El año 1816 era un momento crítico para los patriotas americanos. La ofensiva realista en todo el continente había arrasado con el movimiento emancipador y reconquistado buena parte de su territorio, en el sur sobrevivía una franja que abarcaba la Banda Oriental, norte de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Misiones, Cuyo, Tucumán, Salta y eventualmente Jujuy y Tarija; en el norte del Sudamérica una franja de Nueva Granada permanecía en manos patriotas mientras que el resto del continente había caído otra vez bajo el yugo realista. Pero al interior del espacio liberado ya se disputaba una lucha abierta por definir el modelo político de organización para la futura nación libre, esa disputa nació con el mismo anhelo de libertad en 1810 y se fue agudizando a medida que se consolidó el ansia libertaria y más aún ya con la decisión de declarar la independencia.
Los sectores comerciantes de Buenos Aires, la naciente burguesía porteña buscaba imponer su predominio sobre el resto de la región aprovechándose de la ventaja geográfica y política: el puerto de acceso desde el Atlántico hacia el continente y capital del viejo virreinato. Su proyecto de emancipación contemplaba el dominio político centralizado y las ventajas del librecambio que aseguraba ganancias a través del control de la aduana y el ingreso de mercancías hacia el interior. Sus intereses fueron marcando el ritmo de la lucha contra España no obstante la disposición de otros sectores para presionar y dar un orden a la patria en ciernes. La extenuante lucha en diversos frentes militares con resultados cambiantes no estaba exenta de las condiciones políticas (acuerdos y desacuerdos) de las fracciones y regiones que impulsaban proyectos propios: la Banda Oriental, el prontamente escindido Paraguay, las provincias del norte y del Alto Perú, centralistas, federales, republicanos, liberales, conservadores, etc.
La Asamblea General Constituyente y Soberana del Año 1813, conocida como Asamblea del año XIII, se inició en Buenos Aires el 31 de enero de ese año y funcionó hasta enero de 1815 pero no logró sus dos cometidos centrales: independencia y constitución. Esto debido otra vez al poder e influencia cada vez mayor de Buenos Aires sobre las otras regiones, por caso rechazó a los diputados de la Banda Oriental que respondían al caudillo José Gervasio Artigas que llegaron con “instrucciones” en relación a independencia, república y federalismo. Aspectos formales fueron el pretexto para impugnar las exigencias políticas de los orientales comenzando a transitar un sendero de luchas, disensiones y finalmente secesión nacional. La Asamblea disuelve el triunvirato y lo reemplaza por un gobierno unipersonal, el Directorio, idea de Alvear que ya dominaba el plenario y avanza hacia un centralismo inaceptable para las provincias. No hubo Constitución y si bien tampoco una declaración formal de independencia ya otras decisiones dejaban en claro que las Provincias Unidas del Río de la Plata iban en ese sentido.
Mientras en el norte la lucha era sin cuartel, con más derrotas que victorias, con duras disputas en el Alto Perú, con los realistas ocupando Salta una y otra vez en lucha encarnizada contra las milicias del General Güemes, con San Martin preparando el cruce de los Andes para liberar Chile y luego Perú, con Artigas luchando contra españoles, portugueses y porteños. Allí justamente en 1815 el caudillo convocó a un Congreso de la Liga de los Pueblos Libres o Liga Oriental en Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) formada por la Banda Oriental, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe, Córdoba (territorios en extensión mayor a las Provincias Unidas). No hay constancia de una declaración formal de independencia, sí una ratificación de la voluntad de libertad y de un sistema federal y republicano. Ya Artigas chocaba abiertamente con Buenos Aires en sus concepciones políticas, dado que los porteños no toleraban la posibilidad de una federación de provincias implicando delegar o compartir el poder. En Salta Güemes había sido proclamado gobernador por el Cabildo, siendo la primera provincia elegía de forma autónoma por fuera de la decisión del Directorio, se llega al extremo que Alvear, Director Supremo, le ofrece a la Banda Oriental ser independiente de las Provincias Unidas (o sea de Buenos Aires) propuesta que es rechazada por Artigas que ratifica su pertenencia a la nación en ciernes.
