Recomiendo:
0

La socialdemocracia alemana, de derrota en derrota

Fuentes: El Militante

Con sus políticas de contrarreformas, Tony Blair y Gerhard Schröder estuvieron entre los principales perdedores en las Elecciones Europeas. En Alemania, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el SPD no pudo conseguir más que el 21,5 % de los votos en una elección a nivel nacional, como la del 13 de junio. Dado […]

Con sus políticas de contrarreformas, Tony Blair y Gerhard Schröder estuvieron entre los principales perdedores en las Elecciones Europeas. En Alemania, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el SPD no pudo conseguir más que el 21,5 % de los votos en una elección a nivel nacional, como la del 13 de junio. Dado que la baja asistencia electoral fue de apenas el 43%, ¡esto significa que el SPD recibió el apoyo de no más que un 9 % del total del electorado!

La drástica erosión llega a ser claramente visible cuando se miran los números absolutos. En 1998, el SPD ganó las elecciones nacionales con el apoyo de más de 20 millones de votantes. En 2002, apenas lograron mantener la cancillería en base a 16,5 millones de votos. El 13 de junio de 2004, no más de 5,5 millones votaron por el partido de Schröder. Así, en un plazo menor de dos años, el apoyo para el SPD ha caído a un tercio.

Al contrario de lo que sostienen algunos perpetuos optimistas y la mayoría de los líderes del SPD, éste no es todavía el final de una serie de derrotas electorales. Nuevas sorpresas desagradables son inevitables en las elecciones regionales y locales de los venideros otoño, invierno y verano. Sin embargo, los dirigentes Socialdemócratas tales como Schröder y sus ministros así como el nuevo presidente del SPD Franz Müntefering y la mayoría de los parlamentarios del partido todavía creen que su política de desmontar el estado de bienestar más pronto o más tarde van a convertirse en un auge sustentable y que cada Tom, Dick y Harry eventualmente entenderán las bendiciones de sus decisiones y regresarán a la coalición del SPD y de los Verdes para las elecciones generales de 2006.

En realidad, los burgueses de derecha de los Demócratas Cristianos (CDU/CSU, la principal fuerza opositora en el parlamento), gracias a la política de Schröder, tendrán una mayoría de dos tercios en la Cámara Baja, el Bundesrat, tan pronto como el SPD pierda las elecciones en Schleswig-Holstein y Nordrhein-Westfalen (Renania del Norte – Westfalia) en los primeros meses de 2005. Así, el CDU/CSU estará en posición para bloquear cualquier legislación importante del Bundestag. Sin embargo, los resultados de la elección al europarlamento también han revelado que no hay un traslado del voto de SPD hacia el CDU/CSU ya que los Cristiano Demócratas también perdieron 1,7 millones de votos en comparación con las elecciones europeas de 1999. Por lo tanto, no hay un giro general a la derecha. Aunque partidos de extrema derecha con sus eslóganes racistas lograron conseguir más del 5 % en algunas ciudades industriales, su voto a nivel nacional sigue siendo más bien insignificante.

Voto Verde

Mientras que el SPD recibió un martillazo sin piedad por el contra-reformismo de Schröder, los Verdes, socios menores de Schröder, salieron de esta elección enormemente consolidados. En algunas ciudades universitarias, áreas interurbanas y urbanizaciones lujosas de importantes ciudades, los Verdes derrotaron al resto de los partidos y emergieron como el número uno. Ésta, sin embargo, no es necesariamente una indicación de un voto de protesta de izquierda. Es cierto que el partido de los Verdes fue fundado hace unos 25 años como un partido de protesta algo izquierdista y atrajeron a una capa de jóvenes que estaban frustrados con el entonces gobierno de coalición del SPD/Liberales. Y que sectas maoístas enteras con miles de partidarios se disolvieron en los Verdes en aquella época y en los años 80 la juventud genuinamente de izquierda giró hacia los Verdes en su búsqueda de una alternativa radical y ecologista.

Sin embargo, la mayor parte de los militantes sinceros de izquierda hace mucho que abandonaron el partido. Muchos de los estudiantes radicales de los setenta y ochenta ahora son maestros bien pagos, profesores, arquitectos, funcionarios, especialistas en tecnología de información y profesionales que absorbido el individualismo y en la mayoría de las cuestiones de clase importantes tienen una visión todavía más a la derecha que los dirigentes del SPD. Los dirigentes y activistas de los Verdes en muchos casos no tienen nada que ver con los sindicatos, la clase obrera, pensionistas de la tercera edad ni los pobres. No sufren (aún) por los ataques al estado de bienestar, pueden permitirse pagar alimentos saludables y se contentan con algunos gestos de los ministros Verdes que parecen estar luchando por un medio ambiente mejor, por energía eólica en lugar de centrales nucleares, por granjas orgánicas, etc. Los Verdes ahora son tan sólo otro partido liberal, ligeramente más comprensivo, multicultural y «progresista» con los derechos de los inmigrantes y libertades civiles que los liberales tradicionales (FDP – Demócratas Liberales). Cada vez más se oye a destacados dirigentes Cristiano Demócratas decir que podrían concebir un gobierno de coalición con los Verdes en un futuro no muy lejano.

