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Perú

Entre la violencia subversiva y la lucha contra la pobreza

Fuentes: Rebelión

Hace ya unas semanas el presidente peruano Alan García nos sorprendió con otro de sus artículos elaborados de forma desesperada para demostrar que su gobierno intenta en alguna medida luchar contra la pobreza; tal es así que ignorando quién es quién dentro del panteón canino titula su escrito publicado en el diario el comercio como: […]

Hace ya unas semanas el presidente peruano Alan García nos sorprendió con otro de sus artículos elaborados de forma desesperada para demostrar que su gobierno intenta en alguna medida luchar contra la pobreza; tal es así que ignorando quién es quién dentro del panteón canino titula su escrito publicado en el diario el comercio como: El perro del hortelano contra el pobre, donde intenta explicar que por culpa del necesitado y de quienes se oponen a la privatización del país, la pobreza cunde más y más, impidiendo que las políticas gubernamentales sean aplicadas de forma adecuada pudiendo así evidenciar su efectividad.

En esta nueva presentación invadida de una pasión febril por los números como forma de convencer de lo «exacto» de su planteamiento, aduce y califica como simples letanías los planteamientos de quienes exigen mejores condiciones de vida y trabajo. En las condiciones bajo las cuales se presenta la economía mundial, no se puede ir contra las relaciones comerciales y la participación activa dentro del mercado, pero eso sí, con justicia y de forma equilibrada, brindando una remuneración adecuada y acorde con las necesidades; sin alterar el medio ambiente, y respetando a su vez los recursos naturales y patrimonios culturales. Sin embargo se aprecia de forma evidente que la asociación economía de mercado con la palabra justicia, no sólo son términos que no van de la mano, sino que se contraponen de forma interesada, re-memorando contradicciones presentes a lo largo de toda la historia, y en donde nuevas vestiduras disfrazan viejos ropajes de dominación.

Pero para García, todo el que se opone a la privatización mediante remate al martillo del país; quién defienda a la selva frente al interés de lotización al mejor postor; quién proteste por que haya la intención de querer construir un hotel en pleno Machu Pichu para regocijo del capital extranjero sin importar que atente contra la identidad y el patrimonio material e inmaterial de la población, es un antipatriota y un cuasi salvaje, pues aquí no importa como y en que forma ingrese el capital extranjero, éste tiene que ingresar como sea, sin importar que ocasione violaciones y vejaciones, total, mientras dé trabajo sin importar su forma, habrá posibilidad de demostrar estadísticamente que «estamos mejorando». (Léase según el lenguaje oficial: desarrollo)

Todo este comportamiento de García le ha sido merecedor de reconocimientos y premios, así, ha semejanza de aquel perro fiel al cual le dan su galletita de sabores diversos por haber hecho una buena acción, a García el cual cuenta ya con sólo 26 por ciento de aprobación nacional, la revista estadounidense LatinFinance lo ha reconocido como el hombre del año (28 de marzo) por liderar el resurgimiento económico del país y mejorar la re-putación en los mercados internacionales.

Así entonces el Perú es un país que a imagen del oficialismo está en fulgurante crecimiento ininterrumpido y constante; donde la lucha contra la pobreza se hace evidente debido a las grandes inversiones que el estado orienta para programas sociales, y donde se solicita ayuda a las gruesas billeteras transnacionales para invertir y dar trabajo. Todo esto suena muy bonito, se lee muy agradable, sin embargo la población encuentra que el discurso oficial no se ajusta a la realidad cotidiana, y esto debido a que un campesino, un agricultor, un minero, un indígena amazónico, no comen números ni beben porcentajes; solicitan mejoras cualitativas, mejores formas de vida y de trabajo, pero con justicia, y ante la imposibilidad de dicha consecución se ven en la obligación de manifestar su derecho a protestar y exigir una mejor política económica por parte del gobierno.