El 24 de marzo de 1816 inicia su sesión el Congreso de Tucumán cuya convocatoria fue realizada el año anterior ante presiones de las provincias que, además de la Banda Oriental, estaban en abierto conflicto con el centralismo de Buenos Aires: Salta, Córdoba, Santa Fe. Se elige Tucumán para salir de la influencia de Buenos Aires, un punto geográfico central entre el puerto y las ciudades del Alto Perú y seguro dado que estaba asegurada ya contra los intentos de invasión realista. El 9 de julio se declara finalmente la ansiada independencia, su acta original será modificada diez días después en sesión secreta para agregar (y asegurar) que eran “una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli y de toda dominación extranjera”. Estaba allí el punto de partida para la discusión sobre el modelo político a seguir. El 6 de julio Belgrano había informado sobre las gestiones diplomáticas hechas en Europa; Napoleón había sido derrotado y las monarquías iniciaban la restauración absolutista, recomendaba entonces adoptar como forma de gobierno una monarquía temperada, es decir una monarquía parlamentaria con un monarca descendiente del Inca, esto fue apoyado tanto por San Martín como por Güemes entre otros, no así por los porteños, tampoco por Artigas que no participó del Congreso. Aquellos se opusieron por razones más bien racista y de poder (la elite porteña no delegaría su poder en un “descendiente de la casta chocolate”, además que se proponía trasladar la capital de las Provincias Unidas en Sud América al Cuzco), éste por sus principios republicanos y federales. Uno de los redactores del Acta fue José Mariano Serrano, diputado por Charcas, otras ciudades del Alto Perú no participaron por estar en manos españolas y enfrascadas en la guerra; Serrano veía más bien dificultades políticas en ese modelo.
La sucesión de hechos dieron testimonio de la escasa voluntad de integración y de trato igualitario de los representantes de los intereses porteños a las otras regiones: San Martín inició la campaña de Chile con escaso apoyo del Directorio y presionado para que su ejército retornara a combatir a los federales; Güemes daba una lucha solitaria en el norte frenando a los españoles mientras en el Litoral la lucha era ya directa de los caudillos contra el centralismo. El Congreso constituyente se trasladó de Tucumán a Buenos Aires y en 1819 sancionó una Constitución no acatada ni aceptada por nadie. San Martín siguió su campaña hasta la liberación de Perú en 1821, para ceder luego el mando continental al otro libertador, Simón Bolívar quien desde el norte completó la gesta emancipadora: Colombia, Ecuador, Perú y finalmente el Alto Perú. Allí se produjeron las últimas batallas contra los españoles: el Ejército libertador al mando del Mariscal Antonio Sucre, los sobrevivientes de las “republiquetas” y fuerzas dispersas del viejo Ejército del Norte (Güemes murió en combate en 1821 para regocijo de los unitarios) en un último intento a cargo del general Álvarez de Arenales. Las Provincias Unidas en Sud América habían estallado en 1820 con la derrota porteña en la batalla de Cepeda. La gran nación sudamericana se despedazaba por las luchas internas, por la prepotencia de la elite porteña en la búsqueda del predominio político y económico por sobre las otras regiones y los proyectos federales que significaban la posibilidad de una integración democrática.
