El mayor desafío de la izquierda peruana es desmantelar el Estado neoliberal y transitar hacia un horizonte anti-capitalista.
***
Daniel Siguas, en un reciente artículo en Jacobin América Latina, nos ha proporcionado un análisis muy lúcido de la coyuntura social, política y económica del Perú. Siguas además presenta una critica balanceada de las dos fuerzas progresistas en disputa electoral: Juntos por el Perú (JP) con Verónika Mendoza y Perú Libre (PL) con Pedro Castillo, los mismos que compiten contra una mayoría apabullante de más de una decena de fuerzas políticas representando a la derecha y la ultraderecha.
Coincido con Siguas en que un horizonte anti-capitalista sólo será posible con la participación activa y transformadora de los movimientos sociales y populares. Sin embargo, si bien ambos partidos aglutinan entre sus bases a movimientos y colectivos claramente anti-capitalistas, en su conjunto estos proyectos políticos distan aún mucho de representar el ideario anti-capitalista. En el mejor de los casos, constituyen proyectos en transición en distinto niveles de maduración política.
En lo que sigue, trataremos de evaluar sucintamente las propuestas de política económica de las dos principales fuerzas de izquierda. Lo anterior permitirá mostrar que, tanto ideológica como programáticamente, PL se encuentra mucha mas cercano al ideario anti-capitalista de lo que esta JP, aunque esta diferencia sea de grado y no de tipo. Estas diferencias, sin embargo, no niegan la existencia de confluencias y convergencias programáticas, las que mencionaremos brevemente en la parte final de este artículo.
Juntos por el Perú (JP): la persistencia del dogma neoliberal
Prominentes economistas heterodoxos como James K. Galbraith, Jayati Gosh, y Matias Vernengo, junto a otros intelectuales, han suscrito su apoyo público a la candidatura de Verónica Mendoza (JP). Este es un apoyo loable e importante para la izquierda peruana y su propuesta de gobierno para enfrentar la devastadora crisis política, social y económica que atraviesa el país, correlato de mas de 30 años de políticas neoliberales y además magnificada por la pandemia. Sin embargo, como lo hemos mencionado, JP no es la única fuerza progresista en estas contiendas electorales, ni la única con opciones de alcanzar la segunda vuelta. En realidad, JP representa la posición más “conservadora” dentro de la izquierda, mucho más cercana a los ideales de la socialdemocracia que al Marxismo, así las políticas identitarias constituyen la fuerza dominante y cohesionadora en su propuesta programática.
En lo económico, si bien los lideres políticos y asesores económicos retóricamente cuestionan el neoliberalismo, sus propuestas tienen cierta continuidad con las mismas. Así, en un escenario en el que no existe una ruptura radical con el neoliberalismo, las propuestas de JP son maquilladas con políticas fiscales expansivas orientadas a superar la actual crisis económica y social, una condición necesaria pero insuficiente para avizorar un horizonte post-neoliberal. Los economistas de JP insisten, al igual que los neoliberales, que los déficits fiscales tendrán que ajustarse en tanto se avizoré la “superación” de la crisis todo ello en contraposición con las políticas de finanzas funcionales o de pleno empleo que activamente han venido proponiendo los economistas heterodoxos. El mismo ajuste fiscal (“consolidación fiscal”) que el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), bastión de la tecnocracia neoliberal, establece como meta de política económica en el Marco Macroeconómico Multianual 2021-2024.
Uno de los aspectos mas controversiales de la propuesta de JP es la reiterada insistencia por la continuidad del mito neoliberal del banco central independiente, mito impuesto por la dictadura fujimorista y sus tecnócratas. Podría asegurar que los economistas heterodoxos firmantes del apoyo a JP discrepan unánimemente con la perpetuación de este mito. De hecho, tanto el post-Keynesianismo, como otras escuelas heterodoxas, no sólo han desnudado sistemáticamente esta falacia conceptual, sino también abogado por un mandato dual (pleno empleo y estabilidad monetaria) sujeto a las necesidades de las grandes mayorías y no de los intereses del gran capital. Desde la izquierda debe entenderse, de una vez por todas, que tanto políticas como instrumentos monetarias y fiscales no son más que la conjunción de relaciones de poder, por tanto, de clase y no meros tecnicismos que deben ser blindados de la influencia política, como interesadamente pontifican los economistas neoliberales y neoclásicos. Perpetuar este mito sólo conduce a la inacción y la capitulación ante el neoliberalismo y sus tecnócratas, atrincherados en el BCRP, sino también la perdida de una herramienta central para la promoción activa del desarrollo económico, tan requerido por el país.
De igual forma, JP propone continuar con el programa Reactiva Perú, implementado por el gobierno neoliberal de Martin Vizcarra como medida económica ante la pandemia y que ha favorecido desproporcionadamente al gran capital, en desmedro de la pequeña y mediana empresa y de la clase trabajadora y que Oscar Dancourt, economista de JP, considera “una gran herramienta de política monetaria” ante la crisis desatada por la pandemia e insiste cándidamente que este “no tiene efectos secundarios negativos”, como si los despidos laborales “temporales” realizados por las empresas beneficiarias de Reactiva Perú representasen una nota marginal.
