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Entrevista de Hernán Soto para Punto Final

Franck Gaudichaud: «Miradas críticas sobre Chile y América Latina»

Fuentes: Punto Final

El cientista político francés Franck Gaudichaud está en Chile haciendo uso de un semestre de investigación en la Universidad de Grenoble 3, en la que es profesor de estudios latinoamericanos. Doctor en ciencia política, es colaborador de Le Monde Diplomatique e integrante del colectivo del prestigioso diario electrónico rebelion.org . Gaudichaud, vinculado a Chile desde […]

El cientista político francés Franck Gaudichaud está en Chile haciendo uso de un semestre de investigación en la Universidad de Grenoble 3, en la que es profesor de estudios latinoamericanos. Doctor en ciencia política, es colaborador de Le Monde Diplomatique e integrante del colectivo del prestigioso diario electrónico rebelion.org . Gaudichaud, vinculado a Chile desde hace años (1), siguió de cerca la campaña presidencial y en esta entrevista analiza el escenario político latinoamericano y el futuro gobierno de Michelle Bachelet.

-¿Qué opina de la campaña presidencial en Chile?

-«En términos generales, fue bastante mala. Poco debate político real, sobre problemas de fondo, mucha palabrería, escasa sustancia. No obstante con nueve candidatos en primera vuelta, todos, incluso la candidata de la derecha Matthei, tuvieron que tomar en cuenta -de alguna manera- los temas que han emergido por las grandes movilizaciones estudiantiles. En particular: reforma tributaria, educación gratuita y de calidad; reforma constitucional… Es también importante subrayar la presencia de dos candidaturas antineoliberales la de Roxana Miranda y de Marcel Claude, que dieron un espacio a algunas ideas de ruptura y de izquierdas, y que si es cierto no lograron peso significativo en las urnas, permitieron extender los debates a temas esenciales como la nacionalización del cobre, recuperación del agua, estatización de las AFPs y medidas inmediatas a favor de los más pobres.

Globalmente, pesó mucho la sensación de que todo estaba definido porque Bachelet iba a ganar. Si se analiza la campaña de la Nueva Mayoría, creo que los responsables del comando de Bachelet hicieron un trabajo preparatorio excelente en términos de marketing político y comunicacional (y con un presupuesto gigantesco). Pero la campaña electoral misma fue deliberadamente deslavada, fría, distante, sin ciudadanía. ¿No se quiso provocar inquietud, se temió a las multitudes en las calles? Seguro. Al final no importa: el resultado habla de la hegemonía electoral del proyecto Bacheletista, y de su visión de un neoliberalismo parcialmente reconfigurado desde arriba, sin perjuicio del peso de la abstención que necesita más reflexión. De hecho, el día del triunfo tampoco hubo entusiasmo delirante. Por esa misma falta de entusiasmo y participación militante, me llamó la atención el titular en portada del semanario El Siglo del Partido Comunista, que, después de a victoria de su candidata, llamaba ‘a tomar por asalto la historia’ con Michelle Bachelet… Me parece una inmensa exageración, aunque el gobierno de Bachelet aspira a abrir un nuevo ciclo representa sobre todo continuidad de 20 años de gobiernos de la Concertación (1990-2010) y de su leal gestión del modelo.

Más que el discurso, lo que más me interesó en la campaña fue la forma en que se posicionaron los principales grupos económicos, favoreciendo claramente la candidatura de Bachelet. Ese es un hecho mayor, como lo señaló en diversas oportunidades Punto Final. La derecha más dinámica, la de los grandes negocios y del capital financiero, hizo saber que el gobierno de Bachelet no le significa peligro. Es significativo también que, según se supo, la candidatura Bachelet recaudó de los grandes empresarios tres veces más dinero que el que llegó a la tesorería de Matthei.

