Todos los grupos políticos se forman en torno a una ideología o, conjunto de ideas comunes, sobre la situación de la sociedad y las soluciones aspiradas. Los ideales guían el pensamiento y la conducta política de los participantes de todo proyecto político. Pero, estos ideales, surgen de los valores políticos que se gestan al interpretar las condiciones de vida de cada cual y de la sociedad en su conjunto. Entonces, mucho cuidado.
Dicha interpretación, puede ser acertada, errónea, realista, subjetiva, interesadamente tramposa, etc. Son los líderes y caudillos, los intérpretes y esto, los hace guías políticos que conducen la organización, haciéndola dependiente de sus personas. La historia, nos muestra por ejemplo que, el partido aprista se inició como un movimiento revolucionario y antimperialista, pero su líder cambió el vocabulario enrumbando al partido hacia el lado contrario.
Es que existe entre nosotros, el culto al líder. No se sigue las ideas doctrinarias sino, al caudillo, cuyas habilidades verbales pueden ocultar dobleces. Pero también, “errar, es humano”. Los líderes también se equivocan, cambian de mentalidad y, a veces, son ganados por nuestros enemigos. De modo que, ser consecuente con lo que se predica, nos dice mucho de la honestidad de nuestros dirigentes. Por el contrario, el fanatismo doctrinario también es dañino, al no concordar con las condiciones imperantes. Todo tiene su pro y su contra. Sopesar esta polaridad evita errores.
Viene al caso, las expresiones públicas de un candidato presidencial considerado de izquierda que, piensa del siguiente modo:
“Para mí la palabra “nación” encierra toda una concepción política y eso pasa por explicar qué es un Estado de derecho y qué es un Estado nación. Los Estados nacionales surgen para superar los regímenes feudales y monárquicos. a través de revoluciones burguesas que recorrieron el mundo y vinieron en estados nacionales. Todo estado nacional deviene del estado de derecho. Todo estado de derecho tiene una constitución. Toda constitución tiene un preámbulo. Esta no lo tiene. Por lo tanto, la pregunta que surge de esta definición… ¿Cuál es la diferencia entre Estado y Nación? Porque se ha juntado como Estado-Nación. Entonces el Estado está al servicio de la Nación, nunca es al revés. Y para poder ser comprendidos usamos la metáfora de casa y hogar. No es lo mismo tener casa que tener hogar. Usted puede tener hogar y no tiene casa. La casa se hace al servicio del hogar. Eso me llevó a mí a decir, el Perú es más casa que hogar, más Estado que nación. ¿La nación qué es? La nación es un sistema de valores compartidos. Y entonces toda constitución debe centrarse en tres pilares, todas las constituciones mundiales, todas. La primera es, nos juntamos y hemos decidido fundar el Estado-Nación llamado, con cualquier nombre, pero en este caso llamado Estado-Nación peruano. Los que hemos decidido formar el Estado-Nación decimos, vamos a defender los intereses de este Estado por encima de cualquier otro interés. Se llama soberanía”.
Bueno pues, es su manera de pensar, con todo derecho. Pero si su mentalidad influye sobre sus seguidores que, evitan cuestionarlo, entonces su palabra se convierte en postura política institucional. Otra manera de pensar es ir a los orígenes históricos del estado y veremos que, surge como aparato administrativo de toda forma de dominación. No se puede dominar un ámbito social si no se controla con un aparato administrativo para que se comporte conforme a los intereses dominantes. Esta es la función del estado. Otra cosa es el estado de derecho que, son las ataduras jurídicas con las cuales se regimenta la conducta de los gobernados bajo penalidades en caso de desobediencia.
No es lo mismo pues, el estado monárquico que, el estado capitalista. El primero, administra la sociedad según régimen de nobleza, en tanto que, el segundo lo hace según el dinero acumulado (capital). No hay estado neutro. Todo estado obedece a un sistema de gobierno. Por consiguiente, el estado no tiene intereses propios. En nuestro caso, es el Congreso el que gobierna mediante leyes que hacen prevalecer los intereses de los grupos de poder dominantes. El jefe de estado, solo ejecuta lo que el Congreso dominante dispone.