El Alto Perú fue el territorio donde empezó el movimiento revolucionario un año justo antes del de Buenos Aires, el 25 de mayo de 1809, allí donde participaron y compartirían sus luchas, ideas y proyectos personajes como Bernardo de Monteagudo, Álvarez de Arenales y José Mariano Serrano, Juana Azurduy entre otros con la causa de los “pueblos de abajo; «Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno de nuestra Patria. Hemos visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y la tiranía de un usurpador injusto que degradándonos de la especie humana, nos ha reputado por salvajes y mirado como esclavos; hemos guardado un silencio bastante análogo a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español» decía la proclama que circuló en La Paz atribuida a Bernardo de Monteagudo. La represión coordinada desde Lima y Buenos Aires fue feroz, sus cabecillas ejecutados y otros encarcelados o desterrados, entre ellos Monteagudo y Álvarez de Arenales. En una línea histórica política es claro el vínculo entre esos dos movimientos que intentaron ocultar posteriormente como forma de construcción de historias nacionales segmentadas.
En 1825 a instancias de Bolívar se convoca a un Congreso General Constituyente del Alto Perú, Asamblea General de Diputados de las Provincias del Alto Perú. La tarea de los diputados fue además de discutir la emancipación de España, el futuro del territorio en cuanto a su destino político, tres eran las opciones: adherir a la nación peruana, adherir a la nación argentina o ser soberanos y formar una nueva nación. La mayoría adhirió a la tercera opción y la de anexarse a la nación rioplatense no tuvo ningún voto. Es que no era un rechazo a las Provincias Unidas en Sud América, tal la denominación en el acta del 9 de julio de 1816, era al continuo desprecio que habían tenido de Buenos Aires, su centralismo y autoritarismo que los alejó de la posibilidad de una integración plena.
José Mariano Serrano diputado de Charcas en el Congreso de Tucumán fue redactor del acta y a posterior también el Manifiesto de la Independencia, al acta la tradujo al quechua y aymara para su difusión amplia en el territorio altoperuano entre la población aborigen; nueve años después será parte del congreso altoperuano, también redactor del acta y firmante del acta. Notable intelectual y político que actuó en el amplio, disperso, conflictivo territorio del ex virreinato. Su accionar es un ejemplo de la tenacidad por sostener la unión de esos espacios para formar una sola nación libre e igualitaria. El Alto Perú se declaró independiente el 6 de agosto de 1825, adoptó la denominación de República de Bolívar en honor al libertador venezolano y también como una forma de presión para que acepte la emancipación del Alto Perú respecto de sus vecinos Perú y las Provincias Unidas a las que Bolívar pedía que se uniesen. A posterior derivó al nombre de Bolivia
Finalmente en ese mismo agosto de 1825 en Montevideo, el día 25 en la Banda Oriental se daba un paso fundamental al declarar la independencia respecto de Brasil y se declaraba la pertenencia a las Provincias Unidas. La incompetencia y negligencia de Buenos Aires lograrían que tres años después se separara definitivamente, algo que ciertos sectores de la elite porteña no lamentaban y deseaban, tal como años antes Alvear había hecho saber a Artigas al ofrecerle la independencia respecto de las Provincias Unidas, pero la debilidad política de un gobierno más centralista que nacional condujo mal la guerra posterior con Brasil que terminó en acuerdos desacertados y adversos para Argentina cediendo la secesión e independencia de la nueva nación de Uruguay.
El viejo territorio virreinal se desgranó en cuatro naciones autónomas, Paraguay desde un inició quedó al margen de las luchas no aceptando el predominio de Buenos Aires; el Alto Perú o Charcas y la Banda Oriental sufrieron el destrato, incapacidad o falta de voluntad del poder porteño para integrarlos y mantener la unidad territorial que no se dio porque significaba ceder y compartir el poder político que reclamaban para sí.
A doscientos años de la independencia de Bolivia declarada el 6 de agosto de 1825 y del Congreso de la Florida del 25 de agosto de ese mismo año que declara la independencia de la Banda Oriental respecto de Brasil y ratifica la pertenencia a las Provincias Unidas, vale el análisis de un proceso que dio origen a una clase dominante de sentido sectaria que derivó en una oligarquía sin conciencia nacional, sin proyecto de país que permitió y azuzó la disgregación de la Patria Grande en Sudamérica.
Daniel Escotorin (Historiador)
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