El PDS

Desde el punto de vista de muchos activistas del partido socialista más pequeño, el PDS, el destino de su partido en gran parte dependía del resultado de las elecciones europeas. Su derrota en las elecciones al Bundestag en 2002 y las maniobras del aparato del partido para echar al ala dura de izquierda ha provocado una crisis importante y la desilusión de muchos activistas de izquierda honestos. Si no hubiesen conseguido al menos un 5%, necesario para conseguir representación parlamentaria, el proceso de erosión que comenzó hace aproximadamente dos años se hubiese acelerado. Al final consiguieron un 6,1% eclipsando incluso al FDP. Sin embargo, esta cifra sólo refleja un modesto crecimiento de 12.000 votos sobre los conseguidos en las elecciones europeas de 1999. El voto del PDS en el oeste alcanzó un total de 325.000 votos (el 1,6%), mientras que en ciudades del este como Erfurt, Leipzig, Halle y Magdeburg consiguieron ganar las elecciones europeas así como las municipales, que se celebraban al mismo tiempo. En el este el PDS consiguió algo más del 25% de los votos, mientras que el SPD apenas llegó a un 15%.

Al contrario de la tenencia nacional, el PDS perdió votos en Berlín y Mecklenburg – Vorpommern, donde participan en gobiernos locales de coalición con el SPD que están llevando a cabo duros recortes en gasto social y educación. En todos los demás lugares, en los parlamentos de Thüringen (Thuringia), Sachsen (Sajonia) y Sachsen-Anhalt (Alta Sajonia), el PDS juega el papel del principal partido de oposición. El PDS es en realidad una versión del este de un partido socialdemócrata.

Sin embargo, sería equivocado decir que los elementos socialdemócratas moderados tienen un control total del aparato del PDS. Dos de los siete europarlamentarios que consiguieron escaños fueron nominados en contra de la voluntad y determinación del aparato del partido: Tobias Pflüger, un antimilitarista radical y figura destacada del movimiento contra la guerra, y Sahra Wagenknecht, representante de la Plataforma Comunista dentro del PDS. Es especial el caso de Shara Wagenknecht, que fue presentada por los medios de comunicación burgueses como un «caso irrecuperables de nostalgia comunista» y que recibió un entusiasta apoyo en más de cien mítines electorales realizados tanto en el Este como en el Oeste y en los que tocó las cuestiones de clase.

¿Qué le ocurrirá al SPD?

Aunque el canciller Schröder no ve razón para cambiar de rumbo como consecuencia de las elecciones, las bases del partido, abrumadas por la pérdida de apoyo electoral tanto local como regional, están comenzando a hacer críticas. En las conferencias regionales de Hessen, Saarland y Hamburgo, celebradas el fin de semana pasado, la principal demanda era cambiar de rumbo a favor de la clase obrera y detener toda la futura legislación antiobrera en el contexto de la «Agenda 2010» de Schröder. Al mismo tiempo, en una conferencia nacional de más de 500 activistas sindicales, disidentes del SPD, dirigentes sindicales jubilados, activistas de ATTAC, algunos grupos sectarios y otros elementos políticamente «huérfanos», realizada en Berlín, discutieron los planes para crear un nuevo partido político, o más bien una «alternativa electoral» (Wahlalternative/ASG), para defender el estado de bienestar. Si este grupo se va a desarrollar en una formación política de izquierda viable con cierta base de masas está todavía por verse. Por el momento, las declaraciones políticas de sus dirigentes parecen indicar que desean regresar a los buenos viejos tiempos del estado de bienestar bajo Willy Brandt en los años setenta, y no el avanzar hacia una genuina democracia socialista. Sus declaraciones programáticas están a la derecha del programa del PDS. Sin embargo, dado el vacío político y la debilidad del PDS en el Oeste pueden atraer el interés de miles de desencantados (antiguos) militantes y (ex) simpatizantes del SPD. Al mismo tiempo, las cosas también pueden cambiar dentro del SPD. En Saarland, Oskar Lafontaine, antiguo presidente del partido y Ministro de Finanzas que dimitió luego de un amargo conflicto con Schröder hace cinco años, parece preparar su regreso a la arena política. En el congreso regional del partido del pasado domingo, Lafontaine recibió ovaciones de pie por sus críticas a la política de Schröder, mientras que el presidente del partido, Franz Müntefering, que defendía la «línea del partido» recibió solamente un tímido aplauso. Muchos desesperados militantes del partido esperan que más pronto o más tarde el «buenote del Oskar» regrese a la política nacional y salve el alma del partido.

Efectivamente de lo que estamos hablando es de tres sectores diferentes de la socialdemocracia y el reformismo (SPD, PDS, Wahlalternative/ASG). Los Marxistas defendemos que la tarea decisiva no es construir otro sector más de la socialdemocracia con ideas difusas sino establecer una base firme para las ideas Marxistas dentro del movimiento obrero. Cualquier gobierno, movimiento o grupo de presión que intente seriamente regresar al estado de bienestar de los años setenta y dar marcha atrás al proceso de privatización así como al flujo de riqueza de los pobres hacia los ricos se enfrentará con la resistencia de la clase dominante. Venezuela demuestra que hace falta una perspectiva revolucionaria para llevar a cabo y defender reformas reales en interés de la clase obrera. Si en serio quieres cambiar las condiciones de vida en beneficio de la inmensa mayoría, no puedes ignorar estas lecciones básicas de la historia.