Después de más de 18 meses de expatriación, el ex Presidente Manuel Zelaya Rosales reingresará al país, bajo la vigilancia nacional e internacional, como el político más influyente de Honduras y el más popular de Centro América. Este retorno deja varias lecciones: Primera. Los caprichos políticos están irremediablemente sometidos a las necesidades económicas. La élite […]
Después de más de 18 meses de expatriación, el ex Presidente Manuel Zelaya Rosales reingresará al país, bajo la vigilancia nacional e internacional, como el político más influyente de Honduras y el más popular de Centro América. Este retorno deja varias lecciones:
Primera. Los caprichos políticos están irremediablemente sometidos a las necesidades económicas. La élite político militar que ejecutó el golpe de Estado, el 28 de junio de 2009, ciegamente confió en el respaldo financiero norteamericano y del empresariado foráneo para mantener al moribundo Estado hondureño. Pero, se equivocó. Con el golpe de Estado, el flujo de la limosna internacional se cerró. EEUU cortó incluso 200 millones de dólares de ayuda económica para el 2011 a Honduras por la corrupción del régimen. ¿Cómo podría mantenerse en el poder el régimen del humanismo cristiano sin dinero?
Ahora que Honduras será reincorporada a la OEA, gracias al Acuerdo de Cartagena de Indias entre Lobo y Zelaya, la burocracia clientelar del régimen del humanismo cristiano se frotan las manos porque, según ellos, cerca de 600 millones de dólares frescos ingresarán al país por concepto de ayuda internacional.
Segunda. Por más que la élite política gamonal hondureña se ofusque en el siglo XIX, América Latina y el resto del mundo corren en el siglo XXI. En la región existe una nueva correlación de fuerzas geopolíticas. América Latina ya no es más el patio trasero del gobierno de los EEUU. ¿Quién logró castigar a Honduras fuera de la OEA por cerca de 2 años? ¿Los EEUU o la UNASUR? ¿Quién obligó a la élite política hondureña actual a comerse sus patrañas contra Zelaya? ¿Obama-Clinton o Chávez-Santos? ¿Quién se fortaleció con el golpe de Estado hondureño? ¿Washington, la chabacana élite política hondureña o la UNASUR?
Tercera. Si la élite patronal desea mantener adormecido al pueblo hondureño, tiene que inventar nuevas mentiras que provoquen nuevos sustos. Los antiguos miedos ya no adormecen al pueblo como antes. El flamante reingreso de Zelaya a Honduras como un coloso pro socialista es el acabose de los miedos al comunismo, socialismo, chavismo, etc. en el imaginario colectivo del pueblo.
En el siglo XIX, todavía se podía someter al pueblo con el miedo del castigo/infierno y el deseo de la salvación. Ahora que los mismos patrones peregrinan de rodillas, clamando misericordia y perdón, ante el convaleciente Hugo Chávez, ¿cómo seguir infundiendo miedo en el pueblo con el fantasma del anticristo de Chávez?
Cuarta. La Biblia dice: «La piedra que desecharon los arquitectos, ahora, es la piedra angular». Los arquitectos del golpe de Estado expulsaron a Mel Zelaya de la Presidencia de la República y del país creyendo que así aniquilarían sus intensiones de democratizar la democracia de los ricos hondureños. Pero aquel fatídico acto produjo un efecto contrario. Hicieron de Mel Zelaya un coloso político, a cuyos pies, ahora, incluso se rinden los golpistas y Lobos más feroces. Prácticamente hicieron de Mel Zelaya un mito viviente en quien el pueblo en resistencia deposita todas sus esperanzas para refundar el país, mediante un proceso constituyente.
En otros términos, el retorno festivo de Manuel Zelaya a Honduras es un destello más de la supremacía de la razón sobre la brutalidad de la fuerza. Estos tiempos ya no son más tiempos de golpes de Estado, ni de la democracia de los ricos. Ahora, es el tiempo de las y los excluidos y empobrecidos, decididos a reinventar su presente y su futuro que comienza a clarear.
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