En el año 1881, José Martí, aquel humilde y brillante huésped en la Caracas decimonónica, que compartiera con los venezolanos seis creativos y productivos meses en el campo de la docencia, la oratoria, la poesía y el periodismo, nos legara una producción hemerográfica tan magnífica como La Revista Venezolana, ello luego de los esfuerzos hechos […]
En el año 1881, José Martí, aquel humilde y brillante huésped en la Caracas decimonónica, que compartiera con los venezolanos seis creativos y productivos meses en el campo de la docencia, la oratoria, la poesía y el periodismo, nos legara una producción hemerográfica tan magnífica como La Revista Venezolana, ello luego de los esfuerzos hechos por él en Guatemala en 1878 para publicar la revista guatemalteca que no llegó a concretar. Eran días de intensa actividad de Martí en Caracas, donde contó con el apoyo de sus amigos venezolanos como Lisandro Alvarado y Romero García, quienes aportaron los recursos económicos para la loable empresa de producir la revista, así como la noble decisión de Fausto Teodoro de Aldrey al facilitar la moderna rotativa de La Opinión Nacional para esos fines. En Caracas podía verse el inicio de la producción de su revista, aunque por las visicitudes políticas – gubernamentales de la época, en el mandato presidencial de Guzmán Blanco en Venezuela (el quinquenio), solo vieron la luz, dos números.
Extracto de Propósitos de la Revista Venezolana: “Extraña a todo género de prejuicios, enamorada de todo mérito verdadero, afligida de toda tarea inútil, pagada de toda obra grandiosa, la Revista Venezolana sale a la luz. Nace del afecto vehemente que a su autor inspira el pueblo en que la crea; va encaminada a levantar su fama, publicar su hermosura, y promover su beneficio. No hace profesión de fe, sino de amor. No se anuncia tampoco bulliciosamente. Hacer es la mejor manera de decir.”
Artículos del primer número de la Revista Venezolana: Fueron, además de los “Propósitos” cuatro artículos, todos de la autoría de José Martí, Director y Editor de la Revista Venezolana: “Don Miguel Peña”, el mas extenso; en la sección Libros Nuevos, publica tres artículos. “Muestra de un ensayo de Diccionario de Vocablos Indígenas.” por Arístides Rojas; continua con “Venezuela Heroica” de Eduardo Blanco; y cierra con “La Venezoliada”, libro de poemas de Núñez de Cáceres.
“Don Miguel Peña”
En el artículo sobre Miguel Peña hace todo un análisis objetivo sobre la obra de este venezolano, haciendo énfasis en sus grandezas y también en sus lamentables devaneos. Elogia su participación en la declaración de la independencia de Venezuela, en sus luchas en los campos de batalla al perderse la primera y la segunda república, en la creación de Colombia y en su excelente comportamiento en la defensa de la vida del héroe de la patria Leonardo Infante, condenado a muerte en Bogotá por las huestes de Santander. En de ese artículo que se extae la expresión “Honrar, honra”
“Muestra de un ensayo de Diccionario de Vocablos Indígenas.”
“Aristides Rojas agota cuanto toca. Sale ahora al encuentro del etimólogo de España, Roque Barcia, en quien las malaventuras políticas y quehaceres republicanos no merman la profunda ciencia de cosas arianas, ni la ingénita ‘dote para hallar la causa lejana de voces y sucesos:-y vence con suave modo y fuerte razón a Roque Barcia. Tala y devasta por la mies enemiga: demuestra, con riqueza de datos fastuosa, que no son las palabras de Indias tan deslustradas como Barcia en su Diccionario Etimológico las presenta. Elige, como campeón leal y seguro de su fuerza, la arena enemiga para librar combate. Y vuelve de ella alzada la visera, sin herida el corcel, enastada la lanza.”
“Venezuela Heroica” de Eduardo Blanco. En este escrito, dice Martí:
“Cuando se deja este libro de la mano, parece que se ha ganado una batalla. Se está a lo menos dispuesto a ganarla: y a perdonar después a los vencidos. Es patriótico, sin vulgaridad; grande, sin hinchazón; correcto, sin alarde. Es un viaje al Olimpo, del que se vuelve fuerte para las lides de la tierra, templado en altos yunques, hecho a dioses. Sirve a los hombres quien así les habla. Séale loado. Cinco batallas describe el libro: La Victoria, llena toda de Ribas; San Mateo, que de tumba se hizo cuna; las Queseras, que oscurecen a Troya; Boyacá, por donde se entra a Colombia; Carabobo, donde muere Hernán Cortés.”