García hace referencia a que el perro del hortelano dentro de su comportamiento anti progreso, anti patria, y anti todo, recurre a los extremistas, violentos y agresivos para protestar por todo y contra todo; grupo que a pesar de no poder reunir a algunos miles de manifestante son escuchados debido al problema educacional por el cual la población no sabe reflexionar ni discernir. Según entonces el inmediatista e infantil análisis social presidencial todo aquél que protesta lo hace sólo por ocasionar violencia; por dejar mal al país; por estar manipulado; por el simple ánimo de joder su trabajo presidencial, o por sobretodo- el cual es el principal agente descalificador- por ser un terrorista bajo nuevas apariencias, ahora vinculado con nuevos grupos y nuevas formas de manifestación, pero todas violentistas de por sí.

Es cierto, la educación en el país es deprimente, pragmática y desvinculada de toda problemática social, pero la vivencia cotidiana enseña mucho, sobretodo a quienes experimentan día a día la carestía y la precariedad, así que no se necesita ser muy instruido académicamente para darse cuenta que hay un discurso que no se ajusta a lo real, y que esa misma contradicción motiva a protestar y luchar por una mejoría de vida; además el estado nunca ha reformado realmente la educación, que de haberlo hecho no podría considerar tratar como trata al pueblo subestimándolo como lo hace, sobretodo García que lo mira constantemente por sobre el hombro, creyendo que le creerán para siempre.

Es también muy inmediatista hacer referencia a que todo el que proteste es necesariamente porque está manipulado, asumiendo que la población no puede darse cuenta de lo que sucede en su entorno; mucho más grave es aducir que la política es sólo para los políticos y que la población no debe politizar sus actividades, sin embargo es más patético afirmar que todo el que protesta es violentista de por sí, y por ende terrorista y criminal.

Hay en esto una intención muy clara y concreta, la cual busca el asociar cualquier reclamo, protesta e intento de lucha reivindicativo con terrorismo; el terror trasgredía la frontera entre una legítima respuesta a la opresión estructural del estado, respetando a civiles e inocentes; con una lucha y matanza sangrienta en donde se daban muerte a pobladores sin culpa alguna, los cuales debían ser los supuestos beneficiarios de dichas luchas.

La violencia se manifiesta de muchas formas, siendo su manifestación estructural la más opresiva de todas y la menos aceptada como violenta, así el hambre, la enajenación laboral, la explotación indiscriminada de los recursos y del medio ambiente, son elementos de una represión violenta y manifiesta, pero presentadas como acontecimientos sin responsabilidad directa , dándose explicaciones múltiples para su aceptación bajo una apariencia de engaño también violenta, ahora bajo una apariencia simbólica.

Es el oprimido entonces, el cual en respuesta a dicha agresión responde en la medida de sus posibilidades al opresor, dando uso a un tipo de violencia, en este caso con un valor positivo, manifestada en décadas anteriores mediante guerrillas y procesos revolucionarios. Se denominó a estos grupos subversivos, debido a su fin de cambiar el orden social, dicho término sería sin embargo asociado a todo acto terrorista, tanto como para descalificarlo en cuanto a su finalidad transformadora, o porque en realidad se haría merecedor de dicha denominación al desbordar su práctica.

Considero que en la actualidad las circunstancias y condiciones son diferentes para tentar el uso de la violencia como agente de cambio estructural, pero sin embargo es válido el uso de protestas y manifestaciones como forma de presión social y reclamo, así este tipo de violencia es la justa respuesta a la opresión del gobierno, una violencia menos directa, pero válida y justificada.

No querer que la población re-clame, es querer que la población se encuentre sumida en la servidumbre mental y en el conformismo automático, violentándola aún más, afirmando y descalificando que todas sus movilizaciones son terroristas y que su voz es simplemente el grito violentista de un fin último, agresivo y malévolo; una cosa es un violentismo donde se usa la fuerza por el simple hecho de usarla, y otra es utilizarla como medio para un fin, siendo éste la búsqueda de una reivindicación social.

No toda violencia es terrorista, ni toda violencia es necesariamente mala, pero así se presenta y así se quiere hacer evidente para evitar que el pueblo manifieste su voz de rechazo a la estructura social actual, valiéndose a su vez de éste argumento para reprimir ferozmente toda protesta, que lo único que hace es querer reclamar frente a las contradicciones irresolutas y a la actitud pasiva del estado por hacer frente a ellas. Sin embargo para García todo aquél que quiera hacer sentir su voz es un agresivo por naturaleza, un vil ente manipulado, calificado como perro del hortelano ahora bajo el espectro subversivo.