Tampoco la nación peruana es la que gobierna. La nación está compuesta por todos los sectores sociales, pero es una pequeña minoría que no representa ni al 5% de la nación peruana la que gobierna. Lo hace a través de un sistema electoral fraudulento, en el que los partidos políticos, sin ser representativos de sectores de la población, son utilizados como testaferros de los grupos de poder económico. Ganan los partidos con mayor apoyo financiero de los grupos dominantes. Por ello, siempre tienen mayoría en el Congreso, el cual, gobierna y, utiliza la administración estatal en favor de esos intereses.
Una junta de regantes campesinos, tiene más afiliados que cualquier partido político, tanto a nivel de valle como nacional. Es más representativo y democrático que estos. No compra adherentes, no falsifica firmas de apoyo, ni es testaferro de ningún grupo de poder. Pero gremios como este, están segregados políticamente sin acceso a las decisiones gubernamentales. Lo mismo sucede con otros sectores sociales mayoritarios, condenados a elegir gobierno exclusivamente a través de partidos políticos no representativos. De este modo, el sistema político está diseñado para que siempre gobiernen los opresores sobre los oprimidos, que son nación en mayoría.
Luego el aludido agrega: “El segundo gran objetivo es la cohesión social. La constitución es el proyecto nacional que se otorga a un pueblo. (¿El pueblo no participa?) Eso se llama cohesión social. No hay cohesión social desde hace 200 años en el Perú. (¿Cohesión entre opresores y oprimidos?) Esa es una tarea por hacer. Y el tercero es, los que han decidido formar este Estado-Nación, tienen que decirme: ¿cómo se transmite el mando y el poder? El Perú no ha decidido cómo se transmite el mando del poder porque existe tres modelos; o unipartidista, que no queremos, pues sería una dictadura (¿China y Cuba, son dictaduras?); bipartidista, como en Estados Unidos; o tripartidista, que es lo que nosotros proponemos, un sistema tripartidista. (¿se anula la libertad política?) Si no hay sistema de partidos, la estabilidad política se resiente.” (Si el sistema de partidos políticos ha sido segregacionista en 200 años, ¿Por qué mantenerlo?)
(…) Queríamos un sistema de tres grandes partidos. Un gran partido de derecha o centro-derecha, un gran partido de centro, un gran partido de izquierda o centro-izquierda, donde yo me siento cómodo. (Claramente prefiere ser de centro que, no existe porque no hay neutralidad entre opresores y oprimidos).
(…) Pero si no hay partidos políticos, no surgen los líderes. Yo he increpado a los sectores llamados de derecha, ¿dónde está el Rivagüero de la derecha? Ojo, él sí era un aristócrata, él sí era un empresario nacional, recorrió a caballo la sierra peruana y dijo una frase más fuerte que la de Mariátegui: «El Perú no puede prescindir del indio sin suicidarse». Él usaba la palabra indio como la usaba Haya de la Torre, como la usaba Mariátegui. Hoy diríamos, no podemos prescindir de las regiones sin suicidarnos. Y por eso, camino para construir la nación del Perú, estableciendo todo el poder a las regiones, pero para conquistar los mercados del mundo. (¿De qué regiones habla?, si lo que tenemos es una regionalización distorsionada que viene desde la colonia)
(…) El Perú necesita un plan Marshall. (¿Seguir la misma estrategia de dominación estadounidense?)
(…) Nunca el control del precio ha sido una medida socialista (No es cierto). Nunca, porque ese control del precio lo pueden hacer todos. Lo puede hacer una dictadura burguesa o una dictadura extrema. Es una medida técnica y nada más. Lo único que diferencia radicalmente a los regímenes comunistas es la socialización total de los medios de producción. Y ese no es mi camino. (Más claro que el agua)
Hay pues, mucho que discutir al respecto, ya que cada uno de nosotros tiene una línea política definida y no se puede pretender que todos pensemos igual. El derecho a la discrepancia es tan fundamental como el derecho al pensamiento propio. Pero vale la pena, debatir los distintos pareceres para encontrar claridad de ideas y saber a quién apoyar o, no. Nadie es dueño de la verdad absoluta y admito que puedo estar equivocado. El tema da para largo, pero si alguno desea el texto completo en el original publicado por el diario La República, se los puedo remitir.
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