El programa de Bachelet elude, o más bien rechaza, las transformaciones profundas y se concentra en ‘ modernizaciones ‘ no estructurales tributarias, educacionales e institucionales. Hay omisiones notorias y calculadas, como el tratamiento de las inversiones extranjeras que explícitamente reciben garantías en el texto del programa; y el silencio en materia del cobre concesionado y en manos de transnacionales, tema esencial. Tampoco hay alusiones al gasto militar, ni a la necesidad de redefinir radicalmente el papel de las fuerzas armadas, ni tampoco hay una definición en torno a la Asamblea Constituyente, ni a una reforma laboral (así como la constitución del 80, el código laboral fue redactado en Dictadura). En cambio, hay una definición favorable a la Alianza del Pacífico (con la salvedad de que no sería ‘ excluyente ‘ con otros acuerdos) con Perú, Colombia, México y Estados Unidos. Este es uno de los ejes geoestratégicos de la política actual estadunidense para el continente. También está la búsqueda de entendimiento con el acuerdo transpacífico de cooperación económica, entre otros para aislar a China y Rusia. Todo lo cual sería un golpe para el Alba, Mercosur y Unasur. En ese sentido, me pareció adecuada la declaración de Evo Morales de que no creía que Bachelet fuera ‘ socialista ‘ y que si lo era, le pedía que hiciera el gesto de sacar inmediatamente a Chile de la Alianza del Pacífico para integrarlo al Alba y al esquema de integración bolivariana».

Chile en la retina

-¿Qué destaca de los movimientos sociales en Chile, de sus fortalezas y debilidades?

-«Creo que las principales temáticas en la campaña presidencial, tales como nueva Constitución mediante Asamblea Constituyente, educación gratuita y de calidad en todos los niveles, reforma tributaria y otras, son producto de las movilizaciones sociales de 2011 y 2012. Obligaron a la clase política a incluirlas en sus planteamientos o por lo menos a mencionarlos, aunque de manera instrumental. Si no hubiera sido por esas grandes movilizaciones lo más probable es que no hubieran aparecido mencionadas en esta campaña.

En la dinámica de los movimientos sociales hay dos cuestiones básicas: la articulación flexible de diversas luchas y sectores movilizados que son todavía heterogéneos y tienen variadas características, incluyendo su composición social, que las diferencian. La otra, tal vez fundamental: resolver el problema del paso desde la movilización social a una organización y propuesta política anticapitalista amplia, que debe dar estabilidad y objetivos a movimientos que tienen verdaderas ‘oscilaciones térmicas’ que conspiran contra su continuidad y actuación exitosa en el campo sociopolítico.

En el tema de los movimientos sociales se cruzan muchos otros debates. En un foro en la Universidad de Chile percibí que todavía hay tendencias arraigadas a rechazar la participación política en la juventud. Lo que es explicable y perfectamente entendible por el desprestigio de los políticos y de un sistema político moldeado por la dictadura y herramienta de los dominantes. Pero explicable no quiere decir que sea siempre digno de aprobación en términos estratégicos. Porque sin organización política después de cada erupción de lo social, vuelven a mandar los de siempre. Sin nuevas organizaciones políticas anticapitalistas se facilita la cooptación por los aparatos tradicionales, como ha ocurrido en el caso del dirigente Iván Fuentes, de Coyhaique.

Creo que tampoco funciona la visualización de los estudiantes como vanguardia del cambio social, que orienta y conduce a los trabajadores. Sin olvidar que muchas veces por cierto los estudiantes tuvieron un papel importante en los cambios, en particular en las batallas por la hegemonía cultural, pero no pueden ser considerados como conductores únicos de las luchas. Los estudiantes no pueden sustituir a los trabajadores. Felizmente, aunque todavía en forma incipiente, se han visto en los últimos años importantes movilizaciones de trabajadores del cobre, pescadores, trabajadores forestales, y ahora portuarios, incluso en el retail y los servicios, junto con estudiantes y otros sectores centrales del movimiento social, como los pobladores».