La violencia ejercida por el estado y reflejada en el accionar de las fuerzas policiales, denominadas «fuerzas del orden» se basa en una ecuación por la cual toda violencia que parta del estado así sea injustificada es buena porque mantiene el bienestar, mientras que toda violencia ejercida contra el estado, así sea merecida y justificada, es calificada como peligrosa y perniciosa.

Los hechos confirman esta postura estatal de respuesta agresiva, y los ejemplos se multiplican a toda vista como para que alguien pueda intentar ocultar su presencia, así tenemos una respuesta criminal a los paros ocurridos en los meses de febrero y marzo dejando como consecuencia ocho pobladores muertos a manos de las fuerzas encargadas de «la paz», y en donde no se han reconocido culpable alguno-y en donde se ha acusado a los propios pobladores de dispararse a sí mismos (sic)-, se suma a esto la represión en zonas como la región de Cusco, donde la población en respuesta al intento de comercializar con su identidad recibió las más duras acusaciones, golpes, maltratos y afirmaciones acusándolos de agitadores, asociados como manipulados y salvajes violentistas, promovidos con dinero foráneo.

Manifestaciones de corte similar se hicieron presentes desde fines del año pasado, en la zona amazónica del país, repitiéndose en los meses de febrero y marzo en contra de la privatización y lotización se la selva, así como del abuso cometido por las transnacionales operantes en dichas zonas, todo esto obviamente recibiendo la misma respuesta por este gobierno jactancioso de sus luchas. Pero eso no es todo, porque en este gobierno de carácter cuasi fascista y paranoico te pueden acusar si eres colombiano de miembro de la FARC, si eres venezolano de ser un chavista infiltrado queriendo boicotear las cumbres a efectuarse en el país; o en el colmo de la previsión delictiva te pueden acusar de terrorismo por asistir a un evento de corte social y de izquierda, donde prime la acusación de potencial criminal a futuro. Se nota que para el estado es más fácil asumir posturas heroicas, de compromiso pacificador y restaurador del orden, que solucionar los problemas frente a las causas originarias del problema, tal vez porque se daría cuenta que él mismo es una de las aristas más peligrosas e incidentes.

Así resulta que es mucho más fácil aplacar las manifestaciones populares reprimiéndolas, que luchando contra las causas estructurales que las originan, y sobretodo desviando la atención afirmando que dichas personas responden a intereses foráneos, aduciendo que la realidad actual no brinda la necesidad de reclamar de dicha manera. En los años de violencia política en el país y la emergencia de movimientos subversivos, se creía que aplacando mediante la militarización del país a dichos grupos el problema estaba resuelto, no cayendo en cuenta que dicha violencia era consecuencia de contradicciones irresolutas desde la colonia, en donde si bien puede haber transitado la estructura hacia un capitalismo, aún nos remitimos a una conciencia y mentalidad semifeudal debido a la ausencia de un proceso moderno; o peor aún se consideraban movimientos totalmente influenciados desde fuera, sin caer en cuenta-o no queriendo-que respondían a la realidad del Perú de fines del siglo XX.

Es más fácil y conveniente entonces reprimir que cambiar estructuralmente la sociedad, sobretodo cuando los beneficiados, esos que manejan los millones a escala mundial elaboran el predicamento por el cual se debe rendir culto a la nueva teología que domina el mundo, la teología del libre mercado y del capitalismo salvaje; la cual tiene los más fervientes devotos en muchos gobernantes y personajes que bajo el uso de la doctrina de la libre competencia quiere convencer a todos los ciudadanos que son concursantes de un mismo juego de largo aliento, en donde dependiendo del ánimo y capacidad de cada quién, está determinado su ritmo de llegada, sin influencia alguna de quién impone la reglamentación.

