En la medida que pasa el tiempo, la demanda de la convocatoria a una Asamblea Constituyente Soberana y Participativa está siendo suplantada por el «debate» de la toma del poder en los espacios del FNRP. A tal grado que la Asamblea Constituyente, en su naturaleza, conceptos, contenidos, modalidades de participación, etc., sigue siendo aún desconocida, […]
En la medida que pasa el tiempo, la demanda de la convocatoria a una Asamblea Constituyente Soberana y Participativa está siendo suplantada por el «debate» de la toma del poder en los espacios del FNRP. A tal grado que la Asamblea Constituyente, en su naturaleza, conceptos, contenidos, modalidades de participación, etc., sigue siendo aún desconocida, incluso para los mismos dirigentes del Frente. ¡Ni qué decir en las bases!
No es que el debate de la toma del poder sea necesariamente contrario a la demanda de una Asamblea Constituyente para la refundación del país. Lo que ocurre es que en Honduras «la toma del poder» no tiene ninguna capacidad aglutinadora, ni como tema, ni como demanda. Más por el contrario, este debate despierta muchas sospechas y divergencias innecesarias en el mismo Frente Nacional. ¿Por qué?
Hasta ahora, el FNRP se ha mantenido como un movimiento social amplio, espontáneo y simultáneo, aglutinado alrededor de la demanda de una Asamblea Constituyente refundacional. Incluso cuando esta demanda no se ha profundizado lo suficiente, es el único elemento aglutinador de los diferentes grupos dentro del Frente.
¿Por qué la divergencia frente a la toma del poder?
Los movimientos sociales de las últimas décadas del siglo pasado se plantearon la toma del poder como el único medio para transformar la realidad. Por eso, movimientos de obreros, ecologistas, etc. crearon sus propios partidos políticos para acceder al poder (gobierno) y desde allí realizar los cambios que perseguían. Eran otros tiempos.
Los últimos movimientos sociales que surgen, a partir de la década de los 90 del siglo pasado (ante el fracaso del neoliberalismo) ya no buscan necesariamente la toma del poder para hacer las transformaciones, sino «otro mundo posible» desde lo cotidiano. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que en un planeta invadido por transnacionales sin patria, de nada sirve tomar el gobierno. ¿Qué gobierno nacional tiene control sobre estos monstruos? El poder (político, económico, militar) ya no está más en los sillones presidenciales. En este nuevo contexto, ¿de qué sirve tomar el sillón presidencial, si los presidentes sólo hacen de monigotes? En este contexto planetario, tomar el poder ¿para qué?
¿Por qué será que la consigna de la toma del poder genera sospechas y desconfianza en amplios sectores del FNRP? ¿No será porque casi son los mismos políticos antiguos quienes promueven o defienden este debate? El mayor error de cálculo político que comenten los promotores de este debate es plantear este tema aislado del proceso constituyente.
El poder no se toma, se construye
La toma del poder, hasta por su propio nombre, es ambigua. El poder no es ninguna taza de leche para arrebatarle a quienes lo detentan actualmente. El poder no se toma. El poder se construye de abajo hacia arriba. Y eso también es un proceso. La construcción del poder, desde lo local hacia lo nacional, en el marco del proceso constituyente, es más coherente que la sola demanda de la toma del poder. Así es cómo entendieron e hicieron los pueblos de Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay, Venezuela, etc. En Honduras todavía no hemos comenzado el camino de la construcción del poder, y ya queremos tener el gobierno.
En el debate de la construcción del poder es importante identificar dónde y quiénes tienen el poder (económico, político, cultural). En Honduras, el poder lo tienen los terratenientes, embajada norteamericana, comerciantes, banqueros, empresarios, etc. ¿Cómo contrarrestamos el poder a éstos?
Además, en el contexto planetario actual existen nuevos sujetos/víctimas a quienes no se les puede obviar. Estos nuevos sujetos sufrientes son: la Madre Tierra, las mujeres, los pueblos indígenas, entre otros. Y son estos nuevos sujetos quienes no necesariamente están siendo considerados en los debates «revolucionarios» en Honduras, porque todavía somos intelectualmente presos de manuales de la izquierda de antaño. Moralmente, víctimas del antropocentrismo patriarcal.
En el siglo XXI, el debate de la construcción del poder necesariamente implica superar la simplificación del mundo entre izquierda y derecha, entre capital y trabajo. Nuevas categorías de análisis como las identidades, la interculturalidad, la autonomía de la Madre Tierra, nuevas relaciones de género, etc. son realidades que ya no se pueden obviar ahora. De lo contrario, el debate de la toma del poder seguirá sonando a «más de lo mismo». No sólo por quienes lo promueven, sino por su contenido.
Tomar el poder ¿para qué?
Supongamos que en Honduras el poder estuviese aún en las estructuras del Estado. Pero el Estado hondureño desfallece actualmente, víctima de sus propios fracasos. ¿Será que al FNRP le interesa cargar con este ataúd? Es más, ¿existen propuestas consensuadas desde las bases sociales para la administración del poder en este momento?
El asunto no es llegar al poder, sino mantenerse en él para implementar todas las transformaciones posibles. Y una de las transformaciones estructurales es la refundación del Estado mediante el proceso constituyente. Por tanto, el debate de la construcción del poder sólo tiene sentido si se plantea como un mecanismo más para impulsar el proceso constituyente refundacional en el país.
Construir el poder local y nacional, de abajo hacia arriba, con candidaturas independientes y organizaciones políticas aliadas, para impulsar y acelerar el proceso constituyente por otra Honduras posible, debe ser una estrategia del FNRP. Sólo así la cuestión de la «toma del poder» dejará de ser la manzana de la discordia en el seno de este movimiento social.
No distraigamos el objetivo refundacional del Frente. Aunamos esfuerzos para impulsar con creatividad el proceso constituyente. Allí está la reforma del Art.5° de la Constitución Política que nos deja una rendija para posibilitar, en el marco legal, la convocatoria a una Asamblea Constituyente. No es lo mejor, pero, por el momento, es el instrumento inmediato más viable para obligar a los detractores del proceso constituyente a ingresar al debate de ideas para refundar Honduras.
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