Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino
La mala gestión financiera del Estado a través del contrabando y de la presión impositiva sobre la gente aumentó con la deuda de la independencia que a partir de 1825 drenó una muy significativa parte de los recursos nacionales. El sistema de endeudamiento puesto en marcha dio origen en 1825, 1875, 1896 y 1910 al nacimiento de empréstitos exteriores que provocaron efectos devastadores en el orden interior y la subida de las tasas de interés a niveles escandalosos. Sobre este tema se ha sostenido y mantenido una ignorancia sin límites. Como escribió Constantin Mayard en 1935, cuando fue enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Haití en París: «Cuando se firmó la paz con la antigua metrópolis, el país tuvo que comprometerse a pagar a los colonos emigrados una enorme indemnización, valorada sobre la base de su antigua opulencia y enormemente desproporcionada con la de la población activa». Tal es el peso que arrastró a Haití y que trabó su avance durante toda su historia. Para pagar los primeros vencimientos de aquella tan pesada deuda, los haitianos debieron recurrir a una serie de operaciones crediticias en Francia con tasas y condiciones espantosas y cuyo servicio regular anual drenó año a año todo el ahorro nacional hacia afuera (2).
Este antiguo orden de la doble deuda se instaló con poderes eternos. Todos los préstamos exteriores obtenidos luego del préstamo de 30 millones de 1825 para pagar el primer desembolso de la deuda de la independencia de 150 millones de francos se garantizó con la subida de nuevos impuestos sobre el café, es decir sobre los campesinos. Estos préstamos exteriores fueron la fuente de una corrupción sin precedentes. Por ejemplo el empréstito de 1910 que era de 65 millones de francos se repartió entre comisiones y gratificaciones a una gran cantidad de intermediarios franceses y haitianos. Los demás préstamos corrieron la misma suerte. Los comerciantes alemanes prestaban dinero al Estado con elevadas tasas de interés. Estas insensatas prácticas financieras fueron embriones que se desarrollaron con prácticas de gangsterismo montadas a partir de tasas emitidas (3) con préstamos internos. De modo que «el despilfarro financiero condujo al Estado haitiano a contraer préstamos interiores tales como el de los 674.000 dólares de 1911 con tasas de emisión del 81%, de 609.000 dólares en 1913 con tasas de emisión del 78,8%, de 712.000 dólares en 1914 con tasas de emisión del 60% y 525.000 dólares a tasas del 56% (4)» Y fue con una mezcla de asombro e impotencia que asistió el pueblo haitiano a las escabrosas operaciones de Roger Farnham, presidente del National City Bank de Nueva York, del Banco Nacional de la República de Haití y del ferrocarril haitiano. En realidad Roger Farnham dictaba la política de Estado de los EE.UU. en lo referente a Haití (5).
La infernal espiral del subdesarrollo crónico
En efecto el National City Bank de Nueva York consolidó la posición estadounidense en la economía haitiana. Los estadounidenses controlaban ya el muelle de Puerto Príncipe y el ferrocarril haitiano, la compañía de electricidad, la compañía de los ferrocarriles de la llanura Cul de Sac, etc. mediante la adquisición por los estadounidenses del 40% del capital del Banco Nacional de la República de Haití, los financistas de EE.UU. controlan el estado Haitiano. Como lo señala el economista Alain Turnier «el banco se convierte en un verdadero caballo de Troya en cuyo interior se alojan temibles instrumentos: el exclusivo privilegio del financiamiento presupuestario en un país inmerso a menudo en la anarquía generalmente ruinosa de las revoluciones; esa institución se convirtió en poco tiempo un instrumento eficaz de la voluntad de dominio y de conquista de Estados Unidos…» (6). El economista escocés David Hume decía: «es efectivamente necesario que la nación destruya el crédito público o que el crédito público destruya la nación (7)». En el caso de Haití, el crédito público ha destruido la nación. En efecto la progresión exponencial de la deuda pública iniciada con la deuda de la independencia en 1825 está en las raíces de las desgracias del país. Haití se convirtió en un país sobreendeudado y mal administrado con acreedores extranjeros, en su mayoría comerciantes que imponían al Estado hasta la menor de las decisiones.
El Gobierno haitiano cayó en bancarrota y no podía pagar ni a sus empleados. Con la infernal espiral de las descomunales tasas de interés y de los contínuos déficit presupuestarios, los Gobiernos haitianos han debido contraer préstamos sobre préstamos. De tal modo se explican los nuevos créditos de 1875,1896 y 1910.
Los rentistas de la deuda pública interior y exterior se frotan las manos. Los banqueros estadounidenses ajustan la cuerda alrededor del cuello del Gobierno haitiano que amenaza accionar contra el Banco Nacional de la República de Haití controlado por los estadounidenses. Luis Borno, ministro de Relaciones Exteriores del presidente Davilmar Theodore dijo claramente: «Como Haití no puede aceptar morir a causa de la mala fe y de la crueldad de algunos banqueros, el Gobierno está obligado a tomar todas las medidas que sean necesarias en similares casos de fuerza mayor, medidas puestas en práctica en otros países civilizados, moratoria, papel moneda y otras» (8). Estas prácticas habían ya dado lugar a la corrupción masiva que se inició con el proceso de la consolidación que vuelve a imponerse como nueva edición a comienzos de este 2015.
