Anda por las llamadas redes sociales, desde hace un tiempo que no alcanzo a precisar (y no sé si más allá de la República Dominicana, desde donde escribo), una lindeza que lleva el título de Cartilla de Moral y Cívica. Debe reconocerse que didácticamente no se ve mal. Diría que es un buen modelo. Se nos habla con claridad de lo que, según el documento, corresponde enseñarse en la escuela y lo que corresponde enseñarse en el hogar. Una reducción que deja fuera otros ámbitos formativos tan poderosos como los grupos de amigos, las redes, la TV y la radio, pero digamos precisamente facilita la separación que se pretende favorecer.
Es justamente esta separación de funciones lo primero que llama la atención. En síntesis, es algo así como que al hogar le toca la formación en valores y buenos modales, incluyendo enseñar a “comer de todo”. Esto último, que me parece una desmesura (¿“comer de todo” aunque haga daño?), quiero sin embargo tomarlo por el lado amable y suponer que se refiere a no despreciar la comida en base a mero engreimiento o capricho. Más problemática me resulta eso de “Respetar reglas, usos y costumbres”. ¿Se incluyen las reglas, costumbres y usos arbitrarios, injustos y opresivos de ciertos padres, comunidades y gobiernos? ¿No valdría la pena un cierto espacio en la casa para sopesar si esto que está establecido es sensato, racional y justo?
También es parte del paquete la enseñanza del amor a Dios. No lo veo mal. Solo me gustaría que se le permitieran aun sea una pequeña libertad a aquellos padres y madres que, por H o por R, no son precisamente creyentes o practican religiones que no se fundan en la creencia en un Dios (persona). Ni el ateísmo convierte a nadie en monstruo ni ser creyente confiere beatitud. (Quien quiera ejemplos que me avise).
Luego tenemos un listado (solo indicativo, supongo) de lo sí corresponde enseñar en la escuela: ciencias, artes, educación física. “Y solo reforzar lo que el alumno aprendió en casa”.
Déjenme ayudar: reforzar lo bueno, supongo. ¿Y qué hacemos con aquellos valores y modales indeseables, aprendidos en casa y fuera de casa? Porque estemos de acuerdo en que no todo lo que se aprende en casa deberá estar bien por el solo hecho de ser made in casa. ¿Nada que hacer al respecto en la escuela? ¿Y a dónde iría la prédica de enseñanza en valores a la que permanentemente se llama como una de las obligaciones de la escuela? Solo reforzar, se pide. Admitamos que los mecanismos escolares no pueden ser los mismos del hogar: en la escuela se hará hincapié en la comprensión de los valores y modales; en el hogar primará el ejemplo, el consejo y la corrección. Pero estos primados no deben significar, ni en el hogar ni en la escuela, anulación de ningún deber en relación a la necesidad de formar al alumno. ¿Y no que en fin de cuentas se trata de formar ciudadanía responsable? No se nos ocurra alejar la escuela de este propósito.
Pero aquí viene la parte del documento que pudiéramos llamar la lista negativa de la escuela. Atención sobre lo que NO DEBE APRENDERSE EN LA ESCUELA: Sexo, Ideología de Género, Activismo LGBT, Comunismo, Izquierdismo, Socialismo, Islamismo.
Ya lo saben: no debe enseñarse sexo. Yo estaría de acuerdo si por enseñanza de sexo se entiende algo así como enseñar las posiciones del Kamasutra, pero uno se pregunta en qué beneficia a los jóvenes irse de la escuela creyendo que a los niños y niñas los trae la una hermosa cigüeña. Si se imparte Biología a mí me parece que esto incluye saber cómo se reproducen al menos los mamíferos, entre ellos la especie Homo sapiens; y algo tan elemental como saber cuándo y cómo una mujer puede embarazarse; y por qué no es bueno que una niña se embarace… ¡Pero no: cuidado con hablar de sexo en la escuela! Por cierto que el escrito tampoco incluye que se hable de sexo en la casa… En fin, que nada de meterse con el sexo… Una belleza.
Ah, tampoco de “Ideología de género” (¿»ideología»?) y mucho menos de LGTB y cosas así. Se llama coherencia: si ni siquiera se puede hablar de sexo, ¿cómo podría hablarse de diabluras tan vinculados a eso, que además no son más que “ideologías”?
Lo demás de la lista “negra” son (aquí no hay discusión) tendencias ideológicas, incluyendo un credo religioso. Y aquí voy a concederle al escrito cierta razón: la escuela no es para doctrinar. El problema está en lo cargado para un lado de la lista de marras: que no se enseñe islamismo, el comunismo, socialismo e izquierdismo. ¿Fin de la lista? Se olvida que la gente es mala y va a sospechar que, en cambio, SÍ SE ESTÁ MANDANDO A ENSEÑAR CRISTIANISMO, CAPITALISMO Y DERECHISMO. ¡Otra belleza! ¡Qué claro se ve ese refajo!
Lo chulo es cómo termina el documento: se trata, dice, de una campaña a favor de la familia y por un mundo mejor. No sabía que la familia se fortalece y el mundo va mejorar con la ignorancia de sus realidades y poniendo a los niños y jóvenes escolares de espalda a las causas que generan sus males. Como Hostos, yo tampoco quiero que se imparta islamismo en nuestras escuelas pero tampoco religión alguna, más que como informaciones culturalmente necesarias. Y como Hostos, yo tampoco auspiciaría que se imparta ninguna doctrina política en las escuelas, ¡pero ninguna!, más allá del necesario manejo de informaciones y, esto sí, de las necesarias reflexiones sobre todas las propuestas sociales y políticas conocidas. Y que estudiantes y docentes saquen personalmente sus conclusiones. Pero no me vengan con sesgos pseudoinocentes sobre lo que debe ocultarse y lo que se tiene derecho a saber. Que ese miedo a la verdad es típicamente fascista.