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Las cinco personas más ricas del mundo

Fuentes: Rebelión

El año pasado eran ocho, luego fueron seis, y ahora no llega a cinco el número de súper ricos cuya fortuna equivale a la mitad de la riqueza del total de la población mundial. Un análisis con datos poblacionales de 2016 reveló que el 50% de los habitantes más pobres del mundo posee, todos juntos, […]

El año pasado eran ocho, luego fueron seis, y ahora no llega a cinco el número de súper ricos cuya fortuna equivale a la mitad de la riqueza del total de la población mundial.

Un análisis con datos poblacionales de 2016 reveló que el 50% de los habitantes más pobres del mundo posee, todos juntos, un total de 410 mil millones de dólares o poco menos. Como promedio, cada uno de los cinco súper súper ricos posee casi lo que 750 millones de personas.

A partir de información estadística confiable, el programador informático y profesor universitario Paul Buchheit, autor de varios libros y ensayos sociológicos sobre temas poblacionales, ha publicado un ensayo en la revista digital norteamericana Common Dreams en el que aborda algo de sumo interés acerca de estos fenómenos en el terreno de la geopolítica.

«La mayoría de los súper súper ricos -escribe Buchheit- son estadounidenses. Nosotros, los estadounidenses, creamos Internet, desarrollamos y financiamos la inteligencia artificial y construimos una infraestructura de transportación masiva. Sin embargo, hemos dejado que unos pocos individuos tomen casi todo el crédito, junto con cientos de miles de millones de dólares».

Buchheit precisa que los defensores de la existencia de esta incontrolada brecha en la distribución de la riqueza quieren hacer ver que esto es algo normal porque «Estados Unidos es una meritocracia y los súper ricos han logrado todo lo que tienen por sus propios méritos».

(Por meritocracia se entiende una forma de gobierno basada en el mérito y, en términos más generales, en la discriminación positiva a partir de los méritos, con predominio de valores asociados a la capacidad individual o al espíritu competitivo. La república ideal de Platón es un ejemplo de meritocracia).

Warren Buffett, magnate propietario de más de 60 compañías e inversionista estadounidense conocido como el profeta de Omaha, ha dicho que «el genio de la economía estadounidense reside en nuestro énfasis en una meritocracia con un sistema de mercado y un estado de derecho que han permitido que una generación tras otra de estadounidenses, vivan mejor que sus padres».

Pero Estados Unidos no es una meritocracia, aclara Buchheit, y los hijos ya no viven mejor que sus padres. En los ocho años transcurridos desde la recesión de 2008, el índice del Wilshire Total de valoración de mercado – índice ponderado de capitalización de todas las existencias que se comercializan activamente en Estados Unidos- se ha más que triplicado, elevándose de un poco más de $ 8 mil millones a casi $ 25 mil millones. La amplia mayoría de los beneficios ha ido a manos de los estadounidenses más ricos.

Sólo en 2016, el 1% más rico cambió de lugar en la lista transfiriendo casi $ 4 mil millones de la riqueza total a su favor, con casi la mitad de la transferencia ($ 1,94 mil millones) proveniente de las clases media y baja.

¿Estados Unidos, una meritocracia?

Con diversos ejemplos el profesor Buchheit desmiente con abundantes argumentos y datos tal tesis, y fundamenta la suya de que «Bill Gates, el joven Mark Zuckerberg (6º más rico en el mundo y 4º más rico de EEUU) y Jeff Bezos (mayor accionista de la mega corporación Amazon) han hecho poco que no hubiera sido de cualquier modo a base de nuestros dólares de impuestos, nuestros institutos de investigación y nuestras subvenciones a las corporaciones».

Muchos súper ricos estadounidenses comprometen la mayor parte de sus fortunas en causas filantrópicas. Parece un gesto muy generoso, pero en realidad lo que hacen es invertir en empresas de responsabilidad limitada exentas de impuestos que les permiten usar sus miles de millones de dólares en hacer donaciones políticas o vender sus tenencias, sin pagar impuestos y otros gravámenes.

«Casi todos -si no todos- los multimillonarios estadounidenses, hicieron su dinero invirtiendo en la investigación, la innovación y la infraestructura, que conforman la base de la tecnología moderna. Pero además de con sus enormes fortunas ellos han contado con éxitos que se deben a la sociedad y no a unos pocos individuos. De ahí que, una porción significativa de los incrementos de la riqueza nacional anual debía ser dedicada a la educación, la vivienda, las investigaciones sobre salud y a la infraestructura, como herencia del trabajo y la productividad de sus padres y abuelos. El adecuado uso de esa riqueza no debe ser decidido por nadie en particular», concluye el profesor Paul Buchheit.

Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.