Los estadounidenses reaccionan con el asunto del Machias. En efecto, sin el menor estremecimiento de angustia, Roger Farnham hace desembarcar a los marines de EE.UU. del crucero Machias el 17 de diciembre de 1914 para apropiarse de la reserva de oro equivalente a 500 millones de dólares que se encontraba en las cajas fuertes del Banco nacional de Haití. El país no cuenta con ningún resorte para prevenir el hundimiento de su economía ocasionado por causas externas (la guerra 1914-1918) e internas (inestabilidad política con cinco jefes de Estado en cuatro años). Mientras tanto los banqueros continúan arrastrando los pies para continuar emitiendo papel moneda y realizar anticipos financieros al Gobierno haitiano. El presidente Davilmar Theodore trata de superar la situación emitiendo el 22 de enero de 1915 los famoso billetes conocidos como los «Bonos Da» que se cambiaban a razón de 59 gurdas por dólar. Este nombre recordaba afectuosamente las dos primeras letras del nombre del presidente Da pero también el «trasero» un juego de palabras que implicaba que eran papeles para limpiarse el «trasero» (9)
El efecto dominó
El 5 de febrero de 1915, es decir dos días después de la terminación del contrato entre la Tesorería y el Banco, el presidente Theodore pidió a Luis Borno, ministro de Relaciones Exteriores, que le consiguiera inmediatamente 5.000 dólares «cualesquiera fueren las condiciones», incluso al 50% (10). El Gobierno estadounidense aprovecha la situación para renovar su pedido de le confíen las finanzas haitianas. Entre el 7 de noviembre de 1914 y el 4 de marzo de 1915, se suceden cinco ministros de Finanzas. Los gobiernos imperialistas de Alemania, Francia y los Estados Unidos utilizan sistemáticamente las prácticas intervencionistas para defender los intereses de los empresarios nacionales.
En Haití «la política de intolerancia internacional se confunde con la de los cañones». Los alemanes desembarcaran sus marines del crucero Bremen en Haití en 1911 y del crucero Karlsruhe en 1914, los franceses desembarcaran sus soldados del barco de guerra Descartes en 1915…» (11). El 19 de junio de 1915, cincuenta marinos franceses desembarcan del crucero francés el Descartes y entran en Cabo Haitiano para defender a los asilados en el consulado francés y echar a los cacos del General Rosalvo Bobo de la ciudad (12). Algunos días más tarde, el 1 de julio de 1915, es decir inmediatamentem los estadounidenses llegan a Cabo Haitiano con el crucero Washington con 700 marinos a bordo y 200 soldados de la infantería de marina. Es la segunda visita, en seis meses, de Washington al Cabo Haitiano, ya que la anterior al mando del almirante Caperton había sido el 23 de enero de 1915.
Entre el 3 y el 9 de julio, la intervención de Estados Unidos dirigida por el almirante Caperton (13), asistido por los capitanes Beach y George Van Orden, tenía por objetivo desacelerar o poner fin al ciclo de «revoluciones» de los jefes cacos. Los oficiales estadounidenses contactan con los cacos de Rosalvo Bobo, acantonados en Petite Anse a algunos kilómetros de Cabo Haitiano y les impiden entrar en la ciudad. Blancos alemanes, blancos franceses y blancos estadounidenses desembarcan, en síntesis, para parlamentar, como dice el historiador Roger Gaillard. Los daños reales o imaginarios sufridos por los extranjeros durante las numerosas insurrecciones servían de pretexto al desembarco de los blancos para obligar a pagar los reclamos. Entre 1899 y 1916 las indemnizaciones reclamadas llegaron a 73.629 por un monto aproximado de 40 millones de dólares (14). Así se completa el estrangulmiento del Estado haitiano por las finanzas internacionales. Es la debacle (seguirá)
Notas:
[1] Anténor Firmin, L’Effort dans le mal, (Porto Rico, 1911), Port-au-Prince, Éditions Panorama, 1962, p. 39.
[2] Constantin Mayard, Préface à Roger Houzel, La production et le commerce de la République d’Haïti, Paris, Librairie technique et économique,1935, p. X.
[3] Se recuerda que las tasas de emisión corresponden a la diferencia entre valor nominal de un título y su valor de emisión (obligación cuyo precio de emisión es de 95 y que se reembolsará con un valor 100)
[4] Leslie Péan, L’État marron 1870-1915, Paris, Maisonneuve et Larose, 2005, p. 343.
[5] James Weldon Johnson, Self-determining Haiti – The American Occupation, The Nation, number 111, August 28, 1920.
[6] Alain Turnier, Les États-Unis et le marché haïtien, Washington, D.C., 1955, p. 252.
[7] David Hume, Essai sur le crédit public, dans Mélanges d’économie politique : Essais sur le commerce, le luxe, l’argent, l’intérêt de l’argent, les impôts, le crédit public, etc., Paris, Chez Guillaumin Libraires, 1847, p. 78.
[8] François Blancpain, Haïti et les États-Unis 1915-1934, Paris, L’Harmattan, 1999, p. 33.
[9] Leslie Péan, » Monnaie, économie et pouvoir en Haïti (troisième de quatre parties) «, AlterPresse, 14 avril 2013
[10] François Blancpain, Haïti et les États-Unis 1915-1934, op. cit., p. 36.
[11] Leslie Péan, L’État marron 1870-1915, op. cit., p. 329.
[12] Hans Schmidt, The United States Occupation of Haiti, 1915-1934, New-Brunswick, Rutgers University Press, 1971, p. 58.
[13] Roger Gaillard, Les cent jours de Rosalvo Bobo, Port-au-Prince, Presses nationales, 1973, p. 34.
[14] Brenda Gayle Plummer, Haiti and the Great Powers, 1902-1915, Baton Rouge, Louisiana State University, 1988, p. 53.»
Leslie Péan es economista y escritor haitiano.
Fuente: http://www.alterpresse.org/spip.php?article17525#.VKlk5SvF8t8