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Entrevista al periodista Raúl Zibechi, autor del libro Mundos otros y pueblos en movimiento (Ed. Desde abajo)

“Los indígenas son el 1% de la población de Brasil y la punta de lanza en la resistencia a Bolsonaro”

Fuentes: Rebelión

Según el periodista e investigador uruguayo Raúl Zibechi (Montevideo, 1952), “seguimos apegados a la idea de revolución centrada en la conquista del poder estatal, a la construcción de partidos y organizaciones jerarquizadas, a la planificación de los pasos a dar (estrategia y táctica) por un grupo de varones blancos ilustrados, a la separación de la ética de la política para darle prioridad a los fines por sobre los medios, a la acción pública por sobre el crecimiento interior (…)”.

Es una de las ideas que vertebra el último libro de Zibechi, Mundos otros y pueblos en movimiento. Debates sobre anti-colonialismo y transición en América Latina (Ed. desde abajo), publicado en marzo. Constituyen una alternativa a las prácticas centralizadas y jerarquizadas, experiencias como las juntas de buen gobierno en Chiapas; los cabildos indígenas en el Cauca colombiano; las “fogatas” en Cherán (Mixoacán, México) o las múltiples asambleas en fábricas recuperadas.

Entre los últimos textos de Raúl Zibechi figuran Tiempos de colapso (una serie de tres ensayos, editada por Zambra-Baladre); Colombia: entre la rebeldía y la esperanza (Ed. Kavilando-desde abajo-Redipaz); o Las luchas del pueblo mapuche. Repensar el sur, de los que es coautor. Desde abajo es un periódico, canal de televisión y editorial popular colombiana, que vio la luz en 1991; está dirigido a “los negados, los sin patria, los que aparecen en los procesos de paz pero no se benefician de ellos; o que son la mayoría nacional, pero sin embargo aparecen como su minoría étnica o racial”.

-“En las últimas décadas los pueblos originarios han mostrado una notable capacidad para producir pensamientos propios, con base en sus experiencias y cosmovisiones”, escribes. ¿Podrías citar ejemplos?

Diría que casi todos los pueblos originarios sobreviven gracias a esas diferencias. Es muy claro que los pueblos de raíz maya son una referencia ineludible, ya que fueron capaces de modelar al EZLN según sus tradiciones y formas de ver el mundo, aunque también fueron influidos por el afuera, como es el caso de la liberación de las mujeres.

El zapatismo, el mundo nasa y el mapuche componen una trilogía de resistencias y a la vez de creación de lo nuevo, imprescindibles en América Latina. Si te acercas a cada experiencia, verás la potencia de las cosmovisiones, en plural, porque cada pueblo presenta particularidades irreductibles. En todos los casos ellas les han permitido sobrevivir en el tiempo, seguir siendo pueblos a pesar de todas las dificultades, desde el genocidio de la conquista hasta la asimilación por el mercado.

-El último capítulo del ensayo consiste en unos “diálogos imaginarios” con el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistan (PKK) y preso político Abdullah Öcalan. ¿Qué valoras especialmente de su pensamiento crítico?

Valoro su capacidad de cambiar sin apartarse de los principios. Quienes venimos del marxismo tenemos grandes dificultades para comprender sus límites, porque el dominar la teoría “correcta” nos coloca en un lugar de superioridad moral que es terrible porque te convierte en un ser apegado a supuestas verdades eternas. Ese sentimiento es tan potente, te da tanta seguridad, que ya no hace falta comprender el mundo, y esa actitud termina por apartarte de la gente común.

Öcalan ha mostrado que el marxismo se ha convertido en un obstáculo para comprender el mundo, apegado como está a la economía como núcleo de explicación del capitalismo, y focalizado en la conquista del poder. Él nos dice que el capitalismo es poder, no economía, aunque es evidente que existe una economía capitalista que, sin embargo, no explica el triunfo y la persistencia de este sistema. Por el contrario, en línea con Fernand Braudel, destaca que el capitalismo son los “40 ladrones” o el “predador nocturno”, no las leyes del mercado y todo ese barullo seudo científico. Hoy es más evidente que nunca que el sistema funciona robando, destruyendo, imponiendo.

Lo notable es que Öcalan haya dado esos pasos para liberarse de su propio pasado, algo que no vemos en las izquierdas europeas ni latinoamericanas. En ellas persisten los lugares comunes del socialismo, como la lucha por el poder, la separación de medios y fines, de ética y política. Sólo encuentro algo similar en los cambios que sufrió el núcleo inicial del zapatismo cuando comenzó a contactar con los poblados, sintetizado en los diálogos de Marcos y el Viejo Antonio.

-¿Qué aporta la experiencia de las mujeres kurdas, en territorios como Rojava, a la lucha del movimiento feminista?

Mucho más allá del discurso, la Jineologi es una propuesta de acción revolucionaria, en el sentido profundo del término. La crítica a la sexualidad tal como la entendemos en Occidente, convertida en mercancía a través del discurso de la libertad, es uno de los momentos más descollantes del ese pensamiento.

