¿Un Castillo de naipes?
La reciente “ofensiva” del presidente Castillo, y sus alfiles, planteando una denuncia legal contra la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, por pertenecer a una “organización criminal”, se adelanto por unas horas a la que ésta estaba pergeñando. El golpismo, acaba de dar un nuevo golpe al círculo de confianza del gobierno, al encarcelar a varios de sus cuadros y operadores políticos, bajo el argumento de que estos también serían parte de una “organización criminal”, liderada por el propio Pedro Castillo.
Esta nueva “ofensiva”, ha sido la “base” para la presentación de un oficio al Congreso de la República, demandando el juicio político y la inhabilitación del inquilino de Palacio de Gobierno, lo cual implicaría que solo bastaría con 66 votos de los congresistas. No obstante, este es un procedimiento que tomaría cierto tiempo. La vacancia, que también es agitada, incluso, por el congresista “morado”, Edward Málaga, necesita 87 votos.
Y para asegurar estos votos, la estrategia de los Think Thanks del golpismo, envalentonados con la victoria electoral del neofascista Rafael López Aliaga, acaba también de allanar las casas del grupo congresal denominado “Los Niños”, quienes habrían sido favorecidos con obras públicas a cambio de votos. Esta arremetida ha “justificado” que algunos congresistas -como Ilich López (de Acción Popular)- hayan declarado estar de acuerdo con la vacancia del presidente peruano. Aunque no está claro que el golpismo logre los votos necesarios para la destitución presidencial (la fiscal tiene cuestionamientos por sus estudios de maestría y doctorado y por favorecer a su hermana fiscal en un caso de trafico de influencias), es patente que la nueva asonada golpista debilita profundamente a la administración castillista.
El golpismo sigue ganando posiciones (como advertíamos en notas anteriores), apoyándose en la pasividad del gobierno que pretende mantenerse a través de “acuerdos” con el centro derecha (repartiendo ministerios y cuotas de poder en el Estado), y alineándose con el Imperio del Norte, como se evidenció en la última cumbre de la OEA realizada en Lima. En la misma, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, señaló que, “van a invertir en la lucha contra la pesca ilegal”. Esto sería con el fin de desplazar a China del mar territorial peruano e ir destruyendo el Plan estratégico chino de “La Ruta de la Seda” (en la provincia de Lima norte se viene construyendo el mega puerto chino de Chancay).
El imperialismo aún sostiene a Castillo porque desconfía del carácter minoritario, dividido y aventurero de las camarillas golpistas (para no repetir aventuras trumpistas, como pasó en Venezuela o Bolivia), cuya principal base de sostén está en un sector de las FF.AA., y del empresariado y la clase media acomodada de Lima. Además, EE.UU., tiene temor que el golpismo desencadene una nueva rebelión popular como la de abril de este año.
No obstante, a pesar del “apoyo” de EE.UU. al régimen constitucional de Castillo, éste está aislándose cada vez más de apoyo popular. Esto no solo por no responder a ninguna de sus “promesas” de campaña electoral, sino porque la ineficiencia e impotencia del gobierno (no pudo hasta ahora comprar fertilizantes en cantidad para sostener a la mediana producción agraria, etc.), que está generando una desmoralización significativa en las masas que lo auparon al poder. Esta cuestión se ha visto confirmada en la marcha de apoyo convocada para el 13 de octubre pasado donde no asistieron más de 700 personas (para el día de hoy lunes 17 se está convocando una nueva marcha, pero con una estrategia de presionar para negociar en las alturas y no para aplastar al golpismo).
En este contexto complejo y contradictorio, aparece la figura de Antauro Humala, quien trata de capitalizar el descontento popular con el régimen político a través de planteos verborrágicos.
El nacionalismo burgués trasnochado que plantea Antauro, no llega a los talones de las experiencias nacionalistas fallidas de Velasco Alvarado. La reciente experiencia nacionalista traidora la tuvimos con su hermano mayor, Ollanta Humala, a quien Antauro apoyó.
Así las cosas, la dinámica de la lucha de clases, donde la “izquierda reformista”, ha terminado desplomándose en las últimas elecciones (Perú Libre y JP, no sacaron un solo gobernador, etc.), está produciendo un nuevo escenario donde el golpismo podría terminar adjudicándose una victoria política y el gobierno podría derrumbarse como un Castillo de naipes (aunque el gobierno todavía tendría el respaldo popular de un 24% de la población no tanto por él sino porque odia más a la oposición política congresal que gobierna también para los millonarios).
El problema es la evidencia de que la izquierda que se reclama revolucionaria no emerge políticamente. No presenta alternativa política y menos de poder frente a un régimen en crisis y degradación pronunciada. Se forjará en la lucha independiente de las masas por sus reivindicaciones. Enfrentando la ofensiva de la derecha reaccionaria (que pretende anular ahora el decreto contra las tercerizaciones del trabajo obrero), y por el salario, el techo de vivienda y contra las precarizaciones.
Esta lucha tiene planteada el ataque al golpismo, vacando al Congreso reaccionario y antiobrero. Es necesario un Plan de Lucha independiente del gobierno y, por supuesto, de la oposición golpista. Avanzar hacia la realización de un Congreso Obrero y Popular, donde se apruebe un Plan de Lucha nacional por nuestras reivindicaciones y que ponga fin al golpismo fascistizante. En esta perspectiva se inscribe la lucha estratégica por un gobierno de los trabajadores y trabajadoras.
César Zelada. Dirigente de la agrupación Vilcapaza.
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