Abstencion y despolitizacion neoliberal

-Hablemos de la abstención…

-«Se ha escrito mucho sobre el tema porque es efectivamente un fenómeno masivo de la ‘ politicidad ‘ de las clases populares. La primera mayoría electoral del este país es la de los abstencionistas (en rigor, Bachelet fue electa con 25% de los votos ya que la  abstención superó el 50% de los inscritos en el registro electoral). Pero todavía queda mucho por analizar. Desde las izquierdas, también debe ser un tema de reflexión crítica porque en un momento dado puede perjudicar un desarrollo verdaderamente democrático-radical, ya que la abstención concierne mayormente a los sectores pobres y se manifiesta en todos los sectores, incluso entre los estudiantes, cuya participación en las elecciones de sus propias organizaciones es baja, sin hablar de los colegios profesionales, sindicatos de asalariados y otras organizaciones sociales de base. He tenido algunas discusiones con amigos que tienen planteamientos diferentes sobre este tema de fondo. Es evidente que hay falta absoluta de representatividad y de legitimidad del sistema político vigente, heredado de la dictadura más allá de sus reformas, y por lo mismo la abstención es también signo de rechazo y malestar. Pero el análisis debiera ser más cuidadoso. Ver la abstención como expresión de un descontento masivo y de un rechazo antineoliberal organizado, es un error. Queda mucho camino por recorrer, desgraciadamente. Lo que todavía domina, a mi juicio, es un abstencionismo propio de las sociedades neoliberales triunfantes, con predominio abrumador del individualismo anómico, de la desconfianza en la acción colectiva, producto también de no verse representado en la política actual, es cierto. En fin, un individualismo más regresivo que positivo, por el momento por lo menos. Es cierto, insisto, que hubo sectores consientes que hicieron una ‘huelga electoral’: intelectuales críticos, colectivos marxistas y libertarios, ciudadanos que no quieren participar de la ‘ farsa electoral ‘ del sistema binominal, etc.: hay que valorarlo pero son muy minoritarios. He leído declaraciones de Gabriel Salazar que sostiene que la abstención masiva es producto de las movilizaciones sociales y del rechazo del sistema. Me parece un error en tanto conclusión lineal y evaluación de la relaciones de fuerzas globales. Llama la atención la encuesta de Latinobarómetro sobre el grado de politización y despolitización en países latinoamericanos. A la cabeza en politización aparece Venezuela, y en los últimos lugares Chile, que incluso muestra cifras alarmantes en cuanto a posicionamiento entre Derecha e Izquierda, en que una mayoría de entrevistados no sabe cómo definirse.

La tarea de Bachelet será justamente mantener esta ‘democracia neoliberal de baja intensidad’ y al mismo tiempo intentar evitar una irrupción no controlada de los movimientos sociales en su agenda de gobierno. Leí, entre las dos vueltas, un artículo de Eugenio Tironi en El Mercurio titulado ‘reforma o revolución’ . A su juicio, los resultados electorales mostraban que en Chile hay una demanda por cambios que deberían producirse en ‘forma gradual y moderada’ , contraria a toda opción ‘revolucionaria’ , lo que confirmaría -según él- la propuesta de Michelle Bachelet orientada a evitar rupturas que pudieran venir desde la calle. Tironi termina su texto afirmando que la tarea de Bachelet será responder a las expectativas que ha despertado. Son opiniones interesantes que provienen de un intelectual orgánico de la Concertación para entender lo que viene. Muestran la estrategia de la Nueva Mayoría, o sea de la exConcertación más el recién integrado, el partido comunista: proponer un camino de reformas leves y parciales, dando una nueva legitimidad al modelo, camino que puede ser más o menos viable en el plano parlamentario si el nuevo gobierno cohesiona sus fuerzas y aísla a los sectores más duros de la derecha (minoritarios), y al mismo tiempo, la opción es desarmar las luchas más radicales o controlarlas-neutralizarlas dentro de los márgenes del sistema institucional vigente y del programa social-liberal de Bachelet».

America latina en la mira

-¿Cuál es la situación actual de América Latina y sus perspectivas?

-«No es fácil decirlo en pocas palabras. Todavía la región está dentro de un ciclo con buenas perspectivas macroeconómicas, basadas principalmente en las exportaciones de materias primas, mejoramientos objetivos de la situación de sectores sociales muy amplios y estabilidad política. Se mantiene y consolida al mismo tiempo la polarización social, aunque bajó de forma muy leve la desigualdad.

