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Perú

El triunfo parcial de Pedro Castillo y el terruqueo a la izquierda popular andina

Fuentes: Rebelión

No la teoría como voluntad de verdad, sino la teoría como un conjunto de conocimientos disputados, localizados, coyunturales, que han de debatirse de forma dialógica. Pero también como una práctica que siempre reflexiona sobre sus intervenciones en un mundo donde marcaría la diferencia, donde habría de tener algún efecto. En fin, una práctica que entiende la necesidad de la modestia intelectual. Pienso que hay una gran diferencia entre entender la política del trabajo intelectual y sustituir el trabajo intelectual por la política.

(Stuart Hall. “Cultural Studies and Its Theoretical Legacies”. Stuart Hall: Critical Dialogues in Cultural Studies. Ed. David Morley y Kuan-Hsing Chen. Londres: Routledge, 1996. 262-275. Impreso 274 y 275)

Los pueblos indigenas estan tomando decisiones en la institucionalidad electoral. En Ecuador decidieron por el voto nulo y perdio el neoliberal progresista Arauz. En Bolivia hubo balotage en cuatro departamentos y en todos perdieron los candidatos impuestos por Evo Morales. En Perú, gano Castillo por 19% contra Keiko 13.3%, gracias al voto indigena y mestizo indigena andino. Veamos este ultimo caso. Lo que decimos parece contradictorio, pero no lo es. Las politicas de ambos lideres fueron anti indigenas y lo estan pagando.[1]

El “terruqueo”, que para el no peruano seria un enigma, en Perú, de tanto usarse ha sido convertido en verbo. Muy conocido por todos los peruanos durante tres decadas. Consiste simplemente en descalificar al oponente como terrorista. Y atentando contra toda libertad hacen de las victimas lo que se les antoja como en la operación Olimpo. En la política no es nada nuevo, sino lean al gran Chomsky o pregunten a los expertos exmandatarios norteamericanos o a Montesinos, su versión criolla, el Macquiavello arequipeño, que dirigio una decada la politica peruana y al que Keiko le rinde pleitesia patriarcal y hasta hoy acepta sus sabios consejos. Probablemente la idea de enviar tres keikos y recurrir al fraude, para copar el Congreso y apostar por conseguir la presidencia haya sido su idea. Pero esa practica no es suficiente, los mitos importan, tres de ellos son: respetar el modelo que dio crecimiento, particularmente a la minería; defender la democracia y acabar con el peligro terrorista que viene de toda la izquierda y tercero, evitar la crisis y las politicas de schok. Las tres mentiras históricas que el pueblo ha entendido a fuerza de golpes, despojo, miseria y que quedaron desnudas con la pandemia y la muerte masiva.

El sujeto y la victima del terruqueo hoy es Castillo, involucrando al Movimiento por la amnistia y derechos fundamentales (MOVADEF), que como su nombre lo indica no es un movimiento guerillero, es un movimiento pacifico que solo dice defender los derechos humanos fundamentales y pretende proteger a los presos políticos sobrevivientes de la lucha armada 1980-1993 y buscar la amnistia para Abimael Guzman. El argumento de Lescano de Acccion Popular y de Cesar Hildebrandt contra Pedro Castillo es que este movimiento habria participado de la gran huelga magisterial del 2017, uno de cuyos protagonistas fue el maestro Castillo. Aunque el argumento no es valido para acusar al MOVADEF de violentista por que el lider de AP y el periodista, hoy venido a menos, persisten en su condena llamando a la anulacióndel voto?. No se les entiende. Mas aun si sabemos que quienes persisten en la lucha armada rechazan al MOVADEF desde hace medio siglo. Solo les quedara decir que es por que dicen seguir el “pensamiento Gonzalo”, pero acaso no fue el que llamo a deponer las armas. Inclusive el periodista Gorriti, su red de medios y grupo de analistas, que manejan la mejor información de lo que venimos relatando, esta deslindado con estos acusadores, marcando su apoyo a Castillo para la segunda vuelta. Creemos que ambos perderan seguidores rapidamente, el semanario de Hildebrandt terminara como un vulgar pasquín y la proxima candidatura de Lescano quedara descalificada.

