No ha sido fácil ni sencillo, ahora viene lo más difícil y complicado: gobernar para refundar la patria. La dura campaña electoral quedará como un juego de niños frente a la enorme responsabilidad que significa ser gobierno.
Atrás quedan 500 años de heroica resistencia, grandes jornadas de lucha y demasiadas derrotas: Tupac Amaru no se olvida.
En estos momentos de euforia vale la pena recordar de donde venimos para no olvidar hacia donde queremos ir; pues si bien es cierto que a paso firme le hemos ganado a la historia una pequeña oportunidad para escribir nuestro propio destino, hay que ser plenamente concientes de que no podemos fallar a la generosa confianza que el pueblo nos ha brindado.
Cinco han sido los factores que han confluido para lograr esta histórica victoria. Histórica a pesar de lo ajustado del triunfo electoral, pero histórica de verdad por su enorme significado para el poblador común y sencillo de nuestra patria y por las grandes implicancias geopolíticas que tendrá en una región en disputa entre dos proyectos diametralmente opuestos.
En primer lugar hay que mencionar el importante papel que cumplió Pedro Castillo, el candidato de los nadies que apareció como una imperceptible brisa andina y se convirtió en un potente remolino que movilizó a esas masas silenciosa de votantes que en las urnas adquirieron un nuevo rostro y con su voto cambiaron radicalmente el escenario politico nacional. Castillo, sin ser un un lider carismático o un politico de palabra fácil, sin embargo logró con un mensaje sencillo, ideas concretas y una imagen de hombre de pueblo construir una fuerte identidad política, cultural y social con la gente excluida y marginada por el modelo neoliberal y consiguió derrotar a todo el «establishment» aglutinado como una piña tras la candidatura de Keiko Fujimori. Hay mucho valor en ese triunfo obtenido por el profesor Castillo y que tiene un simbolismo extraordinario: Castillo será el presidente del bicentenario.
En Segundo lugar el sentido del voto que no ha sido, como algunos analistas pretenden presentarlo, un simple voto de protesta o un voto de ira de esa gente cabreada con su precaria situación en que viven y agudizada al extremo por la pandemia. El voto por Castillo ha sido también un voto de esperanza en un nuevo país, de identidad emotiva con un proyecto político, de apoyo decidido a la propuesta de cambiar todo lo que sea necesaria cambiar. Reducir el voto del profesor Castillo a un simple voto de protesta es como pretender contemplarse la nuca para no tropezar con la piedra que se tiene delante de los ojos.
En tercer lugar la unidad de acción de amplios sectores políticos y sociales que, más allá de sus naturales diferencias, en la segunda vuelta se aglutinaron tras la candidatura de Castillo y lograron forjar una nueva mayoría social y política, aún precaria pero mayoría al fin de cuentas, que ha ganado el derecho de ser gobierno. La unidad de las izquierdas ha dejado de ser una lejana utopia o una ilusión de los ilusos, para convertirse en factor principal del triunfo electoral y un proceso urgente a darle continuidad para garantizar la gobernabilidad del país.
En cuarto lugar el papel desempeñado por Vladimir Cerrón, demonizado por la derecha bruta y achorada e incomprendido por amplios sectores de izquierda. Si Castillo aportó los votos, Cerrón puso la organización, diseñó la estrategia electoral y tuvo la firmeza y consecuencia para lograr lo que otros líderes de izquierda no pudieron obtener. Llevar las discrepancias políticas, que muchos tenemos con algunas de las ideas de Cerrón, al plano moral solo genera confusion y elude diferenciar lo esencial de lo transitorio. Y en cuanto a su situación legal, lo hemos dicho y lo volvemos a repetir, Vladimir Cerrón, al igual que toda persona, tendrá que responder por sus actos ante la justicia, sin impunidad ni ánimos revanchistas.
En quinto lugar el importante rol jugado por el heterogeneo movimiento «no a Keiko» que ha demostrado ser la verdadera reserva moral del país. Si alguien tendría derecho a reivindicar la tercera derrota sufrida por Keiko Fujimori, son justamente todas esas personas anónimas que durante 15 años se convirtieron en el verdadero dique de contención para evitar que la mafia fujimontesinista vuelva al poder. Todo el honor a esos millones de compatriotas que una vez más nos demostraron que aún tenemos una patria hermosa por la que vale seguir luchando.
La responsabilidad asumida por el profesor Castillo es enorme; Castillo tiene que ser conciente de sus cualidades y limitaciones, propias de todo ser humano, si desea asumir con eficiencia, dignidad y honorabilidad la primera magistratura del país. La historia no será condescendiente con el profesor de primaria que de la nada se convirtió en el presidente del bicentenario.
Aquí va ser importante la capacidad de convocatoria, la amplitud de mira y el liderazgo politico y moral que demuestre Castillo al momento de formar su gobierno. Necesitamos gente honesta, gente con capacidad para administrar el aparato público y gente comprometida con un proyecto político de cambio que honre el compromise asumido en campaña y gobierne en beneficio de las grandes mayorías.
Que nadie se haga ilusiones si cree que la derecha bruta y achorada va asumir una actitud democrática y permitir que el profesor Castillo gobierne en paz y tranquilidad el país. La derecha tiene sangre en el ojo y lo más probable es que no dudarán en incendiar el país si así logran impedir el éxito del nuevo gobierno.
Se vienen tiempos muy tormentosos; vamos a tener un parlamento posiblemente bajo control del fujimontesinismo, una clase empresarial que quizás se decante por boicotear al nuevo gobierno, unos medios de comunicación que pondrán el ventilador a funcionar las 24 horas del día y donde se va necesitar mucha habilidad para conducir la nave en medio de aguas fétidas y tempestuosas.
Y creo que en esas circunstancias la presencia de Verónika Mendoza, al frente del primer gabinete del profesor Castillo, le daría el impulso necesario para formar un gobierno coherente que responda a las grandes exigencias que el momento político demandan.
La gente votó con ilusión y venció el miedo que la derecha bruta sembró en todo el país, ahora le toca al profesor Castillo demostrar que cumplirá su palabra. Creo que desde abajo la mejor manera de contribuir al éxito del gobierno del profesor Castillo es dejar de lado todo tipo de seguidismo y, desde una actitud crítica, apoyar de manera decidida las medidas de cambio que se tienen que implementar. Al nuevo gobierno lo que le puede hacer mal es que broten adulones de quinta categoría y aplaquen las voces del pensamiento crítico que tiene que ser implacable y extremadamente riguroso con nosotros mismos.
Hace unos años, Tito Flóres Galindo nos dejó una gran verdad que vale la pena recorder en estos momentos. «Algunos imaginaron que los votos de izquierda les pertenecían. Pero las clases populares piensan, aunque no lo crean ellos. No dan cheques en blanco. Recordemos cómo fluctúan las votaciones. Los pobres no les pertenecen.»