La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el año 2019 como Año Internacional de las Lenguas Indígenas, a partir de una recomendación realizada por el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas.
El Año Internacional de las Lenguas Indígenas se celebró para crear conciencia y generar una labor mundial orquestada de protección, promoción y revitalización de esos idiomas, así como de reivindicación de sus hablantes.
En las últimas décadas, el mundo ha cobrado conciencia de la urgencia de defender las lenguas originarias. Así, por disposición de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), desde 2002 se celebra el Día Internacional de las Lenguas Indígenas.
En el Perú actualmente se hablan cuarenta y siete lenguas indígenas, también llamadas originarias. Sin embargo, es preocupante que la mayoría de nuestros pueblos indígenas vivan en situación de aislamiento, a espaldas del Perú oficial en los ámbitos social, político y económico.
Pese a los esfuerzos del Estado peruano, como “la educación intercultural bilingüe”, aún no hay una adecuada inclusión de estas naciones. En 2011 se promulgó una ley para preservar las lenguas indígenas, intentando regular su uso, preservación, desarrollo, recuperación, fomento y difusión.
Todas estas lenguas tienen la categoría de “oficiales”, pero la mayoría de peruanos las ignora. O lo que es peor: muchos creen que no alcanzan la categoría de idiomas y las califican como “dialectos”, asumiendo erróneamente que son inferiores al castellano.
Las lenguas además de ser el principal vehículo de comunicación, definen la identidad de las personas. Están en el corazón de la cultura y preservan la historia y la memoria de cada colectividad. Cada una de ellas es la manifestación de un modo único de pensamiento, una cosmogonía, una percepción distinta del universo.
Las lenguas enuncian con precisión la profundidad de la concepción del mundo de una determinada cultura.
El Estado debe considerar que cuatro de las lenguas originarias peruanas (kechwa, aymara, jaqaru y kawki) se hablan en la zona andina. Y cuarenta y tres en la zona amazónica: achuar, amahuaca, arabela, ashaninka, awajún, bora, capanahua, cashinahua, chamicuro, ese eja, harakbut, iñapari, iquitu, isconahua, kakataibo, kakinte, kandozi-chapra, kukama-kukamiria, madija (culina), maijuna, matsigenka, matses, muniche, murui-muinani, nanti, nomatsigenga, ocaina, omagua, resígaro, secoya, sharanahua, shawi, shipibo-konibo, shiwilu, taushiro, tikuna, urarina, wampis, yagua, yaminahua, yanesha, yine y yora.
En los últimos cuatro siglos han desaparecido al menos treinta y cinco lenguas en el Perú, y en la actualidad cuatro están en peligro: kawki, bora, yanesha, yagua y murui-muinani. Otras ya se extinguieron, como por ejemplo el muchik, en Lambayeque, o el pukina en Moquegua y Puno.
Debemos señalar que el domingo veintiuno (21) de febrero se celebró el Día Internacional de la Lengua Materna, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) enfatizó la importancia de la diversidad cultural y lingüística para las sociedades sostenibles e instó a integrar estas lenguas en los programas educativos.
Con el lema “Fomentar el multilingüismo para la inclusión en la educación y la sociedad”, este año la jornada llama a los encargados de formular políticas, educadores y maestros, padres y familias a comprometerse con la educación multilingüe para promover la recuperación de la educación tras los efectos de la pandemia por COVID-19.
A nivel mundial, se repite el esquema de extinción. Según las Naciones Unidas, el 40% de las aproximadamente 6 700 lenguas que se calcula se hablan en el mundo, están en peligro. Y esto pone en riesgo la cosmovisión, cultura y sistema de conocimiento que representan.
Las lenguas indígenas son patrimonio cultural inmaterial de los pueblos originarios del Perú y tienen al reto de su sobrevivencia para no extinguirse. El multilingüismo y la pluriculturalidad son nuestro gran potencial.
Raúl Allain. Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director de Editorial Río Negro.