El año pasado se publicó un folleto del Instituto Andrea Wolf, titulado “Matar y transformar al hombre dominante”, que constituye un aporte muy profundo a la emancipación de la humanidad en general y de las mujeres en particular. En este trabajo explican cómo trabajan con los varones, además por supuesto de organizarse las mujeres en todos los espacios de la sociedad.

El primer curso de la Academia de Mujeres Libres, de educación de varones, se realizó en diciembre de 2001 y duró ocho meses con un grupo de 20 varones del partido. Las conclusiones fueron importantes: los varones demoraron meses en abrirse a conversaciones profundas; estar en minoría hizo que se sintieran nerviosos e intimidados; tenían un estilo de discusión grosero, conceptual, abstracto y competitivo, entre las más destacadas.

Aun así los varones aceptaron que participar en el programa educativo de la Academia de Mujeres Libres fue “un punto de inflexión” en sus vidas. Me detuve en esta experiencia porque está mostrando, al igual que los encuentros de Mujeres que luchan del zapatismo, que existe un feminismo que realmente quiere transformar el mundo y no sólo empoderar a las mujeres. Creo que tenemos mucho que aprender de estas experiencias.

-¿En qué medida consideras un referente al Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), la Guardia Indígena de la población Nasa en Colombia e instituciones como los cabildos?

El proceso nasa compone, junto al zapatismo y al pueblo mapuche, una trilogía de resistencias imprescindibles en América Latina. Por un lado tenemos la recuperación de miles de hectáreas que son trabajadas por las comunidades, donde se crean empresas comunitarias autogestionadas y cultivos familiares. Pero además han creado un sistema educativo y de salud, una economía y justicia propias, organizándose en torno a cabildos que son las autoridades de cada territorio elegidas por la población. Estoy hablando de 84 resguardos que suman 500 mil hectáreas en el Cauca, donde se eligen 115 cabildos de nueve pueblos originarios.

La Guardia Indígena es la construcción mayor del movimiento indígena colombiano y el motor de todo el proceso. Varones y mujeres elegidos por sus comunidades para la defensa del territorio, las personas y la madre tierra, “armados” con un bastón ceremonial que disuaden a los violentos en base al número, de forma no violenta. No es un cuerpo especializado separado de la sociedad, son las comunidades organizadas para la vida. Lo maravilloso es que la experiencia se expande: ya hay Guardias Cimarronas de los pueblos negros y Guardias Campesinas. En momentos de máxima tensión se movilizan hasta 70 mil guardias en todo el país.

-¿Por qué la práctica zapatista y las reflexiones económicas del subcomandante del EZLN Moisés, ponen de manifiesto “los límites del análisis de Marx sobre el Capital?

El sub Moisés, en el encuentro de la Hidra Capitalista, dedicó dos intervenciones a explicar la economía zapatista. El núcleo de esa economía son los trabajos colectivos, minga o tequio. En contraste, la economía política clásica se funda en el trabajo individual, en la venta de la fuerza de trabajo de UN obrero a UN patrón. Entre los zapatistas, como entre muchos pueblos originarios, el trabajo no es una mercancía sino un servicio y es colectivo. En Marx no aparece nunca el trabajo colectivo, no tiene estatuto teórico, por eso creo que ese pensamiento presenta límites a la hora de comprender lo que están creando los pueblos.

-En la introducción criticas el “inmediatismo” que ha contaminado la praxis política de las izquierdas, en contraposición a la visión de largo plazo; al tiempo circular y no lineal -ajeno a la idea de progreso-, que plantean los pueblos originarios, negros y campesinos. ¿Significa esto no tomar partido entre Bolsonaro y Lula da Silva en las elecciones presidenciales de octubre en Brasil?

Las elecciones no son el centro de la vida política de un pueblo. Cada día votamos. Si compro en el supermercado estoy votando por el capital y la muerte, y así en cada aspecto de la vida cotidiana. En Brasil votaría por Lula, aunque no tengo la menor esperanza en su gobierno, porque creo que hay que echar a Bolsonaro. No confío en un candidato que lleva de vice a un representante del neoliberalismo duro y puro, que combatió al Partido de los Trabajadores y a los movimientos sociales y sindicales. Pero echar a Bolsonaro es urgente.

-Por último, ¿qué casos relevantes citarías en América Latina para demostrar que es posible la autogestión de territorios al margen del poder estatal?    

Cuando te pones a investigar descubres que decenas de pueblos están transitando caminos de autonomía y autogestión. En el norte del Perú, se han formado dos Gobiernos Territoriales Autónomos, de la nación wampis primero y ahora de la nación awajún. Son más de cien mil habitantes que decidieron convertirse en autogobierno para frenar el despojo de la selva.

En Brasil son doce pueblos amazónicos que están demarcando sus territorios ante la ofensiva de los extractivismos y la complicidad del Estado. Además de las decenas de pueblos organizados en la Teia dos Povos, Red de Pueblos negros, originarios y campesinos. Siendo el 1% de la población, los indígenas son la punta de lanza en la resistencia a Bolsonaro.

Te diría que no hay país donde no se registren procesos de autogobierno y por lo tanto de defensa de sus territorios. Estos procesos son mucho menos conocidos que los pueblos que ya mencioné, pero configuran un abanico de autonomías, diversas y diferentes, siendo los sectores que ponen límites al modelo de muerte y destrucción de la vida.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.