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Ante el “juntos podemos” que no deja de invocarse desde Iniciativa Internacionalista

La unidad de la izquierda está por forjar

Fuentes: Rebelión

Iniciativa Internacionalista es una opción con toda la legitimidad del mundo para concurrir a a las elecciones como cualquier otra, pero me temo que no representa la unidad de la izquierda revolucionaria. Es un acuerdo hecho rápidamente y sin contar con amplísimos sectores de todo el estado español. Del hecho de que pretenda contar con […]

Iniciativa Internacionalista es una opción con toda la legitimidad del mundo para concurrir a a las elecciones como cualquier otra, pero me temo que no representa la unidad de la izquierda revolucionaria. Es un acuerdo hecho rápidamente y sin contar con amplísimos sectores de todo el estado español. Del hecho de que pretenda contar con una parte considerable de los votos de la izquierda independentista y pueda estar cerca la consecución de un eurodiputado no podemos derivar la conclusión de que necesariamente va a representar a todas las izquierdas transformadoras. Más bien, desde una posición de relativa fuerza, se está llamando al voto útil.

Para invocar la unidad de las izquierdas de todo el estado español se han de dar algunas condiciones que están muy lejos de cumplirse en el caso de II. Cuando se habla de que por fin se ha conseguido aunar a las fuerzas revolucionarias con las independentistas, se obvia que no se ha producido el debate y el cambio de orientación que muchos esperamos de la izquierda abertzale para poder marchar juntos. Para contar con una buena parte de la gente que lucha día a día por un verdadero cambio social en las catacumbas españolas, II no se puede limitar a aceptar las condiciones de quienes dejan de plantearse algunas cosas, como por ejemplo la actitud ante el daño, entre otros muchos, que hace para nuestras luchas en territorio enemigo, en la España profunda, el proceder descerebrado de ETA, para más bien eludir la patata caliente invocando el derecho a callarse. Éste es un escollo que está lejos de salvarse y sobre el que queda mucho trabajo por hacer. Me temo que si ese proceso de reflexión y reconfiguración no se da urgentemente, al caudal político del independentismo vasco le puede acabar pasando como a los acuíferos de La Mancha, puede terminar agotándose por sobreexplotación.

Por otro lado, la unidad se forja de abajo arriba, en un proceso paulatino de implantación y organización, de diálogo abierto y sincero, sin precipitación. Entre otras cosas, hay que preguntarse a quién rendiría cuentas un diputado o diputada de la coalición, si lo que queremos es basarnos en la confianza histórica en ciertas personas o forjar un tejido real con implantación amplia que conecte la representación con las luchas, todas las luchas, no sólo ciertas luchas. El oportunismo es enemigo de la unidad de acción, porque la unidad de voto puede que sirva para algunos intereses estratégicos muy concretos, pero está muy lejos de representar el proceso que verdaderamente necesitamos, como clase social en tiempos de brutal derrota histórica, para conseguir avanzar hacia el socialismo (y no otra cosa).

Queda entonces mucho por hacer y dialogar para poder decir que «juntos somos un volcán» o que vamos a hacer historia, o para pedir a otras candidaturas que se retiren en nombre del verdadero proyecto de unión de las izquierdas del estado español. Si Iniciativa Internacionalista obtiene un buen resultado, muchos nos alegraremos, porque estamos cerca de la mayor parte de sus postulados, pero tengo derecho a decir, sin que se me acuse veladamente de divisionismo o traición, que no es mi voto, que no cumple algunas condiciones elementales para que lo sea, ni es por el momento el marco de acción conjunta que la clase trabajadora necesita.