El problema que encontramos es que este calificativo se convirtió en fetiche y en un mito, que quien mas lo utilizó sutilmente fue el progresismo neoliberal, derrotado electoralmente y que como respuesta acusa a Castillo, sin haber gobernado nunca, de autoritario y conservador. Tambien seria culpable de no aclarar bien sus relaciones con Maduro y el Movadef. Los periodistas (autotitulados analistas politicos), académicos, oenegeros en su mayoría y César Hildebradt, con un tufillo racista señalan que el triunfo de Castillo es no representativo, que mas sus votos fueron de los ausentes; que sumando los votos de la derecha es una derrota y que es un peligro para la democracia y la gobernabilidad.Otra falacia es sostener que Castillo es producto de la segmentación de la sociedad y la política. Y, que tiene la suerte de que su contendora sea Keiko, jefa indiscutida de una organización criminal, según el ministerio Publico, que de modo inedito-aunque reiterativo- es aceptada como candidata por la JNE y la ONPE en manos de los magistrados. Lo cierto es que la izquierda esta menos dividida que en los 80 cuando habia mas de cien organizaciones de izquierda. Ahora electoralmente se redujo a dos movimientos y dos caparazones, uno es el de Juntos por el Perú de propiedad de Patria Roja y toda la izquierda neoliberal tras ella, reune a la izquierda tradicional renovada por la corrupción (Desde Villaran, hasta Santos. Desde la derrama hasta el cuello blanco Duberly. Desde el Gobernador por Moquegua hasta las varias universidades bajo su control), centralmente limeña, que propusieron pequeñas reformas para que cuando firmen la hoja de ruta de la CONFIEP sean aceptados por el lumpen empresariado. Asentados en la universidades privadas y las ONG, cuando no son asesores o consultores gubernamentales, penetrados hasta los huesos de la ideología neoliberral, pareciera que solo buscan su estabilidad laboral. El soñado ascenso a la clase media y al blanqueamiento derivado. Con su red de medios y su tropa de analistas politicos, creyeron que podian contrarrestar al grupo El Comercio, a Willax, que termino en un enorme fracaso.

El otro movimiento es el de Pedro Castillo, que tiene tras el a Perú Libre, cuyo lider es el médico Vladimir Cerrón, y todo un mundo andino, indigena y mestizo-indigena, de clase media baja y popular, son los de abajo, es la izquierda popular ninguneada hisroricamente por la primera. Son de universidades publicas, pensadores de los pueblos andinos, del mundo otro, invisibilizados por los primeros (que explica sus opiniones racistas y discriminatorias ). Muchos son los padres de la gente del primer grupo, que cambiaron influenciados por la academia privada y sus aspiraciones burocraticas o tecnocraticas, en lo público o lo privado. Muchos de ellos aspiran a ser de una clase media acomodada y ni si quiera llegan a eso. Y otros dos grupos mas, el Frente Amplio del padre Arana que al expulsar a medio partido y la renuncia de la otra mitad, se quedo sin feligreses. Tras el esta Alcantara de Democracia Directa, que en medio de sus divisiones, solo tuvo vida cuando fue vientre de alquiler. Estos ultimos perdieron su registro y presumiblemente perdieron todo. De las cuatro organizaciones de izquierda, las que tenían dueño se esfumaron (Frente Amplio y Democracia Directa). Quedaron dos, Juntos Por el Perú, propiedad de Patria Roja, con su candidata Verónica Mendoza, que pudo ser la candidata de toda esta izquierda, pero que a ultima hora se decidio por ir con PR. A ella se sumaron las izquierdas neoliberales, con sus ONG, sus recursos, su red de comunicaciones, con sus tentaculos, estaciones de radio y una larga lista de supuestos analistas políticos. A ellos no les fue dificil colocarse en el centro electoral. Sus académicos de La Catolica, Pacifico, U de Lima y ahora San Marcos no lograron hacer política, pero si disputar hegemonía a la derecha neoliberal. Y en el otro lado se ubico Perú Libre con el profesor Castillo, que fue puesto como candidato de emergencia, ante la salida de Verónica.

La derecha tampoco esta tan fragmentada como sostienen los analistas, su división obedece a intereses particulares de grupos criminales o a la busqueda de impunidad, pero todos estan unidos por el neoliberalismo. Sus mermeleros ahora lo que piden a exigencia de sus amos es una hoja de ruta a la que se comprometan los candidadtos para dar confianza al votante. La misma trampa que impusieron a Ollanta Humala, sumandole algunos dólares de Odebrecht, para someterlo totalmente.

La vision sesgada de la realidad por parte de los neoliberales de diverso tipo, provino de su lealtad a un supuesto “Estado democrático”, a su confianza en la inversión privada como motor del crecimiento, al culto al monpolio de la violencia por las sacrosantas FFAA de las que provino montesisnos y los pactos de sumisión. Eso permite entender la sorpresa, la incertidumbre, el miedo y la confusión de ambas tendencias neoliberales. a un partido creado desde la lucha social de las organizaciones magisteriales, populares e indígenas en su resistencia al neoliberalismo y se ubica en la izquierda del sistema político. Sin embargo, al cohabitar el espacio de la izquierda con otras organizaciones políticas del mismo espectro tiene que compartir criterios y nociones que no son parte de su cosmovisión del mundo y que tampoco se armonizan con su visión del Estado Plurinacional.

