El 9 de abril de 1910, el Estado hondureño entregaba por 99 años, bajo contrato, a la empresa bananera Standard Fruit, nada menos que 71 mil hectáreas de tierras. A cambio, la empresa bananera se comprometía a construir ferrocarriles para el desarrollo del país. Bajo la misma promesa, la United Fruit también recibió miles de […]
El 9 de abril de 1910, el Estado hondureño entregaba por 99 años, bajo contrato, a la empresa bananera Standard Fruit, nada menos que 71 mil hectáreas de tierras. A cambio, la empresa bananera se comprometía a construir ferrocarriles para el desarrollo del país. Bajo la misma promesa, la United Fruit también recibió miles de hectáreas de tierras por un plazo indefinido. Estos contratos terminaron porque las bananeras se hartaron con las ganancias y Honduras quedó más haraposa que nunca.
Un siglo después, Honduras, apuesta por el mismo camino suicida. El régimen del humanismo cristiano, los días 6 y 7 de mayo, en un acto titulado «Honduras Abierta al Negocio«, ofertó al mundo los últimos bienes comunes del país como agua, bosques, suelos y playas, en un paquete de cerca de 160 proyectos. ¡Las condiciones favorables ofertadas para la inversión privada son insuperables! ¡Hasta el mismo gobierno se ofreció en constituirse en un equipo técnico para facilitar la inversión y las ganancias a las multinacionales!
Con las empresas mineras ocurrió u ocurre lo mismo. Si las mineras, en el siglo XVIII pagaban un impuesto del 20% (quinto real), en la actualidad, con todas las comodidades y beneficios, pagan apenas un impuesto de 1%. Todo en nombre del desarrollo y creación de fuentes de empleo, sin cuantificar los irreversibles daños ecológicos que las operaciones mineras irresponsables dejan para el presente y futuro de Honduras.
Desde las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo se promueven en el país las maquilas y las comidas rápidas con todas las exoneraciones tributarias y beneficios inimaginables. El argumento siempre fue el mismo: desarrollo del país y creación de empleos. Estas empresas no pagan impuestos, ni de importación, ni de exportación. Mucho menos de comercialización. Nadie sabe cuánto ganan. Cadenas de supermercados que no pagan ni un centavo de impuestos, mientras a las pulperías familiares se les impone todos los impuestos. El Secretario de Finanzas denunciaba en el 2010 que «más de 170 empresas lacras no pagaban impuestos en el país».
Con estos y otros históricos negocios, ¿quién ganó? Honduras, ¿es mejor que hace uno o dos siglos atrás? ¿Las generaciones actuales tienen mejor calidad de vida que antes? ¿La juventud y la niñez tienen mayores expectativas de felicidad? NO. En la actualidad cada 43 minutos se asesina violentamente a un hondureño/a. ¡16 niñas/os hondureños mueren diariamente carcomidos por la desnutrición!
Las bananeras jamás trajeron desarrollo a Honduras. Jamás cumplieron con la construcción de ferrocarriles. Incluso, las pocas líneas férreas tendidas, al marcharse, se las recogieron. Sí, llegaron a emplear a más de 25 mil campeños, pero los dejaron carcomidos por la tuberculosis. Si Ud. duda, mire la miseria en los ex fundos de las bananeras.
En la actualidad el Canciller de Honduras, dueño de maquilas, argumenta que las inversiones en las maquilas generan empleo. Sí que generan empleo. Cerca de 200 mil mujeres y jóvenes son exprimidas en condiciones infrahumanas a cambio de un salario que muchas veces ni llega al mínimo establecido por ley. Éste es el empleo para las y los profesionales jóvenes del país. El día que se marchen las maquiladoras sólo dejarán generaciones completas de enfermos. Lo mismo ocurre con las franquicias y con las mineras.
Nadie está en contra de la inversión privada. Toda inversión tiene que realizarse en el marco de una política nacional de transformaciones integrales y sostenibles hacia un buen vivir para las presentes y futuras generaciones. Cuidando el bienestar de la Madre Tierra. Pero, tampoco podemos dejar denunciar la avaricia y opulencia de unos cuantos que se atiza en Honduras sobre las cenizas de las grandes mayorías. Bastante sería con que las empresas exoneradas de impuestos tributen como se debe. Pero no.
El régimen del humanismo cristiano, igual que en tiempos pasados, impone a sangre y fuego la privatización de los pocos bienes comunes que quedaban en el país, sin una pizca de sensibilidad ante el futuro la miseria del pueblo. ¿Por qué seguir apostando a un modelo de saqueo fallido? ¿Será que el régimen actual es tan ignorante que ignora la nefasta historia de las mineras y bananera en Honduras? ¿Hasta cuándo el dormido pueblo hondureño seguirá condenado a repetir su nefasta historia?
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