Estas coincidencias y continuidades no hacen sino generar cierto halo de escepticismo en torno a las credenciales anti-neoliberales de JP y con ello, además, desvanecen el ideario de materializar el horizonte anti-capitalista.
Perú Libre (PL): continuidad extractivista y esencialismo de clase
PL es un partido que se declara Marxista-Leninista y Mariateguista, con una marcada posición anti-capitalista y anti-imperialista, pero además con un claro arraigo popular e indigenista, sin embargo, esa radicalidad se empaña ante la ausencia de políticas identitarias, un conservadurismo social foráneo al ideario anti-capitalista contemporáneo. Estas contradicciones requieren ser resueltas en pos de un proyecto político que trascienda el esencialismo de clase, pero sin que ello signifique la abdicación del ideario Marxista. Lo anterior no significa, sin embargo, acusar a PL y Pedro Castillo de representar a una izquierda aldeana, ensimismada y folclórica. Un discurso clasista y hasta racista, que ciertos sectores progresista han hecho eco de manera acrítica.
La propuesta económica de PL tiene como referentes las experiencias progresistas Latino Americanas, en especial las de Ecuador y Bolivia, y se sintetiza en lo que PL denomina “Economía Popular con Mercados”. Propuesta que reivindica al Estado como el principal actor del desarrollo económico y social, en una apuesta que trasciende tanto el estado subsidiario del neoliberalismo, como al Estado regulador de la propuesta social demócrata de JP.
Las propuestas de PL van desde la regulación estatal del mercado, la participación empresarial del estado, la planificación, hasta la nacionalización y estatización de los sectores estratégicos. Se priorizan la producción nacional y los mercados internos; mejoramiento de la recaudación fiscal a través de un esquema tributario progresivo, para ello apuestan además por una renegociación de los contratos-ley con el capital transnacional; control estricto de la repatriación de capitales fomentado su reinversión en el país; así como la renegociación de la deuda externa pública y privada priorizando la deuda social interna.
Pedro Castillo, candidato presidencial de PL, es maestro de una escuela publica y rural, campesino e indígena, quizá por ello, la propuesta educativa de PL es extremadamente ambiciosa, la misma que busca incrementar el gasto en educación hasta alcanzar el 10% del PBI, lo que permitiría inversiones en infraestructura, equipamiento y el mejoramiento de los alicaídos salarios de los maestros. Lo anterior se complementa con políticas de lucha contra el analfabetismo, reformulación de los programas curriculares para una descolonización educativa, un sistema universitario publico y de calidad, entre muchas propuestas más. Asimismo, PL plantea la restructuración del sistema de salud y su transición hacia un sistema “universal, único, gratuito y de calidad”, además de regular el sistema privado de salud a través de un “tarifario único” y normas antimonopolio.
PL apuesta por la continuación y posible ampliación de la frontera extractivista, esto sumada a la ausencia de políticas identitarias, constituyen elementos transgresores de una apuesta verdaderamente anti-capitalista. Si bien se reconoce la importancia de un modelo de crecimiento liderado por los salarios, PL pone lo que ellos denominan “extractivismo sostenible” como una condición necesaria para el despegue económico. Sin embargo, los límites del modelo extractivista tanto en gobiernos progresistas como neoliberales han sido ampliamente discutidos. PL necesita superar esta lógica y abrazar un modelo post-extractivista de diversificación productiva que, además, sea social y ambientalmente sostenible.
Coincidencias y confluencias
A pesar de estas diferencias de grado en torno al posicionamiento anti-capitalista de ambas propuestas, JP y PL comparten un ideario progresista en el que existen muchas coincidencias y confluencias, aunque con diversidad en el énfasis de los mismos. Ambas fuerzas recogen el clamor popular por una nueva Constitución a través de una Asamblea Popular Constituyente, punto de inicio para desmantelar el Estado neoliberal; diversificación productiva y fomento de la pequeña y mediana agricultura, así como la implementación de una banca de fomento y desarrollo; reconocimiento de los derechos laborales e implementación de un sistema de seguridad social publico. En este último punto, la eliminación del régimen previsional privado (AFP), herencia nefasta del fujimorismo, y la implementación de un sistema publico que garantice pensiones dignas constituye una demanda social ineludible. De igual manera, las transferencias directas a las familias (Ingreso Básico Universal) para hacer frente ante la aguda crisis económica causada por la pandemia y las políticas neoliberales de austeridad son de extrema importancia.
El mayor desafío de la izquierda peruana es desmantelar el Estado neoliberal y transitar hacia un horizonte anti-capitalista, una tarea ineludible que demanda un esfuerzo conjunto y articulado. Lo anterior requería una coalición amplia de izquierdas, desafortunadamente a puertas del proceso electoral eso es inviable, sin embargo, esperemos que la segunda vuelta no solo permita esa confluencia, sino también la victoria electoral.
Alejandro Garay-Huamán, peruano, candidato a Doctor en economía por la Universidad de Missouri – Kansas City (USA)