El disparo atravesó su piel y penetró en su tórax. Junior Gaitán, de tan solo 15 años, llegó sin vida al puesto médico ubicado en la casa cural de la Iglesia San Miguel, en Masaya. Los doctores hicieron de todo para salvar su vida, pero el muchacho no soportó tanto tiempo. Murió a las 6:30 […]
El disparo atravesó su piel y penetró en su tórax. Junior Gaitán, de tan solo 15 años, llegó sin vida al puesto médico ubicado en la casa cural de la Iglesia San Miguel, en Masaya. Los doctores hicieron de todo para salvar su vida, pero el muchacho no soportó tanto tiempo. Murió a las 6:30 de la noche.
Su madre llegó a reconocerlo media hora después. El cuerpo del menor estaba sobre una camilla negra. Un trapo blanco cubría su rostro. El abdomen estaba tapado con tela del mismo color. Sus manos estaban entrelazadas. Todos hicieron espacio para que la señora pasara y viera el cadáver de su hijo.
«Noooooo. Noooooo. Me mataron a mi hijo de 15 años. Nooooo». La escena fue desgarradora. La señora a duras penas se sostenía sobre sus pies. La tuvieron que sostener. Varios lloraron con ella. «Por qué, por qué me mataron a mi hijo de 15 años», exclamaba con gritos de dolor la madre de Junior.
Álvaro Leiva, secretario de la Asociación Nicaragüense Pro-Derechos Humanos (ANPDH), dijo a CONFIDENCIAL que Junior murió en una incursión de antimotines en la calle del mercado de artesanías, «un disparo por arma de fuego», resaltó.
Junior es uno de los seis muertos que dejó este sábado la represión de policìas antimotines y paramilitares en Masaya. Un ciudadano apodado como «El Mono», cuyo nombre no ha sido identificado, también fue «ejecutado» por una oficial de la policía, cerca de la iglesia San Miguel, según confirmaron varios ciudadanos del sector a CONFIDENCIAL.
EL párroco de la iglesia San Miguel, Edwin Román, denunció la actuación de la Policía Nacional. «La prueba está en que fue asesinado un muchacho a quemarropa, aquí enfrente a la parroquia San Miguel. Tengo entendido que el muchacho ya había sido retenido a la orilla de la iglesia. Pero él le dijo a una oficial que si quería matarlo, que lo matara, y la mujer le disparó», expresó el padre Román.
Los otros fallecidos son Donald Ariel López Ruiz, de 28 años; Rigoberto Carballo García, y Eduardo José López Mendoza, de 37 años, originario de Diriomo. Elias José Sánchez Cuesta murió la madrugada del domingo, confirmó Leiva.
La represión dejó cientos de heridos que fueron atendidos en los puestos médicos, aunque otros fueron trasladados a hospitales de referencia en Managua.
El ataque de antimotines y paramilitares fue condenado por Paulo Abrao, secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). «Los hechos de Masaya hoy comprueban lo que estamos denunciando: una nueva frontera de la represión en Nicaragua con un escalonamiento de violencia. Grupos armados necesitan ser desmantelados», escribió en su cuenta de Twitter.
De la autodefensa a la represión
El viernes por la tarde ciudadanos autoconvocados de Masaya realizaron una reunión en el parque central para idear un plan de protección de saqueos contra sus negocios y casas.
Después de una noche tensa pero tranquila, en la que los ciudadanos se encargaron que no hubiera incendios ni saqueos, la mañana de este sábado, tropas antimotines, antecedidos por policías vestidos de civil y paramilitares, atacaron los tranques ciudadanos.
A bordo de camionetas de tina dispararon a las personas que resguardaban las barricadas. Además de herir a varios pobladores, detuvieron a once personas que fueron trasladas a las celdas de la delegación, en esa ciudad.
Los masayas respondieron al ataque con piedras y morteros. Los antimotines y paramilitares con balazos y bombas. El centro de la ciudad se tiñó de más sangre, los heridos llegaban continuamente a los puestos médicos.
Los antimotines capturar a 21 personas más. Estos fueron vapuleados por los oficiales durante todo el trayecto hasta la delegación policial. Los ciudadanos fueron golpeados continuamente, en la espalda, en su rostro, en los costados, en las piernas. Además quedaron despojados de sus carteras y sus celulares.
