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Entrevisto a Nara Cladera, miembro de la Comisión Internacional del sindicato francés “Solidaires”

«Los grandes sindicatos abandonaron la lucha de clases y lo estamos pagando»

Fuentes: Rebelión

Nacida en Montevideo (1969), la ideología de Nara Cladera tiene un origen genético. Su madre, que pasó el embarazo en prisión, era tupamara y su padre, maoísta. Tras el golpe de estado de 1973 en Uruguay, la familia se exilió a Argentina, donde la madre de Nara cayó de nuevo presa. Como en muchos revolucionarios […]

Nacida en Montevideo (1969), la ideología de Nara Cladera tiene un origen genético. Su madre, que pasó el embarazo en prisión, era tupamara y su padre, maoísta. Tras el golpe de estado de 1973 en Uruguay, la familia se exilió a Argentina, donde la madre de Nara cayó de nuevo presa. Como en muchos revolucionarios de la época, el exilio marcó a fuego las biografías: en 1977 llegó a París. Nara Cladera es actualmente profesora de Primaria y miembro de la Union Syndicale Solidaires francesa. Forma parte de la Comisión Internacional del sindicato y también del área educativa (SUD Education). El pasado 6 de octubre la sindicalista fue arrestada durante 24 horas en el marco de la detención de Egoitx Urrutikoetxea en París. «Se me acusó de asociación de malhechores con objetivo de organizar actos terroristas, pero fue un claro montaje», afirma, «pues la única razón es que acogí a una familia en mi casa». Nara Cladera ha participado en la jornada organizada por Intersindical Valenciana sobre «La UE contra la sobirania dels pobles. Els drets socials i sindicals en la Unió Europea».

-¿Qué distingue a un sindicato como «Solidaires» de la CGT, organización sindical mayoritaria en Francia?

«Solidaires» es un sindicato interprofesional, de los sectores privado y público, que cuenta con 110.000 afiliados. Promovemos un sindicalismo inmediato, de defensa de los trabajadores en las empresas, pero con una voluntad de cambio radical de la sociedad. «Solidaires» es una organización de base, alternativa, revolucionaria e independiente de partidos políticos y sindicatos. En cuanto a la CGT, hay un momento muy importante en la historia del sindicalismo francés que es la Carta de Amiens (1906), en la que se establece la independencia de los partidos políticos respecto al movimiento sindical. Allí se define que el sindicalismo tiene un papel político por ser la herramienta del movimiento obrero. La CGT se calificaba en sus orígenes como «sindicalista revolucionaria», y fue muy importante hasta los años 1920-1925; el problema es que poco a poco fue convirtiéndose en «correa de transmisión» del Partido Comunista y por tanto influida por el estalinismo.

-¿Cómo son las relaciones en la actualidad?

Con el cambio de secretario general, Thierry Leapaon por Philippe Martínez, la CGT manifiesta una mayor oposición al gobierno, lo que me parece interesante. La Intersindical (mesa en la que participamos todos los sindicatos) observa esta apertura en la posición del nuevo secretario general. «Solidaires» está en los mismos sectores que la CGT, tanto en el sector público como en el privado, lo que nos diferencia es que la CGT se integra en la Confederación Europea de Sindicatos (CES), de manera que inevitablemente participa en la aplicación de muchas de las medidas de la Unión Europea. Nosotros nos posicionamos en contra de la CES.

-¿Es la Unión Europea reformable? ¿Hay espacio para las políticas sociales progresistas en el marco del euro?

Me parece que centrarlo todo en la idea de salir o entrar en el euro es un falso debate. Lo importante es que el salario de los trabajadores dé para vivir decentemente, no importa si nos pagan en euros, en pesetas, en francos, caracoles o pedazos de vidrio. La cuestión es llegar a otro reparto de la riqueza y, por tanto, a salarios dignos.

-¿Son Hollande y Valls socialdemócratas coherentes? ¿Hallas alguna diferencia respecto a los gobiernos de Sarkozy?

El gobierno de Hollande obedece al mismo diktat de austeridad y sigue el trabajo realizado por Sarkozy, con la ventaja de que siempre el Partido «Socialista» Francés (cada vez que digo «socialista» me da rabia) llegó al poder con el voto de los afiliados a los sindicatos de izquierda. Además, siempre se adormece un poco el movimiento social cuando el partido socialista llega al poder, de eso se aprovecha. Han podido impulsar medidas que, si las hubiera aplicado la derecha, se habría paralizado el país. La gran central sindical, la CGT, que ahora está cambiando de posicionamiento, aceptó todas las medidas del ejecutivo socialista. Pienso que, actualmente, el punto inadmisible de este gobierno es el «estado de emergencia». Es intolerable, algo que no había ocurrido en Francia desde la guerra de Argelia. Ustedes conocen también estas medidas represivas por la «ley mordaza»…

-¿Ha empezado a apreciarse en la calle el «estado de excepción y los anuncios de reforma constitucional?

