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Honduras

El instrumento de paz en las dinámicas de poder

Fuentes: Rebelión

El poder en Honduras debe intentar conducirse en un solo vehículo, que busque el destino de la paz en una sociedad atormentada por las políticas foráneas corporativas y las insostenibles ambiciones de una minúscula, pero poderosa élite, que debe iniciar acercamientos con el nuevo gobierno de la presidente Xiomara Castro, con el propósito de eliminar las divisiones provocadoras del caos social.

A raíz de la terrible guerra no declarada que sufrió Honduras durante 12 años (2009-2021) contra civiles desarmados, existe una fuerte división entre los hondureños, que puede solucionarse, eliminando los intereses individualistas y unificando esa fuerza visionaria en la unificación popular de la población, con el objetivo de diseñar, el nuevo arquetipo democrático de paz en beneficio de las familias.

A pocos días de cumplirse un año del mandato de la presidente de Honduras, Xiomara Castro, las relaciones entre el poder económico y gubernamental, siguen aisladas debido a la desidia de cierto sector elitista hondureño.

La élite de la empresa privada en Honduras y el nuevo gobierno, no llegan a un acuerdo que pueda aliviar la crisis económica de Honduras y que fue conducida al abismo económico por la anterior administración gubernamental, según lo informan los funcionarios estatales del nuevo gobierno.

Las declaraciones de uno de los asesores del nuevo gobierno de la presidente Xiomara Castro, afirma que están abiertos a tener cordiales relaciones con la empresa privada hondureña, sin embargo, la respuesta no ha sido mutua.

El sentir de la población en general de Honduras, es que vuelva la paz que tanto añoran los hondureños, después del huracán político del pasado gobierno de 12 años y cuyo régimen desembocó en una tiranía jamás vista en la historia de este país centroamericano.

Motivo por el cual, es de suma importancia una continua comunicación entre el gobierno y la minúscula, pero poderosa élite que controla la economía en Honduras, puesto que su falta de relacionamiento puede llevar al caos del año 2009, que terminó desembocando en un golpe de Estado que evolucionó en una narco-dictadura.

Las relaciones diplomáticas internas en el propio país, podrían convertirse en la píldora que alivie el dolor de una población que hace malabares con su economía.

Según un artículo publicado en el sitio web Datosmacro.com; “Honduras: Economía y demografía 2022” describe que la nación centroamericana es la economía número 105 por volumen de producto interno bruto PIB.

Según la investigación económica de este sitio web la deuda pública en Honduras para este 2021 fue de 12.091 millones de euros (290,184 millones de lempiras) con una deuda del 50,23 por ciento del PIB. Por lo que su deuda per cápita es de 1,195 euros por habitante (28,660 lempiras).

En cuanto al índice de Desarrollo Humano o IDH, que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país y que en definitiva nos muestra el nivel de vida de sus habitantes, indica que los hondureños tienen una mala calidad de vida.

Sumado a esto y según este informe, la percepción de corrupción de los hondureños en su país es muy alta.

Esta percepción es una herencia de las dinámicas de gobierno y democracia burguesa militarista, que el país ha soportado en los últimos 40 años de haberse firmado la última constitución en una asamblea legislativa, cuyo mandato del Estado paso de la casta militar a una casta civil política, que aun no se desliga del militarismo y de la agenda personal de los dueños del gran capital financiero hondureño.

Este último elemento que relaciona al capital financiero hondureño, ha sido una parte álgida en la disputa del poder, en quien controla o elimina los ilegales oligopolios financieros, que han deformado los pilares que dan forma a una nación republicana independiente.

Independencia que es decidida por la agenda de Washington sobre el triangulo norte y que Honduras sigue siendo de gran interés para la nación del norte, que vigila con la lupa del golpismo, al espejismo de Estado que ha quedado después de 12 años de narco-dictadura, “Made in USA”.

Por tal motivo es de suma importancia diseñar una sólida relación entre la élite hondureña y el gobierno actual para que los fondos privados y públicos, puedan llevar un cause regular en la distribución de la riqueza de las arcas del Estado, puesto que el pueblo hondureño necesita con urgencia elevar su calidad de vida, o por lo menos tenerla.

La unidad desde los altos pilares del poder, podría generar más confianza en las políticas exteriores de Washington, puesto que este es un pilar más del poder en la toma de decisiones en Honduras, aunque muchos disiden con esta dinámica de poder que mal llama a Honduras “socio” de los Estados Unidos América.

Estas perspectivas de las esferas de poder en Honduras deben de ir acompañas por las cosmovisiones de los campesinos, indígenas, garífunas, afro hondureños y demás comunidades que conforman la pluriculturalidad de la riqueza de este país centroamericano.

De no ser así, esta unidad solo sería tripartita y es necesario escuchar a las comunidades nativas y su sabiduría ancestral, puesto que sin este gran elemento el Estado de Honduras seguirá segregando a esta importante parte de la población.

Las buenas relaciones de poder entre las elites financieras de Honduras, el gobierno de la presidente Xiomara Castro y Washington, es una dinámica de poder que debe iniciarse para seguir diseñando el instrumento de paz que ha sido el gran ausente en Honduras. Junto con ello, unificar a la enorme pluriculturalidad que habita en Honduras ancestralmente.

Esta gran unidad es un camino que podría iniciar alumbrando la oscura historia de Honduras, por lo menos en los últimos 12 años después del golpe de Estado, cuyas violaciones a derechos humanos, asesinatos y la extrema violencia del crimen organizado, se pondrían como temas de urgencia en esta hipotética coalición de poderes en pro de la paz.

Las familias hondureñas y las nuevas generaciones, necesitan la unidad popular de todos los sectores mencionados en este artículo, puesto que las divisiones partidistas o de intereses millonarios personales, solo atenuarán el espejismo de país que dejo como herencia la narco-dictadura.

Ronnie Huete-Salgado es licenciado en periodismo con Maestría en Cooperación al Desarrollo y elaboración de proyectos y posee estudios de sociología. Estuvo exiliado durante cinco años en los Estados Unidos de América y ha vivido en Europa y Sudamérica. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.