El presidente de Perú, Pedro Kuczynski, se reunió este viernes con el multimillonario presidente Donald Trump, convirtiéndose en el primer líder latinoamericano que recibe el mandatario estadounidense desde que asumió el cargo. Esa fue la noticia repetida por los emporios mediáticos latinoamericanos estos últimos días y frente a la que vale preguntarnos, desde la más […]
El presidente de Perú, Pedro Kuczynski, se reunió este viernes con el multimillonario presidente Donald Trump, convirtiéndose en el primer líder latinoamericano que recibe el mandatario estadounidense desde que asumió el cargo.
Esa fue la noticia repetida por los emporios mediáticos latinoamericanos estos últimos días y frente a la que vale preguntarnos, desde la más genuina identidad latinoamericana, ¿es Kuczynski un legítimo líder nuestro o un digno representante de -como que el multimillonario Trump llamó en su país- «mujeres y niños atrapados en la pobreza», del pueblo de Nuestra América?
Kuczynski -y eso lo saben bien nuestros hermanos del Perú-, es más estadounidense que peruano y ha mantenido estrechos vínculos con los grandes intereses económicos de la derecha peruana, latinoamericana, y extra-regional.
Su padre Maxime Kuczynski era alemán y su madre Madeleine Godard, franco-suiza. Estudió toda su vida en instituciones inglesas, suizas y estadounidenses. Sus dos esposas -y madres de su hijos-, son nacidas y formadas en el norteño país. Habla el inglés mejor que el español, tal vez como el japonés Alberto Fujimori, habría que darle lecciones de «latinoamericano».
Fue traído de los EE. UU. en 1966, durante el primer mandato de Fernando Belaunde Terry, para el cargo de Gerente del Banco Central de Reserva. Tras el golpe de estado de octubre de 1968, regresó a los EE UU. y volvió a Perú, en 1980, para ser Ministro de Energía y Minas en la segunda presidencia de Belaunde. En ese cargo, cumplió el cometido de exonerar de tributos a los inversores extranjeros y esquilmar los recursos del Perú.
En el país que ahora visita, Kuczynski trabajó, entre otros puestos, como jefe de Planificación y Política en el Banco Mundial, fue directivo del First Boston Corporatión, se asoció con Kuhn-Loeb & Co. International y luego se desempeñó como presidente de Haico Mining Inc.
Posteriormente, en el 2001 y en el 2005, fue ministro de economía y presidente del consejo de ministros, respectivamente, del desastroso gobierno del hoy solicitado por la justicia peruana Alejandro Toledo.
La ONG de Kuczynski, Agualimpia, recibe dinero de la transnacional canadiense Minera Barrick, de la estadounidense Southern Copper, de la minera «peruana» (La firma estadounidense Freeport-McMoRan Inc. tiene una participación del 53,56%) Cerro Verde y de la transnacional Coca Cola.
Con tal pedigrí no es de extrañar su participación en la reunión del Grupo Bilderberg, realizada en Austria en 1988.
Para más, contra el espíritu refrendado en la II Cumbre de la CELAC realizada en La Habana y donde se declaró a la región como Zona de Paz; el presidente peruano ha reafirmado a Perú en el país que más bases militares norteamericanas «ostenta» en nuestra Patria Grande.
El exbanquero de Wall Street ha sido habilidoso en apoderarse del «primero», inesperadamente: llegó a presidente sin ser favorito, y ocupando el segundo lugar en la primera vuelta; ahora se apodera del «primer presidente de un país latinoamericano en visitar la Casa Blanca» que debió ocupar el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, quien canceló la cita en medio de la crisis diplomática entre México y los EE. UU.
Pero, ni en la Universidad de Princeton-donde recibirá un premio «como exalumno destacado»-, ni en la nueva casa del multimillonario estadounidense; Kuczynski será el primero en hablar en nombre del pueblo nuestroamericano. Primero tendría que negarse a sí mismo, -como dijera José Martí en su memorable ensayo Nuestra América-, hacer «causa común» con los oprimidos y cercenar de su cultura política las «leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos.»
Y eso, es pedir demasiado.
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