Es importante subrayar que estamos a quince años del triunfo de Hugo Chávez en Venezuela. Una década con gobiernos variados, desde gobiernos nacional-populares más o menos radicales, otros simplemente progresistas o social-liberales y también que han significado un retroceso significativo para las ideas y organizaciones de derecha tradicional. Sin embargo, se están acumulando tensiones en todas partes, incluyendo Venezuela, en que se mantiene -aunque disminuido- el crecimiento económico, pero a cargo de un modelo de acumulación absolutamente depredador. Se produce también una baja en la producción industrial de la región y una reprimarización de las economías. Brasil, que era una gran potencia industrial, está retrocediendo en cuanto a industrialización, por ejemplo en beneficio de una agricultura industrial orientada a las exportaciones masivas de transgénicos.

Este modelo es producto de una división internacional del trabajo, que se está remodelando por parte de las multinacionales y potencias emergentes como China. Creo que tocamos un nudo que ningún gobierno de la región ha podido cortar y que afecta la posibilidad de cambios profundos en la sociedad. Este modelo es depredador en el plano medioambiental, pero también en el plano socioeconómico. Se produce una nueva ola de dependencia que sólo podrá ser atenuada a través de la integración de los países latinoamericanos, lo que no ocurre todavía y que no es seguro que suceda. El ALBA no experimenta grandes progresos, tampoco el MERCOSUR, que no es alternativo. La CELAC ha sido un gran avance en el plano diplomático y político como espacio de conversación y búsqueda de acuerdos sin Estados Unidos, pero también le falta mucho.

Se está perfilando, a mi juicio, un nuevo ciclo de grandes movimientos sociales. Así como a principios de los noventa hubo importantes movimientos indígenas en Ecuador, en defensa del agua en Bolivia y antes, se había producido el ‘caracazo’ en Venezuela, también hubo movilizaciones en Argentina. Ahora se enfilan hacia el modelo megaextractivista. En Perú, las movilizaciones indígenas son muy fuertes en contra del proyecto Conga por ejemplo. En Argentina en torno a la producción de soya y del proyecto llamado Ciudad Monsanto, cerca de Córdoba, que pretendía construir 270 silos para maíz transgénico para toda la región. Los comuneros movilizados lograron derrotar el proyecto. Hay movilizaciones en contra de Barrick Gold en Chile y Argentina.

Las protestas también afectan a los gobiernos de centroizquierda, como el de Ecuador, ya que ningún gobierno ha sido capaz de oponerse a las estrategias de acumulación por desposesión de las transnacionales. Al contrario las incentivan. Los indígenas reivindican el camino posextractivista y posneoliberal, mientras el gobierno Correa sigue otorgando concesiones que abarcan parte importante del territorio nacional, denuncia activistas o ONG ecologistas y abandona la idea de reservar sin explotación yacimientos de petróleo en la selva amazónica (el famoso proyecto Yasuní), a falta de apoyo internacional.

Conflictos mineros y socioambientales se agudizan y muestran los límites del avance en términos de la democratización de la estructura económica y del modelo de acumulación de capital. Los nuevos conflictos en gestación y en desarrollo están a menudo ligados a esa compleja problemática. Otro tema que se acerca es el del ‘derecho a la ciudad’, ejemplificado en las grandes luchas que dieron en Brasil sectores urbanos pobres y también sectores medios, reclamando mejoramiento de servicios urbanos como el transporte, derecho a un ambiente limpio y seguro, defensa de los espacios urbanos al servicio de todos, derecho a la salud».

