Traducido por J.A. Pina
42 asesinatos, 120 desapariciones, 4.000 detenciones arbitrarias… En Honduras se vulneran brutalmente los derechos humanos desde el golpe del 28 de junio que derribó al presidente Manuel Zelaya. Una represión planificada desde los órganos del Estado dirigida a los resistentes al golpe de Estado.
El 14 de diciembre, Walter Trochez fue abatido por dos disparos en el pecho. Diez días antes, este militante hondureño de los derechos humanos y de los homosexuales, comprometido en la Resistencia contra el golpe de Estado del 28 de junio que derribó al presidente Manuel Zelaya, había escapado por poco de un intento de asesinato. El 16 de diciembre, el cuerpo decapitado de Carlos Turcio, responsable de la Resistencia, fue encontrado a 300 kilómetros al norte de Tegucigalpa. Cuatro días antes, Santos Corrales García, otro resistente corría la misma suerte.
Desde el golpe del 28 de junio, se han contabilizado al menos 42 asesinatos, 120 desapariciones y más de 4.000 detenciones arbitrarias. Los derechos humanos se desprecian brutalmente en un contexto de indiferencia. Lejos de la mirada de la «comunidad internacional», las autoridades usurpadoras tienen las manos libres para desplegar sus planes de muerte.
Para Reina Rivera, presidenta del Centro de Investigacióny Promoción de los Derechos Humanos, Honduras está «frente a una política de Estado, la misma política de seguridad nacional de los años ochenta que consistió en ejecutar a los activistas de izquierda». En esta época, 182 personas desaparecieron a manos del ejército, de la policía y sobre todo del batallón 3-16, transformado en escuadrón de la muerte. Tras el golpe de Estado, «muchos actores sociales han vuelto a salir a la palestra», prosigue. Y esto molesta a los golpistas cuyo mensaje es claro: «la Resistencia está en el punto de mira porque el régimen de facto no tolera la existencia de ningún movimiento social», concluye Reina Rivera
«Matar el movimiento de resistencia por la base»
La ex directora del Secretariado de Estado para la Cultura Rebecca Becerra fue detenida delante de su hija por una docena de policías, antes de ser liberada. Ferviente opositora al golpe de Estado, la escritora habla de «caza de brujas incesante». «Vivimos bajo una dictadura que no ha acabado con las elecciones, de las que no esperábamos nada», opina. Antes de mencionar la desaparición de su hermano «porque era secretario general de la Federación de Estudiantes Universitarios». «La guerra de baja intensidad de la ultraderecha hondureña nunca ha cesado», explica Rebecca Becerra, aunque dice temer «nuevas estrategias de represión». Tres dirigentes de la organización política, «Los necios», a uno de los cuales, Gilberto Ríos, L´Humanité entrevistó al día siguiente del golpe, se han visto obligados a huir de Honduras en 48 horas tras haber sido amenazados de muerte por los «encapuchados» .
Se trata de «socavar el movimiento de resistencia», de abajo a arriba, porque es menos visible que si se toca a sus principales dirigentes, opina Reina Rivera. El objetivo es matar la asamblea constituyente impulsada por la Resistencia pero también la misma posibilidad de que una izquierda pueda existir», tanto más cuanto que esta resistencia diversa y plural ha sabido captar «un movimiento popular hasta ahora ahogado por el capitalismo y un sistema cerrado a cal y canto», apunta el sociólogo Antonio Cruz Oliva. Una semana antes de su muerte, Walter Trochez fustigaba en una carta pública «un golpe de Estado, augurando un retroceso brutal en la región marcada esta última década por unos gobiernos (…) cuyo denominador común significaba un cambio de rumbo frente al neoliberalismo».
Fuente: http://www.humanite.fr/2009-12-23_International_A-Tegucigalpa-on-tue-et-le-monde-se-t-ait