Recientes declaraciones del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, sobre Venezuela reafirmaron sus conocidos vaivenes políticos y de esa entidad, que dice ser latinoamericana pero tiene su sede en Washington, para nuevamente «quedar bien con el Diablo y el Diablo». En entrevista con el derechista diario chileno El Mercurio, […]
Recientes declaraciones del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, sobre Venezuela reafirmaron sus conocidos vaivenes políticos y de esa entidad, que dice ser latinoamericana pero tiene su sede en Washington, para nuevamente «quedar bien con el Diablo y el Diablo».
En entrevista con el derechista diario chileno El Mercurio, Insulza se sumó a la agresiva campaña mediática de que es blanco el ejecutivo bolivariano del presidente Nicolás Maduro, fabricada en Estados Unidos y países europeos como España, y de la que se hacen eco los medios de comunicación conservadores de América Latina, transformados en formaciones partidistas opositoras a los procesos de cambios e integradores de la región.
El máximo jefe de la OEA, habría que ver si realmente actúa en correspondencia con su responsabilidad, señaló que Venezuela vive actualmente una situación económica y social crítica, como mismo repiten a diario los poderes fácticos, que gobiernan al margen de los Estados en varias naciones de la Patria Grande.
Por supuesto que el embajador venezolano ante el OEA, el experimentado diplomático, Roy Chaderton, por cierto quien sería un excelente Secretario General de esa organización, respondió a Insulza con la maestría que lo caracteriza.
Chaderton le recordó que El Mercurio, por ejemplo, participó directamente en el Golpe de Estado en Chile contra el mandatario Salvador Allende, en 1973, y siempre estuvo del lado de la dictadura de Augusto Pinochet.
El embajador recordó además que esa postura de Insulza no es nueva porque en anteriores ocasiones ha hecho pronunciamientos injerencistas contra Venezuela, utilizando como plataforma a los emporios mediáticos internacionales.
Tanto su Secretario General, como la OEA, han sido reprochados por asumir conductas dictadas por las administraciones norteamericanas, pese a los intentos de lavar su imagen hechos por esa entidad, que en la década de los años 60 de la pasada centuria, el Canciller de la Dignidad cubano, Raúl Roa, denominó «Ministerio de las Colonias de Estados Unidos».
Aun en el siglo XXI la OEA no ha podido despojarse de su dependencia de los regímenes de turno norteamericanos, y existen pocas esperanzas de que cambie mientras continúe teniendo su sede en Washington, y sus máximos dirigentes no asuman conductas soberanas.
Desgraciadamente Insulza ha tratado de nadar entre dos aguas, pero lo ha hecho más en la que dominan los tiburones.
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