Sin embargo, la irrupción de progresismos «tardíos», como el caso López Obrador en México, o el retorno electoral de la centroizquierda en algunos países, no garantizan el retorno de un período de crecimiento y estabilidad: América Latina –como el resto del mundo– entró en un período de fuerte turbulencia, que combina una crisis económica gigantesca, la crisis sanitaria, la profundización de la crisis ecológica y una nueva polarización social, política e ideológica. Todo esto sobre el fondo de un ascenso alarmante de sectores reaccionarios, de los evangelistas y de las extremas derechas «alternativas», que movilizan a porciones cada vez más grandes de las capas populares. Tanto para las izquierdas emancipatorias como para los movimientos sociales, se juega aquí la cuestión de la democracia.

Ahora resulta que el voto por Castillo, para algunos, es el voto antifemenino, machista. conservador, terruco, autoritario. No se puede ser mas vil para pensar semejantes cosas. Ser algo conservador no es malo, lo fueron Arguedas y mariategui al defender el comunalismo andino. No aceptan que Castillo rechaze al neoliberalismo de derecha e izquierda, a las esquizofrenicas ONG, que un dia los apoyan y el otro los traicionan; el repudio a los responsables de las muertes que los acecha mientras los analistas comentan en las redes las virtudes de la mineria, que los despoja y contamina cada dia; es el repudio a los mitos y fetiches politicos sobre una inexistente democracia, un pais sin derechos, sin ciudadania, sin división de poderes pues todos estan sujetos al poder economico. Esta última es la vision de la falsa e ilusoria clase media limeña, incapaces de un analisis etnico-clasista, de entender a la izquierda popular que años busca un representante y hoy confia en Castillo. Es el otro mundo que no conocen, pues siempre fueron invisibilizados, el mundo del «no ser», el mundo mestizo indigena, que piensa, evalua, analiza y no cree en los pseudo analistas.

Los mestizo indigenas e indigenas achorados en Lima necesitan un proceso de reconversión. Sus familas en los andes votan por castillo y ellos por la basura politica. Los nuevos «intelectuales» privilegiados, ni siquiera son pitucos pero quisieran un futuro como el de sus maestros, que viven de la especulación y ejercen una influencia negativa en las universidades de la ignorancia. La unica explicación que dan al triunfo parcial de Castillo es el rechazo a la política y a los políticos y a la supuesta fragmentación. Y es que no poseen una concepción del Estado ni del sujeto anticolonial. El progresismo neoliberal, sigue siendo reacio a otorgarle presencia ontológica a los sujetos que no son de su clase media empotrada en escritorios: ignoran a los trabajadores, subalternos oprimidos, el precariado y al miserable y sigue considerando accesoria — cuando no tiende a negar directamente — toda afirmación identitaria. Asimismo, esta izquierda, se olvida de pensar el sujeto a la luz de los efectos del capitalismo colonial, desigual y combinado. No sólo persiste en pensar el sujeto con los fundamentos característicos del crecimiento y el productivismo, recurriendo a un crecimiento sin valor agregado, sin tecnología y sin industria. No ha dado cuenta todavía de los nuevos sujetos subalternos y oprimidos, de las nuevas relaciones sociales que experimentan — producto del despojo, mucho más en teritorios rurales, en la vida cotidiana de las calles y también en las fábricas — como resultado del proceso de desarticulación impulsado por el capital en su inédito proceso de concentración, de la descentralización de la producción, de las nuevas contradicciones, de las nuevas y complejas formas de regulación social, de las temporalidades múltiples, de las nuevas subjetividades de mercado, de la creciente densidad de la sociedad. La lógica economicista ha postergado la visión de los aspectos vinculados a la diversidad cultural: pueblos originarios, género y otras identidades que muestran la creciente complejidad de la lucha de clases. No ha asumido la tarea de redefinir constantemente el sujeto popular. Solo adoptan las politicas de genero por su snobismo. Olvidan que toda sociedad de clase está atravesada por una lucha violenta y permanente, una guerra civil más o menos abierta o más o menos larvada, eso que llamamos, otra vez, lucha de clases. Su concepción del sujeto sigue presuponiendo la existencia de un sujeto sustancial, el ciudadano, derivado del mito del progreso y/o de las identidades posmodernas sin sustento capitalista real. Persiste en un conjunto de reduccionismos y gira en torno a las identidades monolíticas y las categorizaciones unidimensionales, lo que torna compleja las articulaciones militantes al interior del mundo heterogéneo de los sujetos plebeyos-populares. No logran despojarse de los prejuicios racionalistas. Esta concepción conduce invariablemente a asumir la «pasividad» del sujeto. No hace precisamente una apología de su protagonismo. Por ende, alimenta las peores mañas verticalistas y dirigistas.