“La Venezoliada”, libro de poema de Núñez de Cáceres. De esa obra dice Martí:
“Gozo, y no fatiga de las prensas, ha venido siendo durante el último mes este libro singular, no porque sea un asunto extravagante, ni su forma caprichosa, sino por su extensión, originalidad, abundancia y empuje. Esta obra es un acto de bravura. No paga su autor con ella tributo al tiempo corriente, que vive-en cosas de letras-bien por desconfianza de sí propio, bien por falta de objetos invariables de amor hondo, bien porque las urgencias de la acción no le den espacio a los entretenimientos de la expresión, muy dado a lo pequeño.”
Contenido del Segundo número de la Revista Venezolana, publicada el 15 de julio de 1881
El segundo número está fechado 15 de julio. Se puso en circulación el 21 y Martí obsequió en ese número el Ensayo de Diccionario de Vocablos Indígenas de Arístides Rojas.
El Carácter de la Revista Venezolana: “He aquí el segundo número de la Revista Venezolana. Fervorosas palabras de simpatía por una parte y naturales muestras de extrañeza por Ia otra, saludaron la aparición del número primero: todo nuevo viajero halla pródigo sol que lo caliente, y ramas que le azoten el rostro en el camino.“
“…Unos hallan la Revista Venezolana muy puesta en lugar, y muy precisa, como que encamina sus esfuerzos a elaborar, con los restos del derrumbe, la grande América nueva, sólida, batallante, trabajadora y asombrosa; y se regocijan del establecimiento de una empresa que no tiene por objeto entretener ocios, sino aprovecharse de ellos para mantener en alto los espíritus, en el culto de lo extraordinario y de lo propio;… Pero hallan otros que la Revista Venezolana no es bastante variada, ni amena, y no conciben empresa de este género, sin su fardo obligado de cuentecillos de Andersen, y de imitaciones de Uhland, y de novelas traducidas, y de trabajos hojosos, y de devaneos y fragilidades de la imaginación,…
Artículos del segundo número de la Revista Venezolana: La Revista Venezolana publicada el 15 de julio tiene como contenido 5 trabajos. El primero corresponde con un obituario sobre “Cecilio Acosta” escrito por Martí, continua con “Carta a Eduardo Blanco”, de Guillermo Tell Villegas, sigue con poemas de Diego Jugo Ramírez, “En la muerte de Cecilio Acosta”, luego “La sesión del día 5 de julio” escrita por Lisandro Alvarado y culmina con el poema de Eloy Escobar “¿A quién?”
Cecilio Acosta: obituario a su muerte, en el segundo número de La Revista Venezolana: “Ya está hueca y sin lumbre aquella cabeza altiva que fue cuna de tanta idea grandiosa y mudos aquellos labios que hablaron lengua tan varonil y tan gallarda; y yerta junto a la pared del ataúd aquella mano que fue siempre sostén de pluma honrada, sierva de amor y al mal rebelde. Ha muerto un justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a las grandes naturalezas y digno de ellas. Trabajó en hacer hombres: se le dará gozo con serlo. ¡Que desconsuelo, ver morir, en lo más recio de la faena, a tan gran trabajador!” “¡Y cuando él alzó el vuelo, tenía limpias las alas!”
José Martí sale de Venezuela el 28 de julio de 1881. En el último escrito de Martí en Venezuela, su despedida, expresa: “Muy hidalgos corazones he sentido latir en esta tierra; vehementemente pago sus cariños; -sus goces me serán recreo; sus esperanzas, plácemes; sus penas, angustia; cuando se tienen los ojos fijos en lo alto, ni zarzas ni guijarros distraen al viajador en su camino, los ideales enérgicos y las consagraciones fervientes no se merman en un ánimo sincero por las contrariedades de Ia vida. De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, ésta es la cuna; ni hay para labios dulces, copa amarga; ni el áspid muerde en pechos varoniles; ni de su cuna reniegan hijos fieles. Deme Venezuela en qué servirla: ella tiene en mí un hijo. Parte Martí en el vapor Claudius rumbo a Nueva York. Francisco Pividal, recibió del edecan de Guzmán Blanco, la información de su reunión con Martí, de parte del Presidente, a solicitarle que en el siguiente número de la revista hiciera alguna referencia a su obra presidencial. Martí se negó a ello, en vista de esto, se le hizo saber que, en el Palacio Presidencial, no era bien vista su presencia en Venezuela.
Wolfgang R, Vicent Vielma; Licenciado en Geografía, Profesor de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Bolivariana; Facilitador de la Misión Rivas.