La manifestación con motivo del inicio de la Cumbre del Clima en París fue prohibida, y se convocó una concentración en la Plaza de la República, en la que resultaron detenidas 325 personas. Lo nunca visto en Francia. Además, con una actuación extremadamente violenta de las fuerzas policiales. En los días previos también se sometió a arresto domiciliario a 24 militantes ecologistas. Hollande ha planteado un proyecto de reforma de la Constitución, en el que se amplía tres meses el «estado de emergencia», y la salida del mismo se producirá de manera paulatina, todo ello con un incremento de las opciones represoras. Además, toda persona acusada de terrorismo, como es mi caso (por ofrecer casa y comida a una familia), puede perder la nacionalidad francesa (en caso de contar con la doble nacionalidad).

Como profesora de primaria, formas parte de SUD Education, la rama docente del sindicato «Solidaries». ¿Los recortes presupuestarios han afectado a la Educación, uno de los pilares del estado social y la Francia republicana?

Los recortes, que ya empezaron con el gobierno de Sarkozy, han sido muy importantes. Evidentemente, nos hallamos ante un cambio total de lo que podríamos llamar «estado providencia», que no interesa al sistema capitalista. Ese modelo ya pasó. Ahora todos los servicios públicos, incluida la educación, han entrado en fase de mercantilización, lo mismo que ocurrió hace unas décadas en América Latina. Actualmente este proceso se da en toda la Unión Europea. Para mercantilizar los servicios públicos, lo primero que se hace es deteriorarlos y aportar cada vez menos medios humanos y materiales. Después se llega a la conclusión de que el nivel de calidad se está reduciendo y, para ello, se basan en los estudios de la OCDE y todas esas boludeces. El desempleo es un problema muy importante en Francia, pues bien, todos los medios de comunicación culpabilizan a la escuela de no saber adaptarse al mundo empresarial. Según ellos, los jóvenes no salen de la escuela formados para los trabajos que requiere el mercado laboral.

-Los atentados contra el semanario satírico Charlie Hebdo (enero de 2015) causaron 12 muertos; en la masacre del 13 de noviembre en París, resultaron asesinadas 130 personas. ¿Consideras que estos actos de barbarie tienen algún punto de relación con la política exterior francesa?

La política exterior francesa es un desastre. Y el colonialismo francés es algo muy fuerte, de hecho, el Estado francés continúa teniendo una esencia colonial: hay ciertos territorios de dominio que se niega a «soltar». Por ejemplo, lo que ocurrió en Mali, aunque en Siria la situación es algo diferente… Mi opinión es que los atentados del Charlie Hebdo y los de París del 13 de noviembre tienen razones más complejas que únicamente la política exterior de Francia. Creo que habría que cuestionarse, incluso, la sociedad francesa en sí misma: el proceso de descolonización, la crisis económica, las medidas de austeridad… La política militar de Francia, intervencionista, puede influir, pero se trata de algo más profundo. Obviamente, el Estado francés ha de cambiar su política exterior, en la que coinciden Hollande y Sarkozy. Quienes mantuvieron una línea diferente fueron Chirac y Villepin, al oponerse a la guerra de Iraq en 2003.

-¿Ha conjurado Francia definitivamente los «fantasmas» de la guerra de Argelia?

La cuestión colonial en Francia es todavía un asunto tabú. Me refiero, por ejemplo, al hecho de que el Estado francés posea colonias como la Guayana o la Isla Reunión, aunque estén maquilladas como departamentos «de ultramar». Pero se trata realmente de colonias. No tiene ningún sentido que un estado europeo tenga colonias en América Latina. La cuestión de Argelia es más compleja, porque fueron familias que se instalaron allí… Y hay cosas que no fueron resueltas… No hay que olvidar que en Francia las películas sobre Argelia fueron prohibidas hasta los años 70. Es algo que todavía está en carne viva.

-Por último, ¿Cuál es la relación actual entre la Union Sindical Solidaires y los movimientos sociales? ¿Constatas reticencias a la hora de trabajar conjuntamente?

Las organizaciones sindicales sufrimos hoy por lo que hicieron durante años las grandes centrales, como la CGT o la CFDT. Ellos tienen una gran responsabilidad por los acuerdos que firmaron y por haberse convertido en «comparsas» sociales, en lugar de haber actuado como opositores a los gobiernos. Abandonaron el papel de la lucha de clases, y los estamos pagando. Ciertamente hay todo un trabajo que debemos hacer, un sindicalismo de base, fundamentado en asambleas generales en las que se decida, desde los centros de trabajo, qué va a hacerse. Y eso es, en definitiva, un sindicato. Estar en las empresas, en los barrios y participar… Ser una herramienta que está al servicio de las luchas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.