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Uruguay

Los ríos profundos

Fuentes: Rebelión

Francamente no creo que el voto pueda ser completamente automático: me dan un chorizo y voto a Pacheco Areco, me dan una tarjeta del Mides y voto al Pepe Mujica, me muestran un spot publicitario y voto a Lacalle Pou, me asustan con el 2002 y voto a Tabaré. No es tan sencilla la cosa. […]

Francamente no creo que el voto pueda ser completamente automático: me dan un chorizo y voto a Pacheco Areco, me dan una tarjeta del Mides y voto al Pepe Mujica, me muestran un spot publicitario y voto a Lacalle Pou, me asustan con el 2002 y voto a Tabaré. No es tan sencilla la cosa. Entre la tarjeta y el voto median un cúmulo de aspiraciones, deseos, decepciones, conveniencias, la imaginación y, ¿por qué no?, cierto grado de racionalidad. Nadie vota simplemente porque el programa que le leyeron esté muy bien escrito, sino que se interpreta lo leído en función de la propia experiencia y se actúa en consecuencia. Aunque nos hayan querido reducir a la condición de fieles votantes quinquenales, nadie es totalmente pasivo a la hora de votar.

El voto masivo

Francamente no parece que en el cinturón periférico de Montevideo los vecinos consientan la prepotencia de los milicos, los allamientos sin orden, el gatillo fácil y la tortura en los centros de reclusión de adolescentes. Tampoco parece que el millón de asalariados y pasivos con ingresos por debajo de los 16.000 pesos estén conformes con sus salarios que no alcanzan a cubrir el costo de la carne, el pollo, la yerba y los artículos de primera necesidad. Las elecciones nacionales interrumpieron la acumulación del descontento y lo dejaron provisoriamente archivado en un cajoncito de la mesa de luz. Pese al enojo y la indignación crecientes, arrasó el Frente Amplio entre las víctimas de la creciente violencia institucional y de las políticas salariales al servicio de las inversiones extranjeras. Se cuidan el salario bajo, las cerámicas del baño, el cuarto que faltaba, la membrana en la plancha, las paredes revocadas y la moto para escapar del transporte colectivo. Es un interés por conservar lo obtenido con sacrificio y lucha, un sentimiento que hace al instinto de supervivencia: se defiende el grado de pobreza en que se vive. Tampoco se puede desdeñar la influencia del odio de clases: por muy pobres que se siga siendo es insoportable el mentón levantado y el gestito altanero, provoca arcadas el aroma a Carrasco y Punta del Este. No alcanza conque se quiten la corbata, tienen su clase social incorporada en la estampa. En los sectores sociales más castigados por el capitalismo y los operadores políticos del Frente Amplio, la derecha más asquerosa, la de Bordaberry y Lacalle Pou murió para siempre.

En el 2004 se festejó con alegría la promesa de un gobierno popular. En el 2014, se votó en silencio porque las promesas no se cumplieron. En los barrios nadie cree que su situación va a mejorar con el tercer gobierno, desapareció el entusiasmo y el fervor con se festejó la primer victoria de Tabaré Vázquez. Esta vez no se lo votó por su proyecto político, sino para que triunfara el proyecto más reaccionarios. Es bien pobre la alegría de los triunfadores cuando se los vota solamente para que no triunfen los perdedores. Conclusión: el voto dejó de canalizar las broncas de la miseria y las esperanzas de cambio, volvió a ser un simple y vano instrumento manipulación demagógica. La verdadera fuerza del pueblo trabajador continúa siendo su capacidad de movilización masiva.

Visiones críticas

Al otro día de las elecciones, aprovechando el respaldo obtenido, el presidente de la república presionó nuevamente con su política de olvidar los delitos de lesa humanidad y perdonar a quienes los cometieron. ¿Será por humanismo o para lanzar a la cancha una pelota que haga olvidar lo de Guantánamo? Humanismo no es abrir espacios de impunidad donde crezcan y se reproduzcan futuros criminales protegidos por las instituciones represivas y judiciales del Estado. Humanismo es transmitir con acción política el mensaje firme de «nunca más terrorismo de Estado», actitud que evita cuidadosamente el actual presidente y evitará con mayor cuidado todavía el que vendrá. Francamente no parece que ninguna de las 78.000 personas que votaron a Constanza Moreira, hayan quedado muy conformes con este último bolazo presidencial que solamente sirven para reafirmar la idea de impunidad y, porconsigiente, juega para la derecha más que cualquiera de las expresiones del pensamiento crítico. Al parecer el espíritu de la mayor parte de estas compañeras y compañeros esta dominado por el sentimiento de que es la última oportunidad de dar la pelea dentro del Frente Amplio.

En abierta disidencia y oposición al Frente Amplio, 48.000 electores acompañaron la Unidad Popular, al PERI y al Partido de los Ttrabajadores, que dio el batacazo de crecer un 600% con relación al 2004. Finalmente, otras 78.000 personas votaron en blanco o anularon la hoja de votación: son 28.000 más que en el 2009 y 24.000 más que en 2004. Haciendo las cuentas a fuerza de olfato, con el mismo método que emplean las encuestadoras más afamadas para redondear sus cifras, se puede suponer que alrededor de 150.000 uruguayas y uruguayos han expresado electoralmente su desconformidad crítica y su aspiración de cambios, y reflejan la existencia de condiciones favorables a la constitución de un movimiento anticapitalista en el Uruguay.

Los ríos profundos

Parece necesario cambiar el ángulo de ataque. Salir del análisis del modelo productivo, la brecha social, el asistencialismo, los salarios bajos, la política represiva, el olvido y perdón, para centrar la mira en las motivaciones individuales, en lo significa el voto para cada uno, sus deseos y expectativas. Después de todo, las elecciones de octubre fueron otra manifestación de esos fenómenos subterráneos que simultanea y masivamente producen el mismo click en miles de consciencias individuales. Indudablemente el arte de hacer revoluciones tiene que ver con el arte de navegar esos ríos profundos que conectan las consciencias individuales y convierten a las mujeres y hombres en marejada incontenible.

La lucha en defensa de la tierra, el agua y el aire contiene, implícita y explícitamente, la lucha contra la propiedad abusiva de la tierra, contra las gigantescas empresas de los agrotóxicos y las semillas transgénicas, contra los privilegios de esos enclaves extranjeros que son las zonas francas, en una palabra, contra el proyecto capitalista de las corporaciones extranjeras y de los dueños del Uruguay. Como las reivindicaciones de las luchas sociales presentan menores exigencias ideológicas que los programas partidarios, permiten que los ríos fluyan más libremente y las consciencias se aproximen más fácilmente, de ahí la expectativa puesta en el movimiento social como fuente creadora de la lucha anticapitalista, por los trabajadores empobrecidos y marginados colonizando los latifundios expropiados sin indemnización, por la estatización de la banca y el no pago de la deuda externa para financiar la transformación productiva del campo y la ciudad, por la solidaridad con los pueblos agredidos por EEUU e Israel y por la inmediata rotura de relaciones con esos Estados canallas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.