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La foto de Le Pen

Fuentes: Gara

Todos los actos humanos tienen un porqué, un sentido más o menos claro, o más o menos oscuro, pero un sentido. Le Pen, que es básicamente un rancio fascista hijo de la gran república, no es tonto. Hacía tiempo que la prensa francesa le ignoraba, pero coincidencias de la vida, su oposición frontal al Tratado […]

Todos los actos humanos tienen un porqué, un sentido más o menos claro, o más o menos oscuro, pero un sentido. Le Pen, que es básicamente un rancio fascista hijo de la gran república, no es tonto. Hacía tiempo que la prensa francesa le ignoraba, pero coincidencias de la vida, su oposición frontal al Tratado constitucional europeo lo ha colocado en el extremo derecho de una foto de familia política muy roja. Bueno, básicamente roja, porque también pueden verse retratos oscuros teñidos de bermellón oportunista como el de Laurent Fabius, angel caído del PSF. Pero hablaba de Le Pen.

Y decía que es un grandísimo hijo de la más rancia república francesa, pero que no tiene un pelo de tonto. Y decía también que la prensa gala, que hasta hace bien poco no le hubiera concedido ni las líneas de su propia esquela, ahora le persigue a donde quiera que vaya para extirparle párrafos, páginas enteras con cualquier declaración. ¿Qué sucede para que el Dar Vader francés deje de estar estigmatizado en los medios de comunicación?

Le Pen, que es un grandísmo fascista, no es tonto. Dijo la semana pasada que le extrañaba ese repentino interés de la prensa gala hacia su figura, otrora tan denostada y obviada. ¿No será, reflexionó, que estos que antes me ignoraban ahora me buscan la boca porque cada vez que la abro pidiendo el No, el Sí sube en las encuestas? Pues va a ser que sí, que los grandes estrategas de la política se han dado cuenta de que en la foto del No hay un contraste evidente, y que agudizándolo, o sea, haciendo brillar el discurso xenófobo del líder del Frente Nacional, se ensombrece el discurso europeísta, antineoliberal y social de la izquierda, y se espanta al electorado hacia el redil del Sí.

Y Le Pen, repugnante fascista pero no tonto, ha optado por callarse, que sabe que ya le tocará el turno de hablar. Porque si la izquierda logra imponer el No, Le Pen se atribuirá el mérito. Y esos que ahora no tienen reparos en utilizar su imagen fascistoide para lograr el Sí, volverán a utilizarlo para culpabilizar a aquellos que por honestidad personal, social y europeísta prefieren compartir su voto con un fascista a dejarse embaucar por intereses neoliberales. La foto de Le Pen, en el extremo derecho de un No de izquierdas, se convierte en la foto reveladora de aquellos que pretenden retratarlo, de aquellos que quieren cegarnos con el flash del miedo y del supuesto caos europeo. –