Unir a los trabajadores

«Un tercer tema es el trabajo, y sus conflictos con el capital, factor esencial en el funcionamiento de la sociedad. La organización sindical, el derecho a huelga, las remuneraciones mínimas, la seguridad laboral frente a los accidentes y enfermedades profesionales, la lucha por el derecho a la previsión social, siguen estando en el centro de la preocupación de millones de latinoamericanos y de múltiples luchas, aunque todavía no hay una movilización poderosa y continua de los asalariados. Y aquí la unidad de la clase es fundamental. Por eso no estuve de acuerdo cuando la CUT llamó a votar por Bachelet, cosa que podía haber hecho la presidenta de la CUT como comunista y a título personal. El gran Clotario Blest se opuso siempre a que la CUT tomara posiciones políticas que pudieran dividir a los trabajadores, incluso durante el gobierno Allende.

A propósito de la coyuntura actual, en un libro que se publicó recientemente en Ecuador ( ‘ Emancipaciones en América Latina ‘ ) planteo que es necesario reconstruir el movimiento sindical desde abajo, desde la base, sin instrumentalizaciones electorales y políticas. Hay muchas experiencias en América Latina que podrían servir de guía, desde las fábricas abandonadas por los patrones que han funcionado en manos de los trabajadores (como Fasinpat en Argentina), a las experiencias históricas de los cordones industriales en el Chile de la Unidad Popular o, desde otro ámbito, con la experiencia de autogobierno zapatista que lleva veinte años, en fin. El sociólogo Atilio Boron ha insistido en la necesidad de coordinación y articulación de los trabajadores. Ellos enfrentan enemigos poderosos: los patrones que se coordinan en poderosas organizaciones que se extienden hasta más allá de las fronteras, que disponen de la policía y del ejército, con el poder del imperialismo. En América Latina, hay decenas bases militares de Estados Unidos. Los trabajadores deben organizarse en forma bien articulada, con estrategias de clase independientes y herramientas políticas alternativas anticapitalistas propias».

Amenaza a la paz

«No es sólo dentro de la actual geopolítica latinoamericana que hay que mirar hacia Venezuela y Colombia. Pero también desde una mirada global. Creo que en el caso de Venezuela bolivariana las razones son obvias, sobre todo cuando las tensiones dentro del ‘chavismo sin Chávez’ son múltiples, y potencialmente explosivas frente a una oposición neoliberal muy agresiva. Evidentemente, la victoria electoral del chavismo en las elecciones municipales del 8 de diciembre pasado es importante para la continuidad del proceso. Pero es un error la visión triunfalista que tienen algunos analistas de Izquierda. Varios textos que publicamos en rebelion.org muestran el descontento creciente de las bases populares en Venezuela frente a la corrupción, los problemas económicos, la inseguridad, mientras la burguesía sigue acumulando privilegios y organizando una de las fugas de capital más masivas de la historia de América del Sur.

Por otra parte, Colombia: clave de la presencia de EE.UU. en la región, no sólo a través del Plan Colombia y de la Alianza del Pacífico, también gracias a los millones de dólares invertidos en el trabajo sucio de inteligencia militar (como se acaba de confirmar gracias a las revelaciones de Edward Snowden). Hay que mirar de cerca la dinámica del proceso de paz que se está llevando a cabo en La Habana entre el presidente Santos y las FARC. La escandalosa destitución del alcalde progresista de Bogotá, Gustavo Petro, es un ataque directo a la perspectiva de paz con transformación social y reforma agraria radical, esperanza de millones de campesinos desplazados. Con la destitución de un líder popular aunque muy moderado, el Estado y las clases dominantes dicen al pueblo colombiano: habrá paz en la medida de lo posible y sobre todo, para los inversores extranjeros (como lo pide Washington). Todos los que piensen desafiar ese nuevo orden en construcción, serán castigados. Un mensaje claro para los militantes de los movimientos sociales y para los dirigentes de las FARC que piensan pasar a la vida política civil».

Versión revisada para Rebelión del texto publicado en Punto Final, edición Nº 797, 10 de enero 2014

 

www.puntofinal.cl

(1) Su último libro es una historia ‘desde abajo’ de los mil días de la Unidad Popular y del gobierno Allende (Chili 1970-1973. Mille jours qui ébranlèrent le monde , Presses universitaires de Rennes-IDA, Rennes, 2013, www.pur-editions.fr/detail.php?idOuv=3265)