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La lectura del video de Marcos

Fuentes: La Jornada

El video para ser leído mandado a nuestro periódico por Marcos provocó, contra toda lógica, muy escasos comentarios a pesar de su importancia evidente. Quizás el hecho de que la primera parte, «política», fuese superficial y verborrágica, por lo tanto, llevó a pensar que si tan largo y negativo silencio daba por fruto esa poca […]

El video para ser leído mandado a nuestro periódico por Marcos provocó, contra toda lógica, muy escasos comentarios a pesar de su importancia evidente. Quizás el hecho de que la primera parte, «política», fuese superficial y verborrágica, por lo tanto, llevó a pensar que si tan largo y negativo silencio daba por fruto esa poca reflexión, estábamos ante un nuevo parto de la montaña. En la primera entrega, por ejemplo, se afirmaban obviedades (todos los partidos son iguales en cuanto a corrupción y antidemocracia; el PRD es menos igual porque ni siquiera roba con elegancia y modernidad; hay un evidente complot contra Andrés Manuel López Obrador, pero éste es un présbita político que mira con su ojo derecho al gran capital y con el izquierdo al pueblo; los medios de comunicación forman y deforman la opinión pública, y Televisa y Reforma son particularmente nocivos, aunque a veces tienen una función muy positiva y útil, etc.). Ni conclusiones, ni análisis, ni propuestas. Ninguna caracterización de la situación social, de las fuerzas reales en conflicto, de la reorganización del frente campesino-obrero-popular, de las tareas y obstáculos que deberá enfrentar. Detrás del texto apenas se evidencia el esbozo de un puente tendido a López Obrador, pero de modo tan tenue que puede desvanecerse en el aire. Esa primera parte tan débil, cuando nueve meses de silencio, que pesaron muchísimo en la vida nacional, hacían esperar un rearme político en el campo nacional e internacional, sin duda ha desilusionado a muchos.

Pero el texto de Marcos es importantísimo por otras cosas, que aparecen en la segunda entrega, del 21 de agosto. Cuando todos los partidos discuten la organización del equipo que servirá a las clases dominantes, la posibilidad de que la mujer del mero mero sea mera mera, y la identificación transversal entre un ala del PRD, otra del PRI, el PAN y el establishment (Slim, el rector de la UNAM), los zapatistas hacen, en cambio, un balance del funcionamiento de la autonomía, como poder local por ahora sólo de los indígenas independientes del aparato político burgués, que incluye los partidos. Todavía ese balance de las juntas de buen gobierno (JBG) no lo hacen éstas, como correspondería a cuerpos realmente autónomos, sino el EZLN, por boca de Marcos. Todavía éste piensa en Chiapas y se limita a las zonas zapatistas, sin hablar del conflicto de clases en el resto del país ni de lo que sucede en escala internacional, ni de otras experiencias autónomas y/o revolucionarias (en Bolivia, en Ecuador, en otras partes de nuestro continente).

Pero esas limitaciones, si bien importantes, son secundarias frente al hecho que, frente al balance de Fox, se alza el balance de las JBG, de los caracoles zapatistas, las cuales discuten los problemas resultantes de la práctica de la autonomía y de la autogestión en sociedades cerradas y autoritarias que están aprendiendo lentamente la democracia en medio de la mayor crisis económica jamás sufrida por los indígenas y los campesinos, de Chiapas y de todo México, en toda su historia, desde la Conquista, y cuando los más enérgicos y preparados deben emigrar para sostener a sus familias.

Marcos reconoce con gran sinceridad que la discriminación a las mujeres y el control por el aparato político militar de los gobiernos autónomos subsisten y contradicen flagrantemente los principios zapatistas. Rechaza la reacción racista al revés de las autoridades indígenas que, llevadas por el recuerdo de los engaños y humillaciones sufridos durante siglos, adoptan una actitud de reserva hostil frente a los «extranjeros». Critica que, mientras en los comités clandestinos revolucionarios indígenas de zona las mujeres ocupan entre 33 y 40 por ciento de los cargos, en los municipios autónomos y las JBG su participación es casi nula, y que en las comunidades sean mal vistas las militantes que actúan con independencia. Subraya que a veces el acompañamiento por el EZLN de la experiencia en las comunidades «se convierte en dirección, el consejo en orden… y el apoyo en estorbo», y que comandantes del CCRI toman decisiones que no les competen y meten en problemas a la junta. La construcción laboriosa de relaciones democráticas en los municipios y la politización masiva y rotativa de los adultos, así como la lucha cultural por la modificación de los usos y costumbres, son aportes fundamentales que están haciendo los zapatistas. No lo hacen sólo en el plano teórico (otros les han precedido, incluso en México, desde hace años, en la previsión de los problemas que enfrentarían) sino en el de una experiencia de masas que es válida para otras regiones. Y, si bien el planteo es la posibilidad de que las JBG coexistan con el Estado, local o federal, si las respetan, y hasta la idea, formulada por Marcos, de que las JBG son hasta factores de orden y de estabilidad dentro de este sistema capitalista, eso no concuerda con la importante formulación más general de que «lo único que quedaría sería refundar la nación. Con nuevo pacto social, nueva Constitución, nueva clase política y nueva forma de hacer política. En suma, haría falta un programa de lucha, construido desde abajo, con base en la agenda real nacional, no en la que promueven políticos y medios.» Este escriba demasiado sentado, que se cansa de repetir eso mismo, no puede sino recibir con júbilo estas líneas de Marcos.