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El vuelco histórico

Fuentes: Rebelión

No hay antecedentes en la historia delpequeño país suramericano, poco más de 3 millones de habitantes, 175 mil km2 de territorio, y podría decirse de América latina si se exceptúa el hito de la Revolución Cubana, de un cambio de gobierno que haya suscitado una esperanza colectiva tan intensa como la que ha tenido lugar […]

No hay antecedentes en la historia delpequeño país suramericano, poco más de 3 millones de habitantes, 175 mil km2 de territorio, y podría decirse de América latina si se exceptúa el hito de la Revolución Cubana, de un cambio de gobierno que haya suscitado una esperanza colectiva tan intensa como la que ha tenido lugar con la instalación del nuevo presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez líder de una coalición progresista. Si bien este acontecimiento se inserta en el cuadro de cambios producidos en años recientes en el Continente, tiene en el Uruguay ciertas especificidades, que confirman una vez más la diversidad en la unidad, de la América al sur del rio Bravo.

Después de 174 años ininterrumpidos de alternancia en el gobierno, de los dos partidos tradicionales, Colorado y Blanco, estos han sido derrotados en las urnas por una coalición progresista – omito deliberadamente las calificaciones maniqueas usadas por los medios del sistema para desacreditar cualquier política discrepante con el «pensamiento único»,- formada en 1971, que se denominó Frente Amplio y unificó intentos anteriores más limitados. Hay que decir empero, que dicha coalición estuvo integrada desde sus comienzos por agrupaciones políticas de izquierda, dentro de un espectro que incluía variantes del socialismo, cristianos, y desprendimientos de los partidos tradicionales. El Movimiento de Liberación Nacional(Tupamaros) que había optado por la vía de acciones armadas, no integró el Frente y mantuvo lo que se llamó un «apoyo crítico» a la naciente coalición.

Entre las peculiaridades del proceso de la izquierda uruguaya, que acaba de cerrar un ciclo en la historia del país y comenzar otro de cara a un futuro cargado de incertidumbres y en gran parte impredecible, hay que anotar un hecho que no se repitió en experiencia similares del continente, que es la persistencia durante más de tres décadas, por encima de divergencias a veces significativas, de la unidad en torno un programa común. Una prueba de madurez política.Y una difrencia sustancial con la «unidad» de los partidos tradicionales que estuvo basada en el reparto de cuotas de poder y empleos para la clientela política. El programa actual del FA es menos ambicioso del que tenía en los años de su creación.

Duramente perseguidos por la dictadura cívico-militar que instauró el terrorismo de Estado entre 1973 y 1985, los militantes del FA, empezando por su presidente y co-fundador, el general Liber Seregni, sufrieron cárcel, destiero y muerte.Hay una larga lista de nombres de asesinados, «desaparecidos», sobrevivientes de la cárcel y la tortura, que con su entrega hicieron posible la alegría y las esperanzas de hoy.

Ni el terror de Estado, ni la dictadura del mercado que aplicaron las democracias electorales y tuteladas que le siguieron lograron conquistar base social alguna. La corrupción imperante, junto con la peor agresión a los derechos humanos que es la miseria, que ´ha castigado a la sociedad uruguaya, en dictadura y en democracia «de cada cuatro años», terminaron de deslindar los campos.

La coalición que lidera Tabaré Vázquez hubo de obtener el gobierno en las elecciones de 1999, frente a su oponente Julio M. Sanguinetti, de no haber mediado una trampa llamada balotaje que los políticos tradicionales «vendieron» a algunos dirigentes del FA a cambio de la eliminación de una ominosa ley electoral elaborada desde medio siglo atrás entre los dos partidos tradicionales para bloquear la posibilidad de acceso al gobierno, de cualquier otra fuerza.