La lucha del estado peruano contra la pobreza, se manifiesta en la actualidad llevando a cabo una violencia de lo más represiva, no sólo subestimando al pueblo queriendo nutrirlo con números y no con mejoras palpables, sino también porque su lucha lo hace merecedor de descalificaciones de terrorismo y víctima de violencia directa, sólo por exigir condiciones más acordes con la dignidad humana.

El estado maneja la fórmula por la cual, si eres un pobre es búsqueda de mayor dignidad, y luchas por obtenerla, eres terrorista; a su vez el estado impone orden con la fuerza, una fuerza de su uso totalmente privado y exclusivo, todo esto apoyado y consensuado por la mediatización a todo nivel y escala; así consideramos que no hay en realidad una lucha contra la pobreza, sino una lucha contra el pobre, y contra todo aquél que quiere manifestar su crítica y su voz. Sin embargo no contábamos con el arma secreta del gobierno para aplacar el hambre de la población, el cual es recibir previo portazo de un militar en la madrugada algunos víveres para caritativamente calmar en algo su malestar.

La gente señor García no quiere caridad, quiere oportunidad y dignidad, y menos aún concedida si tiene la posibilidad de conseguirla por sí misma recuperando su protagonismo histórico, así considero que el pueblo debe recuperar su carácter subversivo, un carácter que no es violentista, ni tampoco terrorista, pero un carácter necesario para en realidad luchar contra las desigualdades y la pobreza que trae consigo.

En las presentes páginas se ha querido analizar lo que representa la violencia estructural, y la forma de descalificación frente a una legítima respuesta poblacional frente a ella; obviamente hay otras formas por las cuales la violencia se manifiesta socialmente, tales como la violencia de género, la violencia doméstica, la delincuencia y el maltrato infantil, que también tienen sus raíces en la forma por la cual se encuentra estructurada la sociedad, y que ameritan también un análisis basado en las contradicciones de clase y en los efectos psicológicos del capitalismo tardío, que sin embargo exceden los propósitos del presente escrito.

Mientras me encontraba redactando éstas breves páginas, se recibió la noticia que el Europarlamento (24 de abril) había rechazado declarar al movimiento revolucionario túpac amaru (MRTA) como un movimiento terrorista, ocasionando un revuelo entre los políticos peruanos los cuales rasgándose las vestiduras menean el dedo acusador mientras afirman que aquí aún cunde el terrorismo y se encuentra por doquier, por eso la necesidad de seguirle las pisadas en sus marchas y protestas.

El terror se puede definir como un método por el cual la consecución de un fin se antepone a la integridad y bienestar de personas no partícipes directamente en un conflicto o en un situación determinada de imposición; siendo el terrorismo la generalización en un grupo, movimiento, institución, o estado del uso del terror; cosa que a su vez conceptualiza al grupo o practicante en sí como terrorista.

El MRTA como guerrilla constituida se distinguía de la población utilizando uniformes militares y evidenciando a su vez sus grados respectivos, llevando a cabo muy eventualmente prácticas terroristas, que si bien desvirtuaron en algo su lucha, no considero sean suficientes para denominarlos estrictamente terroristas, y esto porque por más crudo y frío que pueda parecer, siempre en una guerrilla habrá como forma de compensar la desventaja en la cual se presenta frente a la lucha contra la mayor fuerza estatal (que a la vez manifiesta mayor terror con sus prácticas violentas, ya sean directas, simbólicas o estructurales) tácticas de boicot y sabotaje; además como en todo enfrentamiento entre ejércitos lamentablemente ocurren muertes, que de ser tipificadas como actos terroristas, todas las guerrillas latinoamericanas serían acusadas de terrorismo, a pesar de haber luchado contra regímenes opresores y dictatoriales.

Muy diferente considero fue el comportamiento del partido comunista del Perú-sendero luminoso, movimiento que sí utilizó como práctica cotidiana los métodos terroristas a una escala totalmente injustificada, ocasionando sobretodo la pérdida de miles de inocentes, ya sea argumentando que dicho terror era para escarmentar al pueblo «traidor», o como respuesta al terror también aplicado por el estado peruano(causante de más de la mitad de muertes dentro del total de 70 000 producto de la violencia política); iniciándose así una escalada de violencia donde el pueblo se debatía entre dos fuegos, y moriría también víctima de ambos fuegos, siendo un resultado funesto para quién debía ser el mayor beneficiario de la insurgencia armada.

