La izquierda peruana ha entrado en su etapa de madurez, pues ahora no sólo debemos escribir sobre los representantes de sectores conservadores, llamados de derecha, sino también de los sectores de izquierda, quienes han luchado toda su vida por un ideal, ora con aciertos, ora con errores. Muchos de mi generación asumimos un compromiso con […]
La izquierda peruana ha entrado en su etapa de madurez, pues ahora no sólo debemos escribir sobre los representantes de sectores conservadores, llamados de derecha, sino también de los sectores de izquierda, quienes han luchado toda su vida por un ideal, ora con aciertos, ora con errores. Muchos de mi generación asumimos un compromiso con el socialismo de JC Mariátegui, por el ejemplo que ellos nos dieron, y siguen dando.
Por consiguiente, tratar de ser objetivo en este momento, es poner todo el esfuerzo en ver la realidad con el corazón y la razón en un tema: cómo contribuir a dar continuidad al socialismo. Por ello, va la crítica al proceso actual, con la perspectiva que nos enseñaron, contribuir a despejar dudas -deslindar, la llamaron- y separar el grano de la paja. Y va la propuesta con la intención de aportar a superar una coyuntura de avances y reveses.
Hoy la izquierda marxista democrática está liderada por Sinesio López Jímenez (SLJ), quien la ha puesto en una nueva fase: en el centro del debate político. El logró que se unificaran diversos grupos tras la figura de Ollanta Humala (OH). Su evaluación táctica fue apoyar un caudillo nacionalista de izquierda, frente al vacío de otros liderazgos y partidos de izquierda. Análisis y trabajo que fueron correctos, y que produjo congresistas de izquierda marxista, y que además, por primera vez, ellos y ellas están orgánicamente en el poder.
La izquierda marxista con el rostro de SLJ, persiste en su sinceridad, honestidad, transparencia. Además, con cerca 40 años de militancia consecuente, SLJ se ha ganado un puesto político en la izquierda. A falta de un líder carismático y de consenso, López asume con solvencia ese rol. Es un vocero muy inteligente, maduro, centrado. Ha confesado, casi en un estilo sacerdotal, lo ocurrido en el último año al interior de Gana Perú y tras el liderazgo de OH.
Pero SLJ, que se luce en el diseño estratégico y táctico, no parece operar bien en la coyuntura. Ésta la rebasa, sucumbe al mundo real, que él analiza bien y comprende mejor. Al parecer, tampoco su liderazgo es sólido y contundente para movilizar tácticamente a huestes y capitanes. De lo contrario, la izquierda presente en el gobierno de OH, no hubiera permitido el triunfo del neo fujimorismo de Valdéz, y hubieran mantenido a Lerner.
En ese sentido, la izquierda requiere de operadores políticos en la táctica, honestos, concertadores, equitativos. Y por ello la pelea de López, -«analista político» como él mismo se define-, de sus amigos y compañeros, termina dándose en la retaguardia o en la oposición. Y no en la vanguardia de la historia, ni en el gobierno. Pues al no operar correctamente en la táctica, en la coyuntura, en el ring, luego terminan peleando fuera del cuadrilátero.
Por ello, la izquierda, tras ser derrotada por Valdez, y tras la captura de OH por la derecha (como bien analiza SLJ), se empeña en una nueva táctica, recomponer fuerzas, ir -en realidad volver- a las trincheras, pasar a la oposición, salir a las calles. Demuestra que tiene gimnasia para eso y no tanto para ser gobierno y dirigir un país. Más habilidad se tiene para la protesta que para conducir un país y moverse en la política cotidiana, en el chantaje diario (SLJ dixit).
Y todo ello a pesar del enorme esfuerzo del mismo López por abrir la cancha de la gran política a los dirigentes de izquierda, que luego de Barrantes volvieron a las cuevas, a las catacumbas y peleas de peso ligero. SLJ hizo entrar a la izquierda a las grandes ligas. Fue un acierto táctico apoyar a OH. Y es que en el instante se funde la historia. En las operaciones tácticas se resuelve la historia, a favor o en contra de los intereses que uno representa.
