La crisis político institucional por la que atraviesa hoy el MERCOSUR, puede recordarnos al hecho que ocurriera décadas atrás en la entonces Comunidad Económica Europa con la crisis de la silla vacía cuando el General Charles de Gaulle rechazó el cambio de la forma de votación en el seno de la Comisión Europea, que por […]
La crisis político institucional por la que atraviesa hoy el MERCOSUR, puede recordarnos al hecho que ocurriera décadas atrás en la entonces Comunidad Económica Europa con la crisis de la silla vacía cuando el General Charles de Gaulle rechazó el cambio de la forma de votación en el seno de la Comisión Europea, que por entonces era por unanimidad y se pretendía modificar por el de mayoría cualificada. La diferencia es que hoy el conflicto, es de la silla ocupada, puesto que se desató cuando la República Bolivariana de Venezuela comunicó a sus socios que asumía la Presidencia del bloque, que había ejercido Uruguay hasta mediados de año, y que por la rotación alfabética le correspondía.
Uruguay es el único país con el que cuenta Maduro para poder cumplir con su cometido, puesto que tanto Argentina como Brasil y Paraguay vienen manifestando que no cumple con las condiciones previas para ejercerlo ya que no ha incorporado a su acervo normativo las normas del MERCOSUR, por lo menos trescientas de ellas, y por su situación política interna.
Lo paradójico de esta situación es que las razones que se esgrimen para vetar la presidencia venezolana, que ya la ejerció con anterioridad en situaciones regionales peores puesto que tenía más normas sin internalizar, aunque sin el plazo vencido como ahora, no resultan de peso para suspender al país caribeño del bloque, como ocurriera años atrás con Paraguay, y ni siquiera para sancionarlo de alguna manera, cuestión que no está prevista en los Tratados.
Hace algunos días la cancillería argentina propuso una presidencia colegiada para saldar la situación hasta que en enero próximo este país tome el mando de la pro témpore. Sin embargo, más allá de la posible aceptación de la propuesta por parte de Brasil, Paraguay y finalmente Uruguay, quedan planteadas una serie de interrogantes de difícil solución.
¿Por qué los incumplimientos de Venezuela alcanzan para que no asuma la Presidencia pero no serían suficientes suspenderlo del bloque? ¿Por qué si no cumple con los Tratados no recibe sanción y mantiene su condición de cuasi igualdad frente al resto de los socios? ¿Qué precedente se sienta a futuro respecto al cumplimiento de los Tratados y sus consecuencias?
Pero la situación es más compleja de lo que se expone públicamente, puesto que el MERCOSUR resuelve todo su accionar a partir del consenso de la totalidad de los miembros, y en consecuencia si Maduro asume una política similar a la de De Gaulle, el proceso de integración quedaría virtualmente bloqueado, puesto que sería imposible alcanzar el consenso necesario.
Suspender a Venezuela implicaría también impedir a sus representantes parlasureños participar del Parlamento del MERCOSUR. Esto es delicado, teniendo en cuenta que es en este órgano imbuido por la representación, donde la oposición venezolana tiene el margen para dar a conocer la situación por la que atraviesa su país y establecer lazos políticos y de solidaridad con familias partidarias de los otros países.
En consecuencia los integrantes del MERCOSUR, deberán establecer de manera concreta los pasos a seguir. Para ello, los escenarios son claros.
Escenario 1: Se sanciona a Venezuela por las razones de incumplimiento de los Tratados y se la suspende como miembro del bloque. Esta posibilidad es la menos osada, puesto que sólo se considerarían cuestiones de índole regional , pero deja expuestos a los restantes miembros del MERCOSUR, que en diferentes medidas, también incumplen la normativa referida a la internalización de normas regionales, aunque no las fundamentales.
Escenario 2: Se sanciona a Venezuela por lo antes expuesto y, además, por su política interna de derechos humanos. Esta posibilidad abre una puerta enorme a futuro, puesto que además de inmiscuirse en la política interna de los Estados miembros, también debería debatirse qué se incluye en los derechos humanos y si, a los comúnmente aceptados, se le incluyen los de nueva generación. Tengamos en cuenta que durante la última sesión del PARLASUR quedó aprobado el informe sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela, que consta de una importante recolección de documentación que da cuenta de la crisis social y humanitaria por la que transita.
Escenario 3: No se sanciona a Venezuela, como no se la sancionó tres años atrás cuando ya ejerció la Presidencia del MERCOSUR entre el 12 de julio de 2013 y el 29 de julio de 2014 y se le establecen plazos concretos para cumplir los compromisos asumidos y las sanciones de las que sería plausible en caso de incumplimiento.
Escenario 4: Se la excluye a Venezuela de la Presidencia del MERCOSUR pero se la sigue considerando miembro pleno del bloque, con las posibles consecuencias que esto podría tener y que expusimos anteriormente.
De la decisión que adopte el MERCOSUR dependerá el futuro del bloque de manera determinante, puesto que hay valores supremos puestos en juego que pueden consolidar el proceso o hacerlo caer definitivamente.
La experiencia más cercana de la exclusión de Paraguay y la entrada por la ventana de Venezuela no augura un futuro promisorio, pero el recambio dirigencial de los responsables de los Estados echan un poco de optimismo a la cuestión.
Para eso el bloque debe tener claro que la crisis que hoy se está viviendo no tiene que ver con las sillas que se ocupan o se dejan de ocupar en una reunión o bien en un recambio presidencial sino que es la cristalización de lo ocurrido cuatro años atrás.
Esta crisis comenzó cuando Venezuela ocupó su silla, de la forma que lo hizo, el 31 de julio de 2012.
Florencia Deich. Licenciada en Ciencia Política [email protected] @flordeich. Eduardo Rivas. Licenciado en Ciencia Política [email protected] @eduardorivas07
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