A partir del primero de junio, El Salvador estrenará presidente y un nuevo gabinete de gobierno. Todavía está por verse, sí lo nuevo por conocer será mejor que lo viejo conocido. A diferencia de la fórmula del FMLN que prometía «cambios» y la de ARENA «trabajo para todos», Bukele, en cambio, no prometió nada, salvo […]
A partir del primero de junio, El Salvador estrenará presidente y un nuevo gabinete de gobierno. Todavía está por verse, sí lo nuevo por conocer será mejor que lo viejo conocido. A diferencia de la fórmula del FMLN que prometía «cambios» y la de ARENA «trabajo para todos», Bukele, en cambio, no prometió nada, salvo derrotar al bipartidismo. La gran mayoría de los votantes eligió a Nayib Bukele no porque considerara que el «Plan de gobierno Cuscatlán» sería o será la medicina que sanaría o sanará todos los males de la sociedad salvadoreña, ni mucho menos, porque finiquitaría o finiquitará al sistema neoliberal, sino que, pienso yo, por el hartazgo político del pueblo salvadoreño en relación con los partidos políticos FMLN y ARENA.
Ahora bien, esto no significa que las expectativas que se tienen en relación con el nuevo mandatario, el joven, elegante y bien peinado empresario Nayib Bukele no sean grandes. Por el contrario, de él se espera mucho.
En El Salvador reina la esperanza alrededor de la figura de Nayib Bukele, después de treinta años de experiencia con el régimen político impuesto y avalado por la oligarquía salvadoreña a través de ARENA y del FMLN, que sí se pueden cambiar las cosas. Al menos se le ha dado en bandeja dorada la oportunidad para que demuestre que él sí puede. Está de más decir, que a Nayib se le ha dado una tarea hercúlea, sí se considera que el poder fáctico en El Salvador todavía sigue intacto e incólume.
Si bien es cierto que fue «Hércules» Bukele quien agarró con sus propias manos a las dos serpientes que la oligarquía salvadoreña le había colocado en su cuna de niño semidios y las estranguló en las urnas electorales en febrero de este año, es necesario no olvidar que la fuerza de sus extremidades superiores no fue un regalo divino, sino que emanó del pueblo salvadoreño, quien en definitiva ha sido el verdadero artífice de la derrota del FMLN y de ARENA.
Según la mitología griega, el rey Euristeo, monarca de la ciudad griega de Tirinto, ubicada en la península del Peloponeso, le encomendó a Hércules doce tareas que tenía que realizar para expiar los crímenes cometidos. De esta docena de trabajos, 7 tenían que ver con la muerte o captura de bestias salvajes o monstruos míticos como la Hidra de nueve cabezas y 5 con el robo de bienes materiales.
Juan Pueblo, rey imaginario del moderno Cuscatlán del siglo XXI le ha encomendado a «Hércules» Bukele solamente seis grandes tareas a cumplir, no para que borre sus culpas por delitos o desaciertos públicos cometidos, sino para que contribuya al progreso y desarrollo de la sociedad salvadoreña. Todos estos quiméricos trabajos tienen que ver con la vida, la justicia y con el bienestar socio-económico de sus paisanos: 1) Acabar con la bestia del crimen organizado 2) Combatir el robo institucional y la corrupción estatal 3) Impedir que se apruebe el anteproyecto de ley de reconciliación nacional que restablecería la «amnistía absoluta e incondicional» para algunas de las graves violaciones de derechos humanos cometidas durante la guerra civil 4) incentivar la inversión de capitales en la economía nacional, para la creación de puestos de trabajo 5) combatir la violencia social y de género 6) garantizar escuela, vivienda y salud para los sectores más pobres de la sociedad salvadoreña. La consecución exitosa de todas estas tareas llevará a «Hércules» Bukele irremediablemente a enfrentar directamente a la oligarquía salvadoreña.
Por lo general, los primeros tres meses de todo nuevo gobierno en cualquier parte del mundo marcan una pauta importante para saber cuál será el derrotero político, social y económico de la nueva administración.
Del primero de junio de 2019 al 31 de mayo 2024 será el tiempo que tendrá el presidente más joven en toda la historia de El Salvador, para coronar su mandato y jubilarse como Nayib Bukele, el carismático empresario y político de corte ultramoderno que intentó cortarle la cabeza a la Hidra oligárquica salvadoreña o el «herculiao» Bukele, que no pudo ni tampoco quiso hacerlo.
Fuente: Por un mundo nuevo, mejor y más justo
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