En las elecciones recientes, ni el balotaje, que no fue necesario porque la coalición ganó en la primera vuelta, ni la costosa campaña de terror instrumentada principalmente por el ex-presidente Sanguinetti a propósito de la presencia de los exguerrilleros como fuerza mayor de la coalición, fueron suficientes. Las elites suelen subestimar el sentido común de la gente común y la campaña de terror tuvo un efecto contrario al buscado. El Partido Colorado, partido único durante más de 90 años, y co-gobernante con el Blanco después pero mayoritario hasta las elecciones, se desplomó hasta un 10% en el escrutinio de octubre pasado. No es posible visualizar bajo qué circunstancias podría volver a recuperar credibilidad.

La politica neoliberal, como la democracia «made in USA» que el imperio «amenaza» con exportar al resto del mundo a fuerza de misiles, sin mucho éxito hasta ahora, no tiene destino en América latina, ni en el planeta si es que este habrá de sobrevivir.Tampoco los políticos que la han promovido.

Ni los militantes de la coalición de izquierda integrada principalmente por los jóvenes que han podido eludir el exilio causado por la dictadura del mercado ni los simples votantes esperan milagros ni mejoras espectaculares. Saben que heredan un país fundido y saqueado. Pero esperan y están convencidos, de que 1) no habrá corrupción y que cuando aparezca un corrupto (no todos los buenos están de un lado y los malos de otro) será sancionado como corresponde; 2) saben que existe una decidida voluntad de encarar los problemas sociales más agudos como una prioridad, con criterio de justicia y no de beneficencia. y 3) que la política exterior del gobierno no será de entrega sino digna y soberana, atendiendo a los intereses del país y de los países hermanos del Continente. No se ha insistido lo suficiente en el papel funesto que han jugado los cómplices y/o mercenarios al servicio del imperio, en la historia de los países latinoamericanos desde su independencia.

Ya no habrá más votos contra Cuba ni apoyos abiertos o encubiertos a conspiraciones contra gobernantes como Hugo Chávez en Venezuela, que ha obtenido el respaldo mayoritario de la ciudadania en las urnas, nada menos que en ocho convocatorias, en los últimos años.

Ningún país de América latina representa directa o indirectamente peligro alguno para la seguridad de Estados Unidos. Al margen del candente debate teórico sobre los plazos en que la decadencia del imperio entrará en una etapa crítica, y pese al descalabro en Irak, y a otros descalabros anunciados en la cruzada «por la libertad»por el presidente Bush, lo cierto es que el nuevo mapa poliítico latinoamericano inquieta a los halcones de la Casa Blanca. Las agresiones contra Cuba, comerciales, propagandísticas y de apoyo financiero y logístico a grupos heterogéneos llamados disidentes,. no cesan. La Venezuela bolivariana, ha ingresado en la órbita del «mal» desde que la supercorrupta oligarquía venezolana, fue desalojada del poder con las armas de la democracia, el voto popular. Pero la democracia permanentemente invocada por el neoliberalismo, parece que es válida, solamente cuando gana la derecha. De ahí que tantos demócratas, entre ellos el disidente cubano Osvaldo Payá, apoyaran la conspiración contra el gobierno de Chávez.El apoyo a los golpistas, que se levantaron contra el presidente Chavez en abril del 2002, la complicidad con los «paramilitares» y el gobierno de Colombia, la ofensiva mediática implacable contra los dos países mencionados, auguran tiempos difíciles para América latina. Contra la política de fragmentación, práctica habitual de todos los imperios que en el mundo han sido, aplicada sistemáticamente en el continente americano por Estados Unidos, la única posibilidad de salvación radica en la unidad de los pueblos y gobiernos. Que no son «antiamericanos» como los describen los medios mercenarios, sino que simplemente defienden su derecho a existir dignamente y en paz con el resto del mundo.

El nuevo gobierno uruguayo, estará en esa tesitura, con el respaldo mayoritario del Parlamento y de la gran mayoría de la población. Tendrá en su contra a la elite oligárquica castigada en las urnas, que cuenta con poderosos apoyos internos y externos en su tarea de sabotear una democracia que intentará ser auténtica.