Su teoría del Estado sigue sin colocarse al nivel del tiempo de recolonización que vivimos. Ya sabemos que el Estado, en última instancia, es el «instrumento» de la clase dominante, pero debemos dar cuenta también de las dimensiones estructurales y políticas del Estado, abarcarlo como proceso y no como cosa, abandonar de una buena vez la idea de la «neutralidad técnica» del Estado. Sería bueno, también, que tengan presente la tesis marxista de la abolición del Estado; para no fetichizarlo y no hacer del partido una instancia divinizada. El cambio de sí mismo coincide con el cambio de las circunstancias. En materia de economía política, sus definiciones no logran ir más allá del productivismo y el moralismo prominero. Alientan la sumisión a los códigos creados por la derecha. Así, la izquierda está reciamente apegada a la forma, que es uno de los modos de la mentira. Apresada en sus prejuicios, es suelo inadecuado para que despegue la imaginación, para que crezca el poder creador del pueblo y florezcan las iniciativas de los seres humanos que luchan. Es repetitiva. Sigue conformándose con el acto cognoscitivo, sin tener una experiencia directa de la subalternidad y la opresión, de la comunidad y sus palabras. La imposibilidad de una experiencia tal la conduce a las reiteradas mistificaciones — de la clase, del partido, etcétera — No tolera que el pensamiento, la teoría y los saberes políticos se conviertan en vida. No tolera el experimento, la prueba, la exploración: lo nuevo y creativo

El progresismo neoliberal se siente cómodo en la inmovilidad de la doctrina neoliberal, en los pensamientos fijos, fosilizados, abstractos; en los sistemas definitivos y cerrados. No puede tolerar las consecuencias culturales, ideológicas y políticas de asumir el marxismo como filosofía de la praxis de las clases subalternas y oprimidas en lugar de imponer una conciencia histórica y crítica preestablecida. La izquierda quiere ser charco inmovil, no se atreve a ser rio. Prefiere contener a desbordar. Sigue fiel a una tradición político-cultural «normalizadora». Apostemos por un pensamiento germinativo que podría inspirarse tanto en Gramsci como en José Carlos Mariátegui, o en el pensamiento creativo andino. Una república de cholos, que acceden a ciertos derechos pero no termina de igualarse con los blancos, que son quienes ejercen el poder y el control del universo simbólico del país. Los gustos, las modas, lo light, lo decente o políticamente correcto lo decide esta clase. Las dos izquierdas poseen lenguajes antitéticos, semantica y lexicos diferentes. Unos se quedaron en la cultura neoliberal, defensivo, inerte, listos para aceptar la hoja de ruta. No lograron decodificar la cultura marginal, de la pobreza. Hundida en luchas posmodernas, alguna justas e importantes como las ecológicas, antisexistas, antirracistas y feministas, etc. Se quedaron fuera de las clases populares desocupadas, sin secundaria completa y sin formación profesional para atender las demandas del futuro mercado laboral.

Los otros usan lenguaje básicos, movilizadores, de las calles. Castillo inicia el cambio aquí y ahora, requiere de praxis que promuevan los lenguajes de los pensamientos críticos que prefiguren el mundo nuevo. Parten de la existencia del 85% de gente humilde en un país rico. La izquierda neoliberal disfruta de su nulidad y se aferra al escaso poder que le dan sus posiciones y medios. Por ello desprecia al maestro de la aldea, periférico y artesanal que, tiene algo de conservador pero busca el cambio a la hora de pensar lo nacional y el Peru de la utopía, se apoya en lo domestico y en la realidad concreta y practica, pues esta mimetizado con los pueblos. Pero esta izquierda más radical tiene que volver a poner en el centro del debate político la cuestión de la redistribución de la renta y la riqueza, es decir, la equidad, la igualdad en la democracia. No puede simplemente querer reformar el sistema capitalista, ya sea para resolver problemas climáticos o para eliminar las desigualdades o la discriminación. Tiene que llegar al meollo del asunto: la difusión de la propiedad, el reparto de los ingresos y la distribución del poder político entre las mayorías y no solo el 1% de las partes interesadas. Esperemos que sus bases abiertamente entren a la campaña de Castillo y protegan los votos.

Nota:

[1] En Perú, hace cinco décadas los pueblos originarios fueron llamados campesinos y bajo el nombre de indígenas solo quedó para los originarios amazónicos. Desde entonces no hay movimiento indígena organizado, solo de agricultores, regantes, campesinos o jornaleros. La necesidad de su organización en un país de pueblos originarios es urgente y debe estar asociado al análisis de clases y alianzas.