Una carta enviada por la asociación pro-derechos humanos (APRODEH) en respuesta a la inquietud del europarlamento sobre la actividad de los denominados movimientos terroristas, es acusada de haber influido de sobremanera para descalificar al MRTA como terrorista; en dicha carta se expone la condena de su accionar y su práctica, pero comete el «pecado» de decir la verdad, la cual es su inactividad desde hace más de ocho años.

Esta verdad al parecer no cayó bien frente al discurso que cotidianamente es elaborado para ser digerido por la población, elaborándose de forma unánime por la prensa «conciente y democrática» y por un parlamento que sólo sabe ponerse de acuerdo teniendo en cuenta el que dirán frente al discurso hegemónico, una acusación por la cual APRODEH, pasa a ser ahora defensora de terroristas y sus dirigentes acusados de tener los más oscuros transfondos interesados.

Es interesante ver como una entidad defensora de los derechos humanos es des-calificada de un momento a otro por ir contra el discurso oficial de tener el terror a la vuelta de la esquina, así García el principal culpable de asesinar a más de 200 reclusos del penal del frontón durante su anterior gobierno; su vice-presidente en la actualidad Giampietri, acusado de haber ejecutado la orden de dicha matanza; los fujimoristas (léase los aún incondicionales del reo Fujimori) que se niegan a aceptar que su líder haya abusado en gran magnitud contra los derechos humanos, haciendo alusión que era un pobre presidente que no sabía nada de lo que ocurría a su alrededor; todos, despotrican contra el APRODEH, todos la acusan de ser pro terror; curiosa acusación principal de quienes son también terroristas en su práctica, y que merecen aún recibir la adecuada sanción. Aquí no entraremos en el debate si el MRTA es o no terrorista, por más que haya adelantado en algo mi postura, sino se hace urgente analizar el interés por el cual se hace urgente poner en evidencia su presencia y su accionar como continuo.

Las marchas y las protestas hacen que la imagen paradisiaca que intenta presentar García, sea opacada, y que mejor forma que desacreditarlas, y tener un argumento que valide la cruenta represión, que relacionarlas con movimientos terroristas nacionales y foráneos, para acreditar como ya hicimos mención, que quién no está a favor del gobierno, está contra el «progreso», siendo calificado como un perro del hortelano vil y terrorista. Sí este planteamiento les recuerda a otro dicho previamente por otro «pacificador» mundial, no es pura coincidencia.

Estados Unidos es la patria que pare el mayor terror posible a escala mundial, pariendo a su vez crías, que mientras crecen, aprenden las prácticas mismas de su progenitor, así el pequeño Uribe y el pequeño García juegan a ser pequeños reproductores de la política de terror, con los paramilitares uno y con las matanzas del pasado y los miedos y represiones del presente el otro. (que buenos cachorros)

El próximo 30 de abril, habrá una marcha organizada por las madres de los comedores populares con motivo del alza de precios y la falta de una política adecuada por parte del gobierno para hacer frente a ello. Las madres que soportan estos comedores sienten que el mismo dinero ya no les alcanza, debido a que todo sube, todo obviamente menos sus ingresos; marcharán cerca de 10 000 madres tocando ollas y protestando, haciendo escuchar la voz de los que tienen hambre, de los olvidados y excluidos del crecimiento económico. Me pregunto si tendrán la desfachatez de reprimirlas y golpearlas, bajo el argumento de que tal vez haya terroristas infiltrados que quieren alterar el orden y des-acelerar la marcha fulminante del país.

El pueblo tiene que recuperar su carácter subversivo, me reafirmo en ello, protestando y reclamando por una mayor justicia y dignidad, y haciendo quedar en evidencia frente a lo que pueda decir el discurso único; que tener hambre no es terrorismo, que ser pobre no es terrorismo, que ser excluido no es terrorismo; pero sí es de un gobierno que proponga terror acallar la voz del dichos reclamos.