El párroco Edwin Román, en compañía del secretario de la ANPDH, se presentó a eso de las once de la mañana para mediar ante la Policía Nacional y tratar de conseguir la liberación de los detenidos, sin embargo, no encontraron en su oficina al jefe policial de la ciudad, Comisionado General Ramón Avellán.
Los enfrentamientos continuaron por tres horas más. Durante la mañana y parte de la tarde, murieron cuatro personas.
El padre Román y Leiva, regresaron a la oficina del comisionado Avellán a negociar la salida de los detenidos. Esta vez encontraron al jefe policial y lograron su liberación.
Liberan a 20 detenidos
A las 3:15 de la tarde el padre Román y el grupo de defensores de la ANPDH salieron de la delegación policial con todos los detenidos. La mayoría tenían heridas en sus rostros y espaldas. Caminaron hasta la casa cural para ser atendidos por los doctores que estaban en el puesto médico.
En total fueron liberados 20 ciudadanos. Leiva explicó que a uno lo habían soltado por la mañana. Sobre los catorce restantes, declaró que fueron llevados a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ) y que este domingo serán entregados.
«Hay voluntad para entregarlos. Vamos a ir por la mañana a buscarlos», afirmó Leiva.
Keyvin Gaitán, de 19 años, relató a CONFIDENCIAL la forma en que fueron golpeados por los antimotines y paramilitares. Al momento de ser capturados, estando en el suelo, un oficial le pegó una patada. Producto del golpe su ojo se hinchó y le restó visibilidad.
«Eran un montón. Después me pusieron sus zapatos en la cara. Cuando llegamos a la delegación me dieron otras patadas en el cuerpo. Ahorita ando adolorido. A todos nos golpearon con violencia. Nos decían que nos iban a matar y que nos iban a mandar directo a El Chipote», contó Gaitán.
Ariel Ortiz, de 16 años de edad, fue otro de los muchachos golpeados con violencia. Los paramilitares lo castigaron con tubos y los oficiales le pegaron varias patadas en su cuerpo.
A diferencia de Gaitán, Ariel fue lastimado en su pecho, en sus brazos y en la espalda. «A mí me agarraron por El Pilar. Pensé que me iban a rafaguear pero me dieron con la cacha del arma en la cabeza».
Ortiz afirmó que al llegar a la estación policial lo tiraron al piso y le pegaron más patadas. Junto a los demás detenidos fue amenazado de muerte y uno de los oficiales le aseguró que luego iban a aparecer «en una bolsa negra en la cuesta El Plomo».
«Andaban combinados. Los antimotines con sus trajes y los de las turbas sandinistas con pasamontañas y tubos. Andaban atacando juntos», aseguró el muchacho de 16 años.
El padre Román cuestionó la violencia con que fueron tratados los detenidos. «Todos los detenidos vinieron golpeados», indicó el párroco.
La unión de los pueblos
A las 4:30 de la tarde hubo una especie de calma. Los policías y paramilitares cesaron en el ataque, sin embargo, los ciudadanos se mantuvieron en el mismo punto. Dos horas transcurrieron para que los antimotines salieran nuevamente de la delegación policial para atacar a los masayas.
En esta incursión de los antimotines y fuerzas paramilitares murió el adolescente de quince años Junior Gaitán, quien recibió un disparo en su tórax. En el ataque también fueron capturados al menos veinte ciudadanos más.
El delegado de a CPDH manifestó que era muy arresgado salir de noche a negociar por los detenidos con las autoridades policiales, pues había recibido denuncias de los mismos pobladores, de que había francotiradores escondidos en algunos edificios de la ciudad.
Ante el acoso policial la ciudad de Masaya levantó barricadas en cada entrada hacia la Policía. La delegación quedó cercada por las murallas.
En Nindirí, Tisma, Diriomo, Catarina y Tipitapa, se levantaron barricadas para evitar que los refuerzos de antimotines llegaran a Masaya.
En Tipitapa, los paramilitares atacaron desde una camioneta Hilux, dejando varios varios heridos. En las redes sociales se habla de dos fallecidos, pero la información aun no ha sido corroborada.
El acoso policial en Masaya continuó hasta en horas de la media noche. La lluvia no detuvo el asedio policial. En Granada los ciudadanos también reportaron intentos de saqueo. En Managua hubo morterazos en el sector del Huembes y Veracruz. El saldo trágico se detuvo en cinco muertos, cuyas identidades han sido confirmadas, y varios heridos de gravedad.