicos y materiales fuera de lo común. Y todo esto para garantizar que, en una ciudad dividida (la famosa zona roja) y ultrajada, se pudiera celebrar una reunión de jefes de estado sin ninguna trascendencia política y económica para el resto de la humanidad.