Desde la caída de Stroessner nunca el partido colorado concentró tanto del poder como ahora. Los tres poderes del Estado están sometidos al cartismo que instrumenta las instituciones democráticas para imponer su agenda al país.
En el 2023 la ANR ganó unas elecciones sospechadas de fraude, y a pesar de los reclamos, los ministros de la justicia electoral no permitieron auditar las máquinas de votación, que inmediatamente al día siguiente fueron devueltas a la Argentina. Los sobres N°4 que contenían físicamente los resultados de la urna desaparecieron. Así, la victoria colorada, en medio de sospechas de fraude, quedó como un hecho consumado. Obtuvo legalidad por medio del triunfo electoral, pero su legitimidad es dudosa.
No obstante, el origen bastado de su triunfo, la sociedad paraguaya empezaba a aceptarlo, pero el cartismo, antes que tratar de buscar consenso, respetando las normas democráticas, hizo todo lo contrario. Apenas tomó el control se empeñó en someter a los tres poderes del Estado, imponiendo su voluntad totalitaria, tratando de recrear casi una dictadura de partido único como en tiempos de Stroessner.
El que no está con Cartes está contra él, esa es su lógica totalitaria. Todos los ciudadanos dependemos de su humor, y un buen ejemplo es Kattya González, quien fue expulsada del parlamento por legisladores que cumplían sus órdenes. Para Cartes es más importante que todos acepten sus arbitrariedades antes que la voluntad popular expresada en las urnas.
En 1933, el Partido Nazi se convirtió en el mayor partido electo del Reichstag. Hitler transformó la República alemana en una dictadura de partido único basada en una ideología totalitaria. Salvando distancias, en Paraguay está pasando algo muy parecido.
Hitler utilizó el poder para eliminar a la oposición a través de medios legales y violentos, pero cuidando de dar a su dictadura una apariencia legal. Eso mismo está haciendo Cartes en el Paraguay, y es necesario poner freno a sus ambiciones totalitarias. Hoy la sociedad tiene el legítimo derecho de salir a las calles a resistir.

El cartismo tiene una abusiva mayoría en el Congreso que violenta todas las normas de convivencia democrática, por lo tanto, la lucha institucional está cerrada mientras el cartismo esté en el poder.
Hay que trasladar la lucha a la calle, y demostrarle a Cartes que su mayoría parlamentaria y todos sus esbirros juntos no sirven para nada frente al pueblo movilizado. La oposición tiene que buscar cambiar la correlación de fuerzas, imponiendo su mayoría en la calle, donde Horacio Cartes está absolutamente huérfano de poder.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.