“Las mujeres socialistas de todas las naciones reconocemos al imperialismo como el enemigo que ahora está conduciendo a los pueblos a luchar entre sí”. La frase está contenida en un documento publicado en 1915 por Clara Zetkin bajo el título “Las mujeres de Alemania a las mujeres de Gran Bretaña”.
En el presente siglo, es preciso identificar al imperialismo como el ente que siembra guerras, bombardea territorios y cierra fronteras para impedir que lleguen a los países desarrollados miles de seres humanos a quienes las bombas y el saqueo despojan de lo necesario para seguir viviendo.
Los muros, ya sean estructuras físicas o insalvables barreras legales, son levantados con el fin de eternizar la desigualdad y socavar la resistencia de los explotados.
En el caso de República Dominicana, un país subdesarrollado, si el presidente Luis Abinader y su canciller han anunciado la construcción de una mal llamada verja perimetral en la frontera con Haití y dicen que han contratado para construirla a una empresa israelí, es porque no les causa vergüenza presentarse como neotrujillistas y neobalagueristas de la peor especie y menos vincularse a los sionistas.
Abinader y Roberto Álvarez son lacayos confesos y saben que “la verja” no molestaría al sionista presidente de Estados Unidos y a sus aliados europeos. ¿Acaso no han sido los estrategas imperialistas los ideólogos de los muros de acero y de las leyes en que se sostiene la muralla jurídica global?
Clara Zetkin, quien propuso la instauración del Día Internacional de la Mujer, visualizó en el siglo pasado el enfrentamiento entre pueblos a interés del proyecto imperialista. Hoy, desde República Dominicana, se torna evidente que el imperialismo nos explota y nos enfrenta.
CONTRA LA DESIGUALDAD
En los inicios del siglo pasado, Zetkin, socialista alemana, se sumó a la lucha de las sufragistas. Hoy, es deber de conciencia denunciar que la clase dominante ha prostituido el sufragio, y convoca a hombres y mujeres a las urnas tras emplear en pago de favores politiqueros cuantiosos recursos que, en justicia, deben ser destinados a educación, salud y otros servicios necesarios para sustentar la vida.
Antes del inicio del siglo XX, en 1889, en el Congreso de París de la Segunda Internacional, Zetkin y otras luchadoras lograron una declaración en la cual se establece como deber la aceptación de las trabajadoras en los sindicatos en condiciones de igualdad, y defender el principio de “igual salario por igual trabajo” para los trabajadores de uno y otro sexo, independientemente de su nacionalidad.
En el año 2018, La Organización Internacional del Trabajo estimó en cerca del veinte por ciento la brecha salarial entre hombres y mujeres. En los últimos meses, por los efectos de la pandemia y de la injusticia acumulada, hubo marcada tendencia al ensanchamiento.
El enfoque de género no sustituye, pues, al análisis desde una visión de clase. Por el contrario, lo fortalece y profundiza.
CONTRA EL CONSERVADURISMO ENGAÑOSO
Feminismo es lucha por la igualdad y por los derechos. Hoy, cuando los medios de comunicación controlados por el gran capital muestran la explotación como normal y la sobreexplotación como progreso, es también una expresión de la lucha contra el orden establecido.
Rosa Luxemburgo, compañera de lucha de Clara Zetkin, pero con marcadas diferencias en ciertos criterios, llamó tempranamente la atención sobre la necesidad de vincular la lucha por los derechos de las mujeres a la lucha contra la injusticia que encarna la sociedad de clases.
Señala que sectores que propugnan por la permanencia de la sociedad de clases se unen a la lucha por los derechos de las mujeres por entender que no riñe con el proyecto de eternizar el capitalismo.
Los ideólogos del capitalismo moderno difunden como señales del triunfo femenino la integración de mujeres a fuerzas de ocupación (hay que ver la forma espectacular en que son presentadas las mujeres latinas y afroamericanas integradas a tropas yanquis de ocupación) y la integración de figuras femeninas a la lista de estrategas del capitalismo como Margaret Thatcher, Jeane Kirkpatrick, Chistrine Lagarde y Condoleeza Rice. ¡Como si el nombre femenino hiciera tolerables el saqueo y el terrorismo de Estado!
El ala globalista que ha pretendido lavarse la cara, presenta como estrella de su sucio montaje a una confesa partidaria del golpe blando, quien propugna por alimentar la conspiración contra el avance político otorgando recursos y apoyo logístico a grupos mercenarios en los países con gobiernos que no son aliados de los yanquis: la hoy vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris.
Entender el presente como escenario de una fuerte lucha ideológica y no tomar el coctel de neofascismo y sumisión imperialista que nos sirven, es asumir a conciencia el deber de legar a las nuevas generaciones un mundo distinto.
DESDE REPÚBLICA DOMINICANA
El deber de tomar posición está ante nuestros ojos desde hace tiempo.
Entre los nombres conocidos de mujeres dominicanas figura el de Minerva Bernardino, trujillista a quien no le importó representar a la dictadura en organismos internacionales, pero también existe otra Minerva, la que perdió la vida en la lucha por las libertades públicas: Minerva Mirabal.
Rebeldía es compromiso de luchar contra la injusticia.
Por eso, hay que ver como continuidad de la trampa trujillista la costumbre de los politiqueros de nombrar gobernadoras provinciales, escoger candidatas a la Vicepresidencia y explotar la figura de la llamada Primera Dama en el montaje de una oficina para el dispendio.
Es lo que hacen los políticos que en las últimas semanas han manifestado que es necesario aprobar las modificaciones proyectadas al Código Penal excluyendo la despenalización del aborto por razones de salud de la madre, malformación del feto, o embarazo resultante de violación o incesto.
No quieren entrar en conflicto con las iglesias que tienen presencia en el Estado y en asociaciones internacionales ni con los grupos burgueses que se definen como defensores del patriarcado y mueven recursos para sostener esa defensa.
El desconocimiento del derecho de la mujer a defender su integridad se hace sentir también en la postura de funcionarios para quienes el usufructo de las posiciones de poder para obtener favores sexuales, así como el ejercicio del acoso y la violación sexual, son faltas menores.
Quienes condenan de palabra la violencia contra las mujeres, pero obstaculizan con sus hechos la eliminación de sus formas más odiosas, son tan culpables como los agresores materiales.
Esta realidad obliga a contraponer nombres como los de la primera dama y la vicepresidenta, Raquel Arbaje y Raquel Peña (figuras del espectáculo politiquero ligadas a la política de atropello a las mayorías) a los de las mujeres que hoy luchan por una sociedad mejor.
El saqueo y el despojo fomentan la exclusión, la desigualdad y el abandono social y generan con ello más violencia contra las mujeres, además de relegar el reconocimiento de derechos.
Hasta hace algunos años gravitó en el medio social y político el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez (hoy retirado por razones de salud), quien defendía al embrión, pero pedía aplicar la macana a quienes protestaban contra la injusticia, sabiendo que su pedido implicaba también fomentar la brutalidad policial y el gatillo alegre. ¡Vaya defensor de la vida!
La conmemoración del 8 de marzo conduce a reflexionar sobre la necesidad de transformar la sociedad. Como advirtió Rosa Luxemburgo, el mayor temor que albergan los opresores es el crecimiento de la conciencia de los oprimidos… Elevar el nivel de conciencia es indispensable… Por las mujeres, por la humanidad toda…