Un modelo de desarrollo que favorece a la minería y la agricultura de exportación, ¿es la causa fundamental, y en última instancia, de nuestras desgracias en el Perú? ¿Es que la minería y la agricultura de exportación están en la raíz de nuestros males de extrema pobreza y extremo desempleo? Víctor Torres Lozada, en su […]
Un modelo de desarrollo que favorece a la minería y la agricultura de exportación, ¿es la causa fundamental, y en última instancia, de nuestras desgracias en el Perú? ¿Es que la minería y la agricultura de exportación están en la raíz de nuestros males de extrema pobreza y extremo desempleo?
Víctor Torres Lozada, en su artículo «El agua: Es un Derecho Humano, un Bien Ecológico y un servicio de Dominio Público» nos dice que el «conjunto de desequilibrios, que traban la posibilidad de un desarrollo sostenible […], tienen como causa principal – en última instancia – aquella que deviene de la imposición de modelos económico-sociales que han favorecido en grado sumo a las grandes industrias extractivas […], (y) que protegieron en sobre medida a la agroexportación […].» ¿Es cierto? Como una primera aproximación es válida. Pero, en última instancia no es tan cierto, como lo veremos a continuación.
Porque, por un lado, en los años gloriosos de inicio de la industrialización, tanto Inglaterra como Estados Unidos desarrollaron una actividad minera importante en su propio país y, sin embargo, no estuvieron en la situación que se encontraban los pueblos originarios del Perú bajo el yugo de la invasión española. La mayoría de los campesinos-mineros que ingresaban a los socavones de las minas nunca más salían. Actualmente, países agro-exportadores como Estados Unidos, Francia e Italia, no se encuentran en el grado de pobreza y desempleo que existe en el Perú.
Por otro lado, cuando hablamos de minería y agricultura de exportación como un mal, inmediatamente proponemos la industrialización del país. Sin embargo, la realidad nos dice que países altamente industrializados como Estados Unidos, Inglaterra y Japón sufren de grandes desigualdades socio-económicas. Las manifestaciones como Occupy Wall Street, en el mismo seno de los Estados Unidos, son una prueba fehaciente de esta realidad.
De ahí que, es necesario comprender que la agricultura y la industria son simplemente formas de trabajar, de crear riquezas. Es decir, las diferentes formas de producir bienes y servicios que la Humanidad ha creado, no es la causa principal, y en última instancia, de los males más grandes de nuestros tiempos como la pobreza y el desempleo.
Entonces, ¿qué esconde ese modelo minero-agro-exportador del Perú? ¿Cuál es la causa «principal – y en última instancia -» de la extrema pobreza y desempleo que sufre la mayoría de la población peruana? En definitiva, no es el modelo minero-agro-exportador. Existe una causa más profunda, aquella que se encuentra en la base de la actividad económica. Se trata del tipo de repartición del resultado neto (utilidades) del esfuerzo nacional.
Si las inmensas utilidades que generan las empresas multinacionales de la minería y del agro, asentadas en el país, se quedarían en el Perú, los peruanos tendríamos otro cuadro de vida, otro nivel de remuneraciones. Es decir, si nuestras empresas peruanas se dedicaran a la minería y la agricultura de exportación, como lo hacen actualmente las multinacionales americanas, canadienses, inglesas y chinas, por ejemplo, nuestra situación socio-económica no sería la misma.
Las utilidades se quedarían en el Perú, cierto, pero en muy pocas manos. Sobre este supuesto, tendríamos nuevos romeros y roques benavides que se apropiarían de la totalidad de las utilidades y, de tiempo en tiempo, tendríamos manifestaciones de «indignados» en la Plaza San Martín de Lima, como signo de protesta de las grandes desigualdades económicas. Cierto que no estaríamos en la situación socio-económica de Bolivia, Ecuador, Chile y otros pero, no habríamos logrado erradicar la causa de la pobreza y la desocupación que sufriría una buena parte de la población.
Entonces, el problema esencial y, en última instancia, se encuentra en la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica, cuando hablamos de pobreza y desempleo. Un tipo de repartición de las utilidades que permite que el 100% de las ganancias de las empresas sea apropiado únicamente por sus accionistas. Grandes masas de utilidades que se destinan a muy pocas personas y, salarios de miseria para los trabajadores. Esta situación socio-económica quedó grabada en el 1% y 99% de la manifestación expresada en Occupy Wall Street.
Cuando hablamos de pobreza y desempleo, lo que urge cambiar es el tipo de repartición de las utilidades imperante. Es necesario pasar de una posición hegemónica de Repartición Individualista hacia una posición hegemónica de Repartición Igualitaria. Es necesario que lo principal de nuestra economía sea manejado por empresas que pertenezcan al país, creadas con fondos que pertenezcan al país, a fin de que sus utilidades pertenezcan también a todos los habitantes del país, en igualdad de condiciones. Este es uno de los dos puntos centrales si queremos hablar de un cambio de modelo.
El otro punto central, en un cambio de modelo, es ponernos a la altura del avance de la Humanidad en lo que se refiere a las formas de trabajar. Debemos ingresar rápidamente a la economía inmaterial, la economía de conocimientos, aquella que genera el mejor cuadro de vida y las mejores remuneraciones tanto para los trabajadores como para el resto de la sociedad.
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