Pero al parecer la izquierda aun no está preparada para resolver problemas tácticos de gobierno. Con SLJ aprendió a resolver problemas ideológicos y entrar en la historia. Pero no los coyunturales y políticos. Parecidos problemas tiene Susana Villarán (alcaldesa de la Municipalidad de Lima), que tras apartarse de puras posturas ideológicas (lo cual no significa dejar la ideología) se abrió un espacio político, y entró en la historia política. Ahora enfrenta las resistencias de la derecha, y tiene el reto de hacer política.
El problema de percepción de SLJ es que confunde, como él mismo dice, los sueños con la realidad. SLJ ha escrito que OH debió abrir el «camino democrático de la gran transformación», impulsar «un conjunto de reformas que acabaran con el capitalismo salvaje del neoliberalismo, instalara un capitalismo democrático en una primera etapa y avanzara luego hacia un desarrollo nacional inclusivo».
Pero era casi una realidad que si no se rodeaba a OH con militantes, organizaciones, partidos de izquierda, y capaces de garantizarle que todo eso era posible y realista, OH, hombre pragmático, caudillo, líder personalista, se iría con quién le garantizara gobernabilidad y estabilidad. Y claro, como OH fue capturado por la derecha, para SLJ se acabaron esos «sueños», como él mismo ha escrito.
Nada de esto justifica el viraje de OH, y su alianza con sectores fujimoristas y el gran capital, pero lo pone en una perspectiva un poco más realista y objetiva. Y es que la izquierda no pudo capturar a OH. Y por tanto perdió la disputa. Y, como en el fútbol, caballero nomás. Por tanto la izquierda no puede decir que como OH no hizo lo que dijo que iba a hacer -sabiendo que lo decía en un contexto de chantaje, como el mismo SLJ reconoce que es la política y más las coyunturas electorales- nos vamos a las trincheras.
He allí el error táctico con miras estratégicas, como dirían los mayores. No pues, eso no es hacer política. Lo correcto es evaluar que se equivocaron en ir sin masas y sin organización a una disputa por el poder con un líder nacionalista de izquierda sin bases, y sin orientación socialista. Y presionado por una derecha con experiencia en los vericuetos del poder, que allí se mueve como pez en el agua, y que tiene enormes recursos para chantajear y coaccionar.
Así, pues, no se puede pedir peras al olmo. Lo avanzado está bien, pero no se podía más. OH no traicionó principios socialistas, porque nunca los tuvo. Sí es inconsecuente con lo que propuso en la campaña, claro que sí, pero hay que ver la coyuntura de ese cambio, la génesis de la transformación de la Gran Transformación. Lo que OH hoy enfrenta son propuestas políticas coyunturales que deben resolverse sí o sí. Quien lo resuelve bien, gana.
El mismo SLJ lo confirma cuando dice que OH «se resistió a ser capturado en un primer momento, e intentó organizar un gobierno legítimo y viable sobre la base del triunfo electoral de la segunda vuelta. Su voluntad política no fue, sin embargo, muy vigorosa ni su imaginación muy fecunda para movilizar y organizar el apoyo popular que lo sustentara, que le permitiera cambiar la relación política de fuerzas y que bloqueara la ofensiva de la derecha económica, política y mediática y los susurros de sus asesores brasileros».
Pero qué hizo el sector de izquierda en esos momentos, he allí la autocrítica que falta en el texto de SLJ. Cómo fecundar la imaginación de OH, y organizar el apoyo popular para sustentarlo. O quizá faltó mayor perspicacia para evaluar en su momento, que OH no tenía una «voluntad vigorosa», y que podía flaquear en cualquier momento. Otra hipótesis es que OH evaluó que si seguía resistiéndose, sin tener un sólido soporte y bases, podía perder todo, pues vendría una arremetida feroz. ¿La experiencia de Susana Villarán?
Como dice López, «pocos días antes de la toma de mando, (OH) cedió a las presiones y cantos de sirena e invitó a Velarde y Castilla a que, en representación de los grandes grupos económicos y financieros, siguieran con la captura del Estado. Se organizó entonces el gobierno de concertación integrado por Ollanta y sus amigos, la derecha económica y la izquierda. Con la salida posterior de ésta del gobierno y con el consiguiente fortalecimiento de la derecha económica y del entorno militar, se crearon las condiciones políticas para pasar de la captura del Estado a la captura de Ollanta». Lúcido análisis, pero tardía respuesta.
Como justificación al hecho de que la derecha capturara a OH, pasando por encima -o por el lado derecho- de la izquierda, SLJ aduce que «ello significa que el sentido político de los acontecimientos y de los programas no depende sólo del significado que le imprimen los actores sino también del carácter del contexto (reformista o conservador) en el que ellos operan».
Para quién no entendió agrega, «el contexto resignifica el sentido político que los actores otorgan a sus acciones y a los programas. ¿En qué momento la hoja de ruta comienza a perder su horizonte utópico y su filo reformista? Mi hipótesis es que esa mutación comienza cuando el presidente Ollanta, presionado por los poderosos grupos económicos y por la derecha política y mediática e inducido por «los brasileros», decide cogobernar con los representantes (Velarde Y Castilla) del orden neoliberal. En ese momento se introduce también lo que hoy se llama falta de cohesión porque fuerzas extrañas a Gana-Perú comienzan a cogobernar».
Lo escrito por SLJ es una observación aguda. Pero frente a esa coyuntura, la izquierda debió organizar un cerco a OH, presionar democráticamente con las bases, apoyar a Lerner y todo lo que hacía, apoyar a OH y crear una coyuntura de diálogo y acuerdos con Gregorio Santos. Ese era el momento de jugársela a todo por el todo. Convocar a la Mesa de Concertación, Acuerdo Nacional, CGTP, etc. Nada de eso pasó. Se perdió.
Ahora el texto es una brillante interpretación de lo ocurrido, que lo que debe propiciar es una reconversión y profundo análisis de la izquierda en el sentido que le faltan operadores políticos, y cómo ir conquistando espacios de poder. Lección para los jóvenes izquierdistas. Toda la izquierda que estuvo al costado de OH, y que tuvo poder en esos días, no pudo cambiar el «carácter del contexto». No fue sólo por la realidad, sino por la falta de operadores políticos.
Aunque no lo digan, los jóvenes de izquierda ven en esa coyuntura una falta de capacidad de liderazgo táctico y de responsabilidad frente a lo ocurrido. Para tener una mayor ascendencia, los dirigentes tienen que tener los pies bien puestos sobre la tierra. La táctica requiere buenos reflejos, agilidad para el cambio, destreza para los movimientos rápidos. Además, un buen análisis de la situación concreta como lo hace SLJ, talentoso asesor, que sin lugar a dudas es un lujo para la izquierda.
¿Qué hacer ahora? Evaluar el gran paso que se dio. De la lucha política marginal a estar en el centro del poder. Recomponer las fuerzas, y acumular a través de convocatorias para ser próximo gobierno. Crear espacios democráticos y nuevos liderazgos. Escuchar la voz crítica de las nuevas generaciones. La izquierda debería concentrarse en escuchar justamente eso, críticas y cuestionamientos, y no loas y adulaciones de oportunistas de última hora.
Debe cuestionar lo que haya que hacerlo en el gobierno de OH. Dejar los caudillismos, en eso SLJ debe seguir dando ejemplo, y promover y educar nuevos líderes. La izquierda debe crear un nuevo escenario político, de propuestas para el país. Tiene congresistas, y militantes en muchos puestos en el gobierno. Tiene Lima y algunas regiones. Además de un análisis más certero de la coyuntura.
El gran frente que está convocando SLJ debe ser para la gobernabilidad, seguir intentando la separación de OH del gran capital, -allí requiere de aplicar la alta política- luchar ideológicamente contra MOVADEF, imaginar un nuevo país, y entrar en las masas y sus intereses. La izquierda sabe cómo hacerlo, le falta cintura política, más desprendimiento, más solidaridad entre ellos. En realidad a la izquierda le hace falta más socialismo en las venas, y no sólo en las palabras, sobre todo en esta